Edición 258, a la venta el lunes 3 de septiembre de 2012 en todo el país.
Carlos Fazio /IV
Consumatum est.
Enrique Peña será el nuevo mandarín en palacio al servicio de los
poderes fácticos. En sendos actos de simulación deliberativa mediática y
propagandística, los días 30 y 31 de agosto un puñado de jueces
absolutistas, mezquinos y arrogantes concluyeron las operaciones de
trabajo sucio en las cloacas del sistema político mexicano. En un
unánime fallo farragoso, reduccionista, falto de pulcritud y signado por
una parcialidad obsecuente, el Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación rechazó la demanda de la coalición Movimiento
Progresista para invalidar los comicios y declaró a Peña
presidente electo. Con precipitación torpe, evidente abuso de las formas y rudeza innecesaria con atisbos de burla, los magistrados desecharon todas las impugnaciones presentadas. De manera legal triunfó la imposición. Y, como hace seis años, asistimos a la coartada de la legalidad y a un obsceno ejercicio de autobombo. A una nueva parodia institucional con actores de cuarta; a otro episodio de la política como espectáculo.
Con
su inequívoco mensaje orwelliano, los magistrados volvieron a
ratificar que se puede ganar con trampas y a la mala, y el perdedor debe
acatar los resultados en nombre de la
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democraciay la
unidad nacional, so riesgo de ser catalogado como violento, orillado al margen de la ley y criminalizado. Lo novedoso, en la coyuntura, fue que Alejandro Luna Ramos y su patota de leguleyos por consigna tuvieron que actuar como un escuadrón de escarmiento. Su víctima principal: Andrés Manuel López Obrador, el enemigo oficial. También quedó claro que la misión del tribunal era consumar el asalto de la Presidencia y poner a la
chusma aturdida(Chomsky dixit) en su lugar. Es peligroso que el pueblo conozca su propia fuerza y quiera autodeterminarse. La mayoría debe resignarse al consumo de fantasías e ilusiones, no participar. La participación es deber de los
hombres responsables. De allí que fuera la de estos jueces de barandilla una operación de adoctrinamiento y de control del pensamiento. Expertos en artimañas, con argucias baratas utilizaron la ley como instrumento particular de la dominación hegemónica. ¿Objetivo? En la transición, intentar mantener a raya a la vociferante y terca multitud, encarnada en Morena y el movimiento #YoSoy132.
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