Por
eso me quieren, se decía el decrépito Silvio Berlusconi, porque hago
grandes fiestas con prostitutas adolescentes y les pago con el dinero
de los impuestos de ustedes: por eso me envidian, y aunque mi forma de
vida, mis lujos y mis excesos chocan con sus principios, vuelven a
votar por mí y me reeligen porque soy su héroe, el que logra cada vez
que se le antoja cumplirse caprichos a los que ustedes jamás se han
atrevido y si tuvieran la fuerza interior para llevarlos a cabo no
podrían porque son unos pobretones de cuarta.
¿A poco no pensarán lo mismo quienes votaron consciente y
voluntariamente por Peña Nieto? Mató a su primera esposa y siguió tan
campante, dispuso de todas las mujeres que le abrieron el apetito de la
bragueta, robó sin límite ni recato, disfrutó la golpiza que sus
esbirros propinaron a los campesinos de Atenco, se ganó el respeto y el
apoyo de los jefes de jefes de los narcos, en tres palabras, ¡es un
chingón!
Monstruos gemelos, Peña Nieto y Berlusconi representan casos de
éxito extremo dentro de la clase política mundial: amados por las
mujeres, adorados por los hombres, multimillonarios en dólares,
incultos, ineptos, amorales, perversos, frívolos, tontos, carentes de
piedad, son los grandes timoneles de nuestros días y aplican al pie de
la letra las medidas que les dictan los dueños del mundo para mantener
tasas adecuadas de muertes masivas, destrucción del medio ambiente y
concentración de la riqueza planetaria en unas cuantas cuentas
bancarias.
En la Tierra somos miles de millones --¿les gusta la cifra de cinco
mil millones?-- que al ser extraídos o expulsados del vientre materno
en realidad no llegamos al mundo sino que salimos sobrando. Unos porque
nacen en condiciones de pobreza extrema y sucumbirán a la miseria
causando el mayor daño posible a sus semejantes con tal de arrebatarles
cada día un pedazo de pan sacado del basurero.
Otros porque a pesar de sus intentos por insertarse en el mercado
laboral, hacer una carrera y una familia, jamás pasarán de perico perro
porque el mundo no tiene un lugar para ellos, y la naturaleza tampoco.
En consecuencia vivirán de frustración en frustración, utilizando
todas las ofertas que los medios de entretenimiento colectivo y otras
formas de control social les proporcionan para autodestruirse
produciendo y consumiendo chatarra.
Salimos sobrando igualmente quienes actuamos en el ámbito de las
ideas y no sabemos hacer nada útil con las manos –barnizar una silla,
desarmar una plancha, formar parte de una cadena industrial de
montaje-- porque trabajamos con materias primas abstractas: la
historia, la filosofía, la lógica, la ética, la estética, la
matemática, la física, la química, la biología, la astronomía, la
ciencia política...
A pesar de nuestras notorias diferencias, desde ayer existe en
México –o fue simplemente reactualizada-- una nueva igualdad social.
Por decisión de siete urracas ladronas –repugnantes incluso por su
aspecto-- ahora en nuestro país somos iguales tanto quienes vendieron
su voto al PRI a cambio de una cubeta de plástico –y eso será cuanto
tendrán hasta el fin del próximo sexenio--, como los que se lo
entregaron a Peña Nieto por su propia imbecilidad y los que nos
opusimos a su avasalladora campaña: todos valemos madre. Unos por
hambre y desesperación, otros por ignorancia y estupidez, otros por
incapacidad e ineficacia, todos valemos madres. Ya votamos, ya no
contamos.
En un sistema donde la “democracia” es un concepto que se aplica un
solo día cada seis años, hemos sido devueltos a nuestro estado
habitual de ciudadanos vegetativos o en conserva, del cual no nos
permitirán salir hasta los próximos comicios, únicamente para que
tachemos el nombre del partido o del candidato que más nos guste,
depositemos la boleta en la urna y ofrezcamos la yema del pulgar para
que nos la entinten mientras las “autoridades” del IFE nos meten el
índice en el culo.
Con el diploma que ayer lo declaró Delincuente Erecto, y que usará
como salvoconducto para llegar al Congreso o al baño de la Ibero a
recibir la banda tricolor, trapo que a su vez le servirá para vivir sin
pagar la renta, la comida, la bebida, la luz, el gas, la gasolina, la
ropa, las putas y la cocaína durante seis años en Los Pinos, Enrique
Peña Nieto, nuestro Berlusconi, continuará la matanza emprendida por
Calderón, y la entrega del petróleo, el oro, la plata, el cobre y la
energía eléctrica a los dueños del mundo, pero también el
desmantelamiento del aparato del Estado y la reconversión del país en
un simple territorio sometido a los intereses militares estratégicos de
Estados Unidos.
Quienes desde la izquierda nos preparamos seis años para ganar la
elección del primero de julio, ahora fantaseamos con la idea de ganar,
en unos cuantos días, la guerra, tarea colosal para la que no nos
preparamos y debemos por lo mismo sacarnos la idea de la cabeza. Iremos
por supuesto a la desobediencia civil, acompañando a los jóvenes de
#YoSoy132 y a Morena. Acudiremos al Zócalo el domingo 9 de septiembre a
escuchar las propuestas concretas que planteará Andrés Manuel López
Obrador y haremos nuestro mejor esfuerzo para ponerlas en práctica.
Seguiremos luchando contra los nuevos monstruos. Pero nuestras
reflexiones a partir del proceso electoral que terminó ayer tendrán que
ir a la raíz más profunda de los problemas que nos afectan, para que
podamos iniciar una verdadera etapa de cambios y transformaciones
históricas. ¿Qué sigue? De eso hablarán, espero, los Desfiladeritos de
la semana entrante. Por lo pronto, hoy y mañana estaré en Twitter, en
la cuenta @Desfiladero132, por si ocupan, y nos volveremos a mirar aquí
el lunes.
Jaime Avilés
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