Las reformas a la Ley de Telecomunicaciones y de Radiodifusión forman
parte de una estrategia del gobierno de Peña Nieto para legitimar su
gestión en el marco de sus 100 días de gobierno. Pero estas acciones
agitaron las aguas y los magnates de este sector, como Carlos Slim, de
Telmex y Telcel, y Emilio Azcárraga, de Grupo Televisa –asociado con TV
Azteca–, sintieron que esos cambios llevaban dedicatoria en su contra.
Lo que importa recordar es que ambos corporativos son producto de las
concesiones y los beneficios, legítimos o no, que los anteriores
gobiernos les otorgaron para convertirse en los monopolios que son.
El
funcionario estuvo acompañado por Carlos Slim Domit, hijo del principal
accionista de América Móvil, el gigante de las telecomunicaciones que
controla las dos principales compañías de telefonía en México: Telmex y
Telcel. El recorrido se hizo con el fin de eliminar desacuerdos entre el
gobierno federal y el magnate.
La tensión entre el gobierno de
Enrique Peña Nieto y Carlos Slim Helú se incrementó cuando el accionista
de Telmex abandonó días antes Los Pinos, tras una agria discusión con
el presidente.
Slim reclamó que el proyecto de reforma
constitucional para telecomunicaciones lo afectaba más a él que a Grupo
Televisa, de Emilio Azcárraga Jean, el pilar del otro monopolio en
televisión abierta y restringida en México, con quien sostiene una
guerra abierta desde 2011.
El borrador del texto de la reforma le
confería facultades al nuevo órgano regulador para desagregar activos y
declarar la dominancia de más de 50% del mercado a las dos principales
subsidiarias de América Móvil. Además, mantenía el candado para que el
must carry y el must offer no se ofreciera a empresas con ese mismo
porcentaje de dominio del mercado.
En otras palabras, argumentaron
Slim y sus principales asesores, la reforma tenía una “clara
dedicatoria” al magnate de las telecomunicaciones, ya que no afectaba de
igual forma a su exsocio y actual competidor, Grupo Televisa, asociado
desde el año pasado con Grupo Iusacell, de TV Azteca.
El domingo
10, Azcárraga Jean también hizo una visita sorpresiva a Palacio
Nacional. Los testigos relatan que llegó con una carpeta de papeles. Se
reunió también con Videgaray, auténtico artífice y redactor de buena
parte de las medidas de desconcentración económica de la reforma.
Como
a Slim, el secretario de Hacienda tuvo que convencer a Azcárraga Jean
de que la reforma no lo iba a afectar tanto. Y era cierto. Los criterios
para ordenar medidas a fin de eliminar barreras a la competencia y la
libre concurrencia, así como para “ordenar la desincorporación de
activos”, establecidos en la reforma al artículo 28 constitucional,
privilegió criterios de servicios de telecomunicaciones (tarifas,
porcentaje de usuarios, interconexión, etcétera) y no los propios de los
servicios de radiodifusión (concentración de concesiones, publicidad,
audiencia y producción y distribución de contenidos).
El “candado”
regulador que afectaba más a Grupo Televisa y a su socio TV Azteca
establece que ninguno de ellos podía participar en ninguna nueva
licitación de televisión abierta si tenían más de 12 MHz. Ambos poseen
más de tres canales de televisión (cada uno tiene 6 MHz).
De
última hora, Azcárraga Jean logró frenar la posibilidad, planteada en el
Consejo Rector, de que también se abriera al 100% la inversión
extranjera en radio y televisión. Argumentó que son mercados distintos. Y
consiguió que se mantuviera el límite de 49% de inversión foránea.
La
incomodidad de los dos principales monopolios en telecomunicaciones y
en radiodifusión frente a la reforma por venir fue frenada con promesas y
acuerdos que aún no están del todo claros.
Caída en la bolsa
Paradójicamente,
la reforma que va a afectar a los monopolios fue “saludada” por Grupo
Televisa y por América Móvil, así como por otros agentes que pretenden
competir en el mercado, como Grupo MVS, que acabó enfrentado con el
gobierno de Felipe Calderón por el “rescate” de la banda 2.5 GHz.
Grupo
Televisa, poseedor de 70% de las concesiones en televisión abierta, 60%
de los suscriptores en la industria por cable y que acapara más de 50%
del mercado publicitario nacional y de la producción y distribución de
contenidos, emitió un comunicado para anunciar que continuará con sus
inversiones.
“Grupo Televisa ha realizado inversiones importantes y
se ha preparado para competir ahora en un campo más parejo, con nuevas
reglas del juego, como las que contempla la reforma que toma en
consideración las asimetrías existentes en el sector”, afirmó el
comunicado del lunes 11.
Desde la mañana, a través de su cuenta de
Twitter, Azcárraga Jean escribió: “Ya se presentó la
#ReformaTelecomunicaciones. Tiempo de grandes retos y también de
oportunidades. Bienvenida la competencia”.
Durante las primeras
horas posteriores al anuncio de la reforma, realizado por el jefe del
Ejecutivo en el Museo Tecnológico de la Comisión Federal de
Electricidad, América Móvil mantuvo un extraño silencio; finalmente, en
un escueto comunicado difundió que recibía “con beneplácito” la
iniciativa de reformas constitucionales y “celebraba la apertura de una
nueva etapa” en el desarrollo del sector.
La empresa más poderosa
en telecomunicaciones, que controla 70% del mercado de telefonía móvil,
80% de telefonía fija y 71% del internet alámbrico en México, afirmó que
daba la bienvenida, como lo ha planteado en varias ocasiones, “al
incremento de la participación al 100% de la inversión extranjera en
telecomunicaciones, factor necesario para incrementar la demandante
inversión, tanto local como externa, que requiere el sector”.
A
pesar del beneplácito de ambos actores dominantes, el mercado bursátil
opinó lo contrario: las acciones de América Móvil disminuyeron 2.64% ese
mismo día y las de Televisa 1.36%.
Tres días después, la más
afectada fue América Móvil, al acumular un decremento de casi 13%,
mientras que sus acciones en el mercado bursátil de Estados Unidos
disminuyeron 11.4%. Esta baja representó una pérdida de 9 mil 201.43
millones de dólares para América Móvil, superiores a los 7 mil 500
millones de dólares que obtuvo la compañía por concepto de utilidades en
2012.
A su vez, Televisa tuvo un retroceso de 3.1% en el valor de
sus acciones, que representaron pérdidas por 678.5 millones de dólares,
mientras que los títulos de TV Azteca descendieron 5.1%, lo cual
equivale a una pérdida de 76.4 millones de dólares.
La historia
La
historia de los dos grandes monopolios de radiodifusión y
telecomunicaciones en México muestra que su crecimiento, expansión y
privilegios sólo fueron posibles a través de decisiones
presidencialistas. Y lejos de afectar o aminorar su poder, cada reforma
los ha fortalecido.
En especial, la historia de Grupo Televisa va
de la mano con el monopolio del poder político y del control de la
opinión pública en la era dorada del PRI. La primera concesión
televisiva se dio cuatro años después de la fundación del Revolucionario
Institucional, al inicio del sexenio de Miguel Alemán, “el cachorro de
la revolución”.
En el alemanismo se otorgaron las tres primeras
grandes concesiones de televisión pública que posteriormente se
fusionaron en Telesistema Mexicano, dirigido por Emilio Azcárraga
Vidaurreta, El León, cabeza de la dinastía que ha dominado este mercado.
En
1950 se le otorgó a Rómulo O’Farrill la concesión de XHTV, Canal 4; en
1951 a Azcárraga Vidaurreta la de XEW TV, Canal 2, y en 1952 al
ingeniero Guillermo González Camarena, creador de la televisión a color y
considerado una especie de prestanombres del alemanismo, la concesión
de XHGC Canal 5. Un lustro después, las tres señales se fusionaron para
crear Telesistema Mexicano.
En 1973, tras el fallecimiento de
Emilio Azcárraga Vidaurreta, su hijo Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre,
se quedó al frente de Telesistema. Tras un primer enfrentamiento con el
presidente Luis Echeverría Álvarez, quien amenazó incluso con suprimir
las concesiones, la empresa de Azcárraga Milmo quedó más fortalecida.
Absorbió la concesión de XHTMTV Canal 8 y se creó Televisión vía
Satélite (Televisa), inicio del verdadero imperio televisivo de los
Azcárraga.
Durante los ochenta, El Tigre logró la expansión y
consolidación de Grupo Televisa. Se convirtió no sólo en el auténtico
“quinto poder”, sino en el vocero del sistema. “Soy un soldado del PRI”,
se justificó cuando se le criticó en 1986 su cobertura sesgada a favor
del fraude electoral en Chihuahua.
El mejor sexenio para Azcárraga
Milmo fue el de Carlos Salinas de Gortari, el mismo presidente que
ofreció oponer una competencia al poder de Televisa, cuando ordenó la
licitación de las señales del Instituto Mexicano de Televisión
(Imevisión), que en 1993 fue vendida al empresario de electrodomésticos
Ricardo Salinas Pliego. La operación fue criticada y luego se confirmó
que hubo inversión del “hermano incómodo” del presidente, Raúl Salinas
de Gortari.
Salinas también decidió licitar en 1990 las acciones
de Teléfonos de México para dárselas a Carlos Slim, un hábil
inversionista financiero beneficiado con la burbuja bursátil de
1986-1987. Asociado con South Western Bell, France Telecom y empresarios
mexicanos, Slim ganó la licitación para adquirir 10.4% del capital
social de la empresa que pronto se convirtió en una auténtica “mina de
oro”.
Durante décadas Telmex fue la única compañía con cobertura
nacional en materia de telefonía. En septiembre de 2000 realizó la
escisión de sus negocios de celulares y creó la empresa América Móvil,
controladora de Radiomóvil Dipsa, de Telcel.
A partir del dominio
de la telefonía fija, sin ningún órgano regulador que realmente pusiera
contrapeso a su crecimiento y a sus tarifas, la expansión de la
telefonía celular de Slim fue exponencial. En 1992 sólo tenía 146 mil
usuarios y 10 años después, en 2002, los clientes de Telcel llegaron a
17 millones; para 2012 sumaron 65 millones.
Paradójicamente, un
“candado” para evitar que Emilio Azcárraga Milmo adquiriera Telmex se
convirtió en el origen del conflicto entre la compañía telefónica y la
televisiva durante los últimos seis años. En la cláusula 1.9 del título
de concesión de Telmex se le prohíbe a esta empresa dar servicios de
televisión restringida. Y hasta ahora no se ha podido cambiar esta
restricción.
En 1997 falleció El Tigre y el presidente Ernesto
Zedillo operó para que al frente de Grupo Televisa quedara Emilio
Azcárraga Jean, El Tigrillo. El gobierno federal apoyó para evitar la
insolvencia financiera de Grupo Televisa, le condonó deudas fiscales y
permitió que el heredero de El Tigre pasara de tener 10% a 50.1% del
control accionario de la compañía.
Con la intención de regular el
poder dominante de Slim, el gobierno de Zedillo decretó una nueva Ley
Federal de Telecomunicaciones y creó la Comisión Federal de
Telecomunicaciones (Cofetel), el órgano regulador que nació débil y sin
capacidad para frenar los millonarios intereses del sector.
Complicidades
Los
12 años de la alternancia del PAN en la Presidencia de la República no
afectaron en lo más mínimo a los dos grandes consorcios. Por el
contrario, Slim se volvió el hombre más rico del mundo durante este
periodo, y Azcárraga Jean dejó de ser un “soldado del PRI” para
proclamar desde 2004 que “la democracia es un buen negocio” y Televisa
se benefició ampliamente al convertir la competencia partidista en un
mercado de control de los contenidos.
La promesa de una reforma
integral a la Ley Federal de Radio y Televisión, discutida en el seno de
la Secretaría de Gobernación entre 2001 y 2002, abortó con el famoso
decretazo de octubre de 2002. El gobierno de Vicente Fox y de Marta
Sahagún cedió por completo a las presiones y demandas de Televisa.
En
diciembre de ese año, TV Azteca se apropió mediante la fuerza de la
señal de Canal 40, en el episodio conocido como El Chiquihuitazo. La
reacción de Fox ante el uso ilegal de grupos armados propios para
quedarse con esta concesión de televisión metropolitana no pudo ser más
reveladora de la debilidad o la complicidad presidencial.
“¿Y yo
por qué?”, respondió Fox cuando le preguntaron por qué no intervino su
gobierno en el aparatoso operativo de la gente de Ricardo Salinas
Pliego.
En 2004, el gobierno foxista prorrogó hasta 2021 las
concesiones de Televisa y de TV Azteca. En 2005 le entregó 130 permisos
al consorcio de Azcárraga Jean para que entrara al negocio de los
centros de apuestas, y en 2006 avaló la contrarreforma conocida como Ley
Televisa, aprobada en menos de 15 minutos y sin discusión previa en la
Cámara de Diputados.
El gobierno de Felipe Calderón decidió
beneficiar abiertamente a Grupo Televisa y a su socio TV Azteca, a
cambio de que ambos consorcios lo apoyaran en su cruzada contra el
narcotráfico y no revivieran la crisis de legitimidad con la que llegó
al poder en 2006.
A cambio, propició una ruptura entre las
televisoras y el consorcio de Carlos Slim. Detuvo durante un sexenio el
ingreso de Telmex al mercado del triple play, mientras que Televisa se
convirtió en este periodo en el agente dominante también en el mercado
de televisión restringida: adquirió Cablemás, TVI, fortaleció
Cablevisión y Sky hasta llegar el dominio de más de 50% de este mercado.
Al
término de su sexenio, Calderón aprobó dos medidas polémicas: la fusión
de Televisa y Iusacell, compañía de Ricardo Salinas Pliego, con lo que
el duopolio televisivo se convertiría en un solo bloque, y “rescató” los
190 MHz de la banda 2.5 GHz. que controlaba en su mayoría el Grupo MVS,
de Joaquín Vargas, en medio de un escándalo público sobre presiones
gubernamentales.
El gobierno de Peña Nieto inició con la promesa
de regular los monopolios, acabar con los “poderes fácticos” y alentar
la competencia. La sombra de un presidencialismo que acabó por
beneficiarlos, en lugar de reglamentarlos, está presente de nuevo.
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