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viernes, noviembre 26, 2010

AMLO Hemiciclo a Juárez conmemoración Revolución Mexicana

Andrés Manuel López Obrador AMLO en el Hemiciclo a Juárez conmemoración Revolución Mexicana un paso por la historia de México, la razón se encuentra en ella, y ella está con nosotros.

http://www.youtube.com/watch?v=4wHHzTDIfF8

http://www.youtube.com/watch?v=SdDsNiqCIUQ

http://www.youtube.com/watch?v=Wf8oeVkOt_4

lunes, noviembre 22, 2010

Victoriano Huerta, el traidor sobreviviente

Victoriano Huerta. Admiración.

Miguel Ángel Granados Chapa

MÉXICO, D.F., 22 de noviembre.- Si Victoriano Huerta y su red de secuaces pensaron que la historia los absolvería, se equivocaron. Sus nombres han sido y seguirán ligados a la más baja actitud en el espectro cristiano de la existencia: la traición.”

Tal dijo Enrique Krauze –Premio Nacional de Ciencias y Artes 2010 en el campo de la historia– hace 17 años, con motivo del octogésimo aniversario del asesinato de Madero, a manos de los esbirros de la fiera de Colotlán. Asombrado, he visto cómo el equivocado fue Krauze. Huerta es admirado, “mucho” o “algo”, por 41% de los entrevistados en una encuesta levantada en vísperas de celebrar el centenario del comienzo de la Revolución.

El Grupo Reforma –que publica el diario de ese nombre en la Ciudad de México, así como El Norte, en Monterrey, y Mural en Guadalajara– realizó ese sondeo por el 5 y 6 de noviembre. “Los resultados son representativos de los adultos que tienen una línea telefónica en su domicilio”, se explica en la nota metodológica. No sorprende que los protagonistas de la Revolución más admirados sean Zapata y Villa, por encima de Madero. Me dejó estupefacto, en cambio, que un porcentaje tan alto –cuatro de cada 10– admiren al traidor de febrero de 1913, si bien esa cifra es menor que la de los encuestados que lo execran, que llega al 46%.

Quizá aferrado en exceso a mi subjetividad, me parece que es necesario explicarnos lo que juzgo una anomalía, que lo es no condenar de modo unánime a ese chacal. Ese error moral puede deberse a ignorancia, es decir, a no saber quién fue Huerta, qué hizo y a quién. También podría ocurrir que ese resultado sea producto de la confusión, y que la gente que dijo admirar a Victoriano Huerta haya creído opinar en favor de Adolfo de la Huerta, el sonorense que rompió con Obregón, su amigo y jefe, 10 años después de la felonía del jalisciense.

Sería más sorprendente, sin embargo, que la admiración por Huerta proviniera de la información de que dispone el grueso de la sociedad, una información que trate con lenidad al asesino de Madero. En refuerzo de esa hipótesis recuerdo la normalidad con que el secretario de Gobernación Carlos Abascal ordenó incluir al traidor en la galería de sus antecesores, como si hubiera ocupado ese cargo en circunstancias normales, que no fueran producto de un forzamiento militar. En esa misma línea de la interpretación panista de la historia, encuentro natural el modo benevolente en que la página oficial del centenario de la Revolución, el sitio del gobierno de la República presenta la ficha biográfica de Huerta.

Afirma que participó “en la pacificación de Yucatán en 1901”. Ese es el modo porfirista de referirse a la gran matanza de indios mayas ordenada desde el centro y ejecutada con gran brutalidad por Huerta, que con la experiencia de ese lance también incurrió en genocidio contra el pueblo yaqui. Es peor, sin embargo, el perdón que la historia oficial del presente extiende a Huerta. Lo llama “presidente interino”, en vez de llamarlo sencillamente “espurio”, pues si bien el Congreso le extendió el nombramiento, lo hizo forzado por el peso del Ejército al que Huerta había vuelto contra su jefe legítimo.

Taimado, Huerta había transitado de su condición de alto comandante del Ejército federal a ganar la confianza de Madero. Cuando el 9 de febrero de 1913 se inició lo que pretendía ser la contrarrevolución, la restauración del antiguo régimen con Bernardo Reyes a la cabeza, en el ataque de un batallón de la escuela de aspirantes al Palacio Nacional el defensor del baluarte, el fiel general Lauro Villar, fue herido, por lo que se hizo necesario reemplazarlo. Para ello, según refiere Vasconcelos en su Ulises criollo, Madero aprovechó “el ofrecimiento que en ese instante hizo de su espada el general Victoriano Huerta. De momento se había convertido así en el jefe militar del país”.

Impedidos de tomar la sede del gobierno, a la que llegó Madero para simbolizar que estaba en pleno ejercicio del poder, los rebeldes encabezados por el sobrino de su tío, Félix Díaz, y por el también traidor general Manuel Mondragón, se hicieron fuertes en la Ciudadela. Desde allí atacaron el Palacio Nacional. Huerta no combatió con toda su fuerza a los alzados: “Aun para los que no estaban acostumbrados a observar el desarrollo de una acción militar –reflexionó el después general Francisco L. Urquizo–, la batalla por la recuperación de la Ciudadela ya estaba resultando un tanto rara, extraña, fuera de lo que era natural que de ella se esperara, sobre todo si se tomaban en cuenta las declaraciones que reiteradamente había hecho el comandante militar de la plaza y jefe de las operaciones en la ciudad, general Victoriano Huerta, quien había asegurado una y otra vez, ante quien quiso oírlo, que tomar posesión de la Ciudadela y acabar con sus defensores era una operación sumamente sencilla y que no entrañaba ningún peligro de fracaso”.

Semejante extrañeza manifestó Vasconcelos mientras los sucesos ocurrían: “¿Por qué, pregunté dirigiéndome al ministro de Guerra tras uno de esos disparos, por qué los sublevados tienen tan buena puntería y en cambio los nuestros nunca le pegan a la Ciudadela? ¿Por qué no asaltan y acaban en dos horas con ese manojo de ratas?, insistí. Es una vergüenza que 400 hombres tengan en jaque a toda la nación que está en paz y apoya al gobierno”.

Era que la traición estaba en curso. El historiador Stanley R. Ross fija su consumación a pocas horas después de iniciada la Decena Trágica, como se llamó al tenso e intenso periodo del 9 al 22 de febrero: “El martes 11, a las 10.30 de la mañana, escasamente 15 minutos después de que empezó la ofensiva federal, el general Huerta y Félix Díaz conferenciaban (…) El primer fruto del pacto se produjo en las horas avanzadas de la tarde, cuando a un destacamento de las fuerzas rurales se le ordenó avanzar al descubierto sobre la calle de Balderas. Las ametralladoras de los rebeldes de la Ciudadela (…) hicieron pedazos la cerrada formación de los rurales”.

Alfonso Taracena retrata, como si hubiera estado presente, la dimensión del fingimiento del traidor ya en obra: “Un armisticio concertado al amanecer es roto a las 2.00 de la tarde, debido a que no se llega a un acuerdo para la introducción de víveres en la Ciudadela, si bien Huerta dice a Madero que debían enviar a los sublevados hasta mujeres y licores para que cuando la fortaleza caiga no quede uno de ellos en toda la ciudad. Y levanta al presidente diciéndole: ‘Está usted en brazos del general Victoriano Huerta’”.

El 18 de febrero se precipitan los acontecimientos. Huerta se descara y arresta personalmente a Gustavo A. Madero, hermano del presidente, conocido por su influencia sobre don Francisco, y a éste mismo, en el Palacio Nacional. Para garantizar la paz según su modo de entenderla, el embajador estadunidense Henry Lane Wilson reúne en su oficina al rebelde Díaz y al infidente Huerta. El acuerdo entre ambos estaba siendo puntualmente cumplido, pero el diplomático metiche quiso ser parte y beneficiario del convenio. Allí se firmó el Pacto de la Embajada, según el cual Huerta asumiría la Presidencia y convocaría a elecciones que ganaría el sobrino del dictador huido a Francia; los intereses estadunidenses quedarían bien preservados en uno y otro caso.

El 19 de febrero Madero y el vicepresidente Pino Suárez, prisioneros en Palacio, son obligados a renunciar. Una Cámara entre timorata y temerosa acepta las dimisiones. El secretario de Gobernación, Pedro Lascuráin, suple a los renunciantes durante 45 minutos, suficientes para nombrar secretario de Gobernación a Huerta, que ha urdido toda la trama. Lascuráin se retira y Huerta es presidente. Que los reaccionarios en 1913 y en 2010 lo llamen “interino” no lo libra de su verdadero carácter de espurio.

Su felonía irá aún más lejos. Huerta mismo y el embajador de Washington engañan al cuerpo diplomático y a la familia de Madero, a quienes aseguran que el expresidente podrá salir al exilio. En vez de eso, Huerta ordena el traslado de sus eminentes prisioneros a Lecumberri. Y en el camino, los matones Cárdenas y Pimienta, a las órdenes de Aureliano Blanquet, un feroz traidor casi a la altura de Huerta y acatando instrucciones del espurio, asesinan al presidente y al vicepresidente. Como ocurre en 2010, se simula un tiroteo, y se informa que Madero y Pino Suárez fueron víctimas del fuego cruzado entre sus custodios y una banda que pretendió rescatarlos. Un daño lateral, pues.

Huerta se rodea de gente “decente” que no vacila en servir a un asesino, a quien en vez de vituperar se ensalza por haber salvado a México del peligro que era Madero para el país. En los siguientes meses, el espurio se portó como quien era: “En la persecución a los opositores a su gobierno destacó el asesinato del senador Belisario Domínguez y de los diputados Serapio Rendón y Adolfo Gorrión, así como el encarcelamiento de los integrantes de la legislatura, con el fin de elegir otra que aprobara todas sus medidas”, escribe el doctor Álvaro Matute en la muy sintética visión de esta época aparecida en la Historia de México, un volumen coordinado por la doctora Gisela von Wobeser, directora de la Academia Mexicana de la Historia con que el gobierno de Calderón festejó los centenarios.

“Huerta –continúa– se enfrentó al problema de que a pocos días de tomar el poder hubo cambio en el gobierno de Estados Unidos. El nuevo presidente Wodrow Wilson no aprobó la manera mediante la cual Huerta había llegado al poder y no le otorgó reconocimiento diplomático. Más adelante, ya en 1914, un incidente naval en Tampico, donde fue atacado un barco de Estados Unidos, propició el desembarco de tropas de ese país en Veracruz. Así, el gobierno de Huerta tenía que atacar varios frentes: la intervención, el Ejército Constitucionalista que avanzaba del norte al centro del país, y los zapatistas en el sur.”

Tras sucesivas derrotas militares, Huerta tuvo que renunciar el 15 de julio de 1914 y huyó del país. Pretendió volver año y medio después, y se radicó en El Paso, en una finca de su propiedad. Pero por burlar la ley migratoria (y hacer un guiño de buena voluntad al triunfante carrancismo) fue llevado preso a Fort Bliss. Allí murió víctima de cirrosis hepática. El salvaje bebedor que fue sucumbió al alcohol el 13 de enero de 1916.

En noviembre de 2010, vísperas del centenario de la Revolución que combatió, su recuerdo sobrevive, no sólo para su mal, pues sorprendentemente hay mexicanos que lo admiran.

Qué le vamos a hacer.

domingo, septiembre 19, 2010

LAS ABERRACIONES HISTÓRICAS DE LA DERECHA PANISTA EN ESTE BICENTENARIO

Definitivamente la imbecilidad PANista da tema para debate y discusión en este bicententario.

No omitiré, de entrada, recordar por el puro placer de recordarlo: PERO QUERÍAN FRAUDE, ¿NO?... y como he sostenido (y muchos lo han hecho también): viviendo en una sociedad, un mal acarrea a otro, puesto que como sociedad, resulta que las situaciones se dan como una fila de fichas de dominó que caen en cascada, es por esto que reitero una y otra vez cómo el fraude electoral ha derivado en tantas injusticias, aberraciones y sin-sabores para muchos mexicanos en lo que va de este sexenio usurpado.

Ok, ya bastante se ha hablado y difundido una nota que llama la atención por los "héroes" a quienes se está reconociendo como tales: Victoriano Huerta y Porfirio Díaz. Para recordar y afianzar, aquí.

Ahora tenemos una mala-nueva reciente: la aparición de un coloso en pleno Zócalo de otro personaje nefasto para nuestra Historia: un tal Benjamín Argumedo. ¿Y quién fue?... dejemos que Pablo Moctezuma nos lo explique mejor:
"Dentro del desfile del 15 de septiembre de Chapultepec al Zócalo con motivo del bicentenario se dio gran realce a una figura de 20 metros de altura llamada El Coloso, que representa al contrarrevolucionario y traidor Benjamín Argumedo, quien apoyó el levantamiento reaccionario de Pascual Orozco contra Madero, reconoció al gobierno usurpador de Victoriano Huerta y combatió a los revolucionarios. Argumedo fue feroz enemigo de Pancho Villa en Durango y Coahuila, fue derrotado por Francisco Murguía y murió fusilado por los carrancistas como traidor que era. Y hoy en 2010 se busca rescatarlo del basurero de la historia. De esta manera, a la par que desprestigian y banalizan a los verdaderos héroes, tratan de enaltecer a los traidores como fue Argumedo. Esto es sólo un botón de muestra del contenido de las celebraciones en las que el gobierno actual ha derrochado casi 3 mil millones, con tal ineptitud que no acabaron ni siquiera la Estela de Luz o el Parque Bicentenario de Azcapotzalco."

Pablo Moctezuma Barragán'
Fuente, aquí.

También fue tema de debate y discusión con Carmen Aristegui:

http://www.youtube.com/watch?v=yMf8tjboAZ4


El coloso del Zócalo ¿héroe anónimo o rebelde traidor?

No es un héroe, según la historia, masacró chinos, combatió a Pancho Villa y traicionó a Emiliano Zapata.

Por: Paulina Maldonado
Villahermosa, Tabasco

"El Coloso" de 20 metros de altura y 8 toneladas, elaborado por Juan Carlos Canfield en Cuernavaca Morelos y mencionado por algunos conductores como 'Héroe anónimo', en el espectáculos más caro del país por ser Bicentenario,no es ni anónimo, ni tan héroe y mucho menos un sinónimo de unión.

Este 'muñecote' de poliuretano expandible de alta densidad, existió en la vida real y se llamó Benjamín Argumedo, nació allá por el 1876 en la comarca lagunera; le apodaban 'El Tigre de la Laguna' y combatió para los bandos del gobierno y de los rebeldes; fue uno de los principales adversarios del General Francisco 'Pancho' Villa.

Sastre y talabartero, como muchos en esa región, no poseía tierras. No se sabe con certeza si Benjamín Argumedo participó en actividades prerrevolucionarias. Sin embargo durante la época de asaltos a Haciendas Argumedo participó en estos desórdenes. También se dice que Argumedo estuvo a la cabeza de las guerrillas de Gilita y Matamoros.

MASACRO A CHINOS

Bajo la falsa excusa de que un chino tratando de defender su vida hizo un disparo contra los agresores, Benjamín Argumedo dio la orden de "maten a todos los chinos"(15 de mayo de 1911); 303 ciudadanos chinos fueron masacrados.

CONTRA EL GOBIERNO

Al triunfo del maderismo nuevos conflictos surgieron en la región: Benjamín Argumedo fue uno de los primeros en declararse en contra del nuevo gobierno. Perteneció al 20o. Cuerpo Rural, a las órdenes de Sixto Ugalde y estaba insatisfecho por que sus méritos no fueron lo suficientemente importantes para darle el mando de su propio cuerpo rural. A principios de 1912 varios grupos de trabajadores agrícolas se revelaron bajo las órdenes de Argumedo, Pablo Lavín y José de Jesús Campos. No tenían un objetivo claro, pero sus filas se incrementaron por el creciente desempleo en la región.

HUERTISMO

Cuando Victoriano Huerta tomó el poder su situación cambio de bandido a hombre de orden. En los primeros días de febrero de 1913 Argumedo se encontraba merodeando en Zacatecas y San Luis Potosí; donde fue derrotado en la Hacienda de Santo Domingo el 10 de febrero. Esta fue su última batalla como rebelde, puesto que reconoció al gobierno Huertista en marzo; fue nombrado General Brigadier del Ejército Federal. La tarea de Argumedo no fue fácil: tuvo que enfrentar a los constitucionalistas, que en la región estaban al mando de Francisco Villa y de Tomás Urbina.

Su mplestia crecia por no poder vencer al Centaurod el Norte, y cuando los constitucionalistas vencen sobre Huerta, cambia de bando, nuevamente.

REBELDE Y TRAIDOR

Se negó a aceptar los Tratados de Teoloyucan y se levantó contra el gobierno de Venustiano Carranza, convirtiéndose otra vez en rebelde. Empezó a operar en la frontera de Puebla y Morelos, en ocasiones al lado de Juan Andrew Almazán e Higinio Aguilar, en otras, al lado de Emiliano Zapata, a quién luego traicionaría.

Pronto fue derrotado en Puebla, donde fue herido, después lo enviaron a defender Tezontepec y siguió paticipando en otras actividades militares, donde fue constantemente derrotado.

A finales de enero de 1916 las fuerzas de Domingo Arrieta y de Fortunato Maycotte derrotaron a Argumedo, quién resultó gravemente herido. Argumedo se ocultó en la Sierra de los Reyes, pero el General Francisco Murguía lo aprehendió el 4 de febrero en el Rancho El Paraíso. Lo enviaron a Durango, donde un consejo de guerra extraordinario lo condenó a pena de muerte. Fue fusilado el primero de marzo de 1916.

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Televisoras mexicanas tergiversan historia para manipular celebración del Bicentenario

Los medios de comunicación privados de México intentan tergiversar acontecimientos de la historia del país para manipular la celebración del Bicentenario de la Independencia. Denuncian que detrás de televisoras mexicanas están consorcios y trasnacionales estadounidenses.
El historiador Germán Yépez sostuvo que medios de comunicación en México están tergiversando la historia. (Foto: teleSUR)
León indicó que detrás del concurso Iniciativa México están intereses de Washington. (Foto: teleSUR)


El historiador venezolano Germán Yépez sostuvo este martes que los medios de comunicación mexicanos, entre ellos TVAzteca y Televisa, intentan manipular la celebración del Bicentenario de la Independencia de esa nación presentando hechos históricos del país de manera tergiversada.

"Estos grupos mediáticos intentan manipular, tergiversar, el carácter subversivo, insurreccional y popular que tiene la gesta independentista'', sostuvo Yépez en declaraciones ofrecidas a teleSUR.

Yépez sostuvo que en el proceso de manipulación que realizan los canales de televisión sobre la historia de México están involucradas trasnacionales y consorcios estadounidenses y europeos, los cuales pretenden minimizar los acontecimientos ''de manera que los procesos de independencia no puedan servir como referencia, como estímulo'' para los mexicanos.

De esta manera el historiador se refirió al concurso de nombre Iniciativa México, impulsado por el canal de televisión mexicano Televisa y patrocinado por gran parte de los medios de comunicación de esa nación norteamericana, el cual consiste en la presentación de planes de acción social o ecológica para cambiar al país por parte de ciudadanos mexicanos o instituciones en el contexto de la celebración del Bicentenario.

''La idea de iniciativa México surgió en Televisa (...) posteriormente, se fueron invitando a todos los demás medios electrónicos e impresos que conforman el consejo consultivo'', expresó en una entrevista la
directora de la iniciativa, Tania Esparza Oteo, quien no identificó a los patrocinadores de proyecto ni a los miembros de la junta directiva.

México posee cuatro canales de televisión de señal abierta, de los cuales dos controlan el 94 por ciento de la audiencia: TVAzteca y Televisa.

Ante esto, Yépez enfatizó que las grandes televisoras de México, influidas por consorcios estadounidenses, ''desarrollan una serie de iniciativas para tratar de controlar minimizar y banalizar el Bicentenario''.

También sobre este tema, el periodista mexicano, Fernando León, dijo en entrevista concedida a teleSUR que las televisoras de su país presentan una visión de los protagonistas de la historia mexicana muy distanciada de lo que es la realidad, tratando de desviar la atención de los acontecimientos de la Revolución Mexicana, que este año celebra su centenario.

''Lo que se está resaltando más es la caracterización del individuo muy alejada de la historia colectiva del país (...) Están enfocándose en lo que es la Independencia y están dejando de lado lo que es la Revolución'', manifestó León.

En cuanto al concurso Iniciativa México, León indicó que no se tiene certeza de la personas que coordinan la selección de los proyectos de ese programa.

Agregó que dentro del concurso se encuentra involucrada una organización sin fines de lucro de Estados Unidos de nombre Ashoka, lo hace pensar que es Washington quien está detrás de la selección de los proyectos.

''Nos hemos dado cuenta que en realidad es una iniciativa bastante amañada (...) Tiene bastante interrogantes detrás de sí (...) Esta extraña aparición de Ashoka está dada a pensar que es Washington quien esta seleccionando el proyecto'', dijo el periodista en su diálogo con teleSUR.

La celebración del Bicentenario de la Independencia en México se inició en el mes de mayo con la proyección de material audiovisual que exponía los principales acontecimientos históricos de ese país norteamericano.

Luego de la proyección del video en el Distrito Federal de México, la presentación se dirigió a Tepic, capital del estado mexicano de Nayarit, y terminará en diciembre próximo nuevamente en la Ciudad de México.

Durante el presente año, varios países latinoamericanos han celebrado el Bicentenario de sus procesos independentistas, entre ellos Argentina, Bolivia, Colombia, Chile y Venezuela.


miércoles, septiembre 15, 2010

En la búsqueda de la memoria colectiva mexicana


A la Universidad Nacional Autónoma de México.
Sitio de privilegio de la memoria colectiva mexicana.
En su centenario.


MÉXICO, D.F., 14 de septiembre.- Las fechas precisas conllevan el grave inconveniente de constituirse en certidumbres someras y rígidas y el calendario mexicano no ha escapado a esta regla. Nuestras conmemoraciones se han convertido en rituales en una sociedad que los ha abandonado; en sacralidades pasajeras en una sociedad desacralizada; en signos de reconocimiento y pertenencia a comunidades en una sociedad que hasta hace poco únicamente reconocía a individuos… Al margen de estos rituales, habría que inquirir en cómo la sociedad mexicana se contempla ahora frente al espejo del Bicentenario.
La conmemoración da cuenta de tensiones y contradicciones que oscilan entre la conciencia de la distancia y la voluntad de abolirla, entre la espontaneidad festiva y la institucional que la sofoca, entre la conservación anquilosante y la apertura hacia el futuro, entre la fidelidad del mensaje y la de su adaptación al presente.
El modelo gubernamental empleado para la conmemoración del Bicentenario presupone una magnificencia impersonal y afirmatoria; presupone igualmente la unidad de una historia épica y combativa en donde los pasajes oscuros se confinan al culto privado de la memoria. El gobierno queda así como el gran ordenador de la conmemoración y su único oficiante.
La conmemoración nacional y cívica queda oculta en la sombra de las ambiciones políticas. Esta festividad persigue fechas y figuras a conmemorar, a unas las ignora y a otras las multiplica. Se ha pretendido postular la unidad nacional por la uniformidad y se ignora que se ha reconocido nuestro carácter pluricultural, en donde priva la diversidad en la unidad. La ironía consiste en que esta conmemoración constata la disolución del mito nacional que vinculaba el futuro con el pasado. El desplazamiento del mito por la memoria colectiva supone una mutación profunda: la transición de la memoria histórica de la nación a una memoria social. El Bicentenario debería haberse convertido en un activo de la memoria colectiva y convertirse en tal virtud en un equema unificador.
Este modelo soslayó el análisis de tópicos fundamentales, como son los vínculos entre memoria histórica y memoria colectiva, entre memoria colectiva y poder y entre memoria colectiva y los sitios en donde ésta se ha cristalizado. Ignoró finalmente la metamorfosis que ha experimentado la sociedad mexicana que la ha hecho transitar de una historia nacional y de memorias particulares a una memoria colectiva cuya identidad radica en la reivindicación constante de un patrimonio fragmentado, en estado permanente de multiplicación y con una búsqueda constante de cohesión.
Nuestro pasado no preconstituye más una garantía para el futuro. Esta es la razón principal de la memoria colectiva: es un agente dinámico y el único que puede asegurar la continuidad de nuestro pasado. El pasado y el futuro mexicano han sido sustituidos por el presente y por nuestra memoria colectiva. Los tres grandes ejes de la memoria colectiva mexicana contemporánea que se entrecruzan resultan ser: la identidad, la memoria y el patrimonio cultural. La identidad significa una singularidad que elige, una especificidad que asume y una permanencia que reconoce; la memoria significa a su vez nuestros recuerdos, nuestras tradiciones, nuestros usos y costumbres; y en lo que respecta a nuestro patrimonio cultural, éste transitó del bien que se posee como herencia al bien que nos constituye y nos forma.
Las sociedades, en su evolución en la segunda parte del siglo XX, se han visto confrontadas con el reto que representa la formación de la memoria colectiva; en esta confrontación se han visto inmersas por consiguiente las clases dominantes y las dominadas, que luchan por el poder y por la vida, por el progreso y por la sobrevivencia.
El control de la memoria colectiva y del olvido es una de las grandes preocupaciones de clase, de comunidades y de individuos; en este sentido la memoria colectiva no es solamente una conquista, sino un instrumento y un objetivo del poder. La memoria colectiva es un elemento en la búsqueda incesante de identidad. Esta búsqueda de identidad es una de las actividades fundamentales de los individuos y de las sociedades contemporáneas, y su estudio uno de los análisis fundamentales de nuestro tiempo.
La fragilidad de la identidad la constituye su vínculo complejo con el tiempo social. Esta es una dificultad primaria que justifica precisamente el recurso a la memoria, en tanto componente temporal de la identidad, en conjunción con la evaluación del presente y la proyección del futuro. El centro del problema es la movilización de la memoria al servicio de la búsqueda, de la demanda, de la reivindicación de identidad. La fragilidad de nuestra identidad consiste en la precariedad de las respuestas, que pretende reducir a recetas la identidad proclamada y reclamada.
Cuando enfrenta su pasado, la comunidad toma conciencia de su identidad a través del tiempo. La memoria colectiva está sujeta al tiempo social, que es el tiempo vivido. El tiempo social está íntimamente vinculado con la tradición de la comunidad. La representación del tiempo y su ritmo son completamente diferentes a los de la historia. El tiempo en la memoria colectiva no es una serie sucesiva de hechos o una suma de diferencias; resulta todo un equívoco sostener que una mayor concentración de acontecimientos o de diferencias es equivalente a un tiempo prolongado: es olvidar que los acontecimientos dividen en el tiempo, pero no lo remplazan. Se requiere de un tiempo social prolongado para que la acumulación de palabras y de gestos puedan finalmente modificar de forma perdurable las memorias de los entornos de las comunidades, de la imagen que tienen de su pasado. El espíritu busca en el tiempo, en una comunidad determinada, la reconstrucción del recuerdo.
La sociedad mexicana se compone de una multiplicidad de comunidades que tienen su propio tiempo. Lo que distingue los tiempos colectivos en nuestra sociedad no es que unos transcurran más rápidos que otros; se podría sostener incluso que los tiempos sociales no transcurren, ya que cada memoria colectiva puede recordar, y la subsistencia del tiempo es sólo una de sus condiciones.

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A la sociedad mexicana le asiste hoy un deber de memoria que esencialmente es la obligacion de transmitir y de enseñar a la próxima generación. Este deber de memoria constriñe a que continúe la historia bajo el signo de la instrucción; a que se constituya la identidad en el tiempo; es el deber de recordar para preservar el vínculo de nuestra deuda con el pasado. La sociedad mexicana ha transitado de un vínculo de filiación a un vínculo de afiliación de identidad, de un vínculo afirmativo del pasado hacia el presente, a un vínculo inquisitorio del presente al pasado.
Es por ello que el deber de memoria respecto de nuestros ancestros resulta importante: éste coexiste con el deber de anticipación respecto de los descendientes. La acepción jurídica de la filiación que identificaba a los ancestros y a los sucesores se agotó rápidamente. Hoy pervive en la sociedad mexicana la filiación cultural como un vínculo a la vez emocional e intelectual: el lenguaje, el pasado, el futuro, entre generaciones pasadas y futuras. Esta larga cadena entre generaciones que provee el vínculo de identidad se renueva y se actualiza constantemente por la sucesión de generaciones. Es un trabajo incesante y complejo de transmisión y recepción, de recuperación y modificación, de rechazo y reactualización, de registro e innovación. Esto obliga igualmente a desplazar el análisis de la uniformidad impuesta y de la generalidad de la identidad a la identidad regional, que es más propia de nuestra diversidad.
La memorización de la identidad colectiva, motivada entre otros por el interés patriótico, se intensifica con la exaltación de los vestigios del pasado. La misma noción de patrimonio cultural nace concomitantemente con la de Patria. El culto de nuestros monumentos culturales se convierte en una de las defensas de la memoria de nuestra herencia.
El patrimonio es uno de los elementos determinantes de la memoria colectiva contemporánea, que pasó de una acepción prácticamente notarial a una definición mucho más comprensiva: del patrimonio heredado al patrimonio constitutivo de la memoria colectiva de la comunidad.
Este proceso de cristalización de la identidad en el patrimonio cultural describe tres fases: la primera vincula la pasión de identidad con el conocimiento; en esta misma fase, se edifica la defensa, la ilustración, la conservación y la restauración del patrimonio cultural, que promueven fórmulas sociales con un objetivo de conocimiento activo. La segunda fase traduce esta pasión de identidad en un ámbito espacial que se refiere a regiones y territorios emblemáticos, y la tercera convierte la pasión de identidad del presente en una temporalidad orientada, ya que el patrimonio es fatalmente transmisible, sujeto a un tiempo inmóvil que niega su muerte. No habría pasión, en este caso de identidad, si no estuviese acompañada de un deseo de eternidad.
El inventario de nuestro patrimonio cultural está gobernado por el tiempo, es una suerte de memoria condensada que se constituye en la incesante búsqueda de nuestra identidad para convertirse en su emblema y en su imagen. Todos estos bienes repletos de longevidad los hemos recibido de nuestros ancestros, para que a su vez se transmitan de generación en generación. La constitución de nuestro patrimonio cultural es la forma moderna y más refinada del culto a nuestros ancestros. El patrimonio cultural refleja fielmente a una sociedad, es la expresión de su naturaleza y de sus preferencias. Pero el patrimonio también se expresa en el ámbito territorial, cuya significación varía del estrictamente geográfico; se trata de territorios imaginarios, que se erigen como sitios de memoria. El patrimonio cultural es un proceso creativo que se construye dinámicamente hacia el futuro. Es la pasión del futuro la que suscita la constitución del patrimonio.
La identificación de los sitios de la memoria en donde ésta se ha refugiado en este momento particular de nuestra historia resulta de una gran trascendencia. Estos sitios de memoria participan de toda la acepción del término: son simultáneamente materiales, simbólicos y funcionales. En ellos el sentimiento de continuidad de nuestro pasado se ha replegado, ya que los entornos de memoria se han desvanecido.
Es perfectamente perceptible la mutación de naturaleza del patrimonio cultural de una época a otra en nuestra sociedad: de la época histórica a la época de la memoria; de un patrimonio nacional a un patrimonio simbólico e identificador; de un patrimonio heredado a un patrimonio reivindicado; de un patrimonio estatal a un patrimonio social, étnico y comunitario; de un patrimonio restringido a un patrimonio generalizado.
Este tránsito silencioso, pero decisivo, puede ser interpretado en términos lineales como la profundización y la extensión de un movimiento de larga envergadura: primero la constitución de un patrimonio arqueológico, después uno colonial y erudito, y finalmente uno histórico y romántico, bajo el símbolo del nacionalismo, que marca la apoteosis y el enraizamiento de éste último. En nuestros días prevalece la constitución de un patrimonio democrático y grupuscular. Es un progreso continuo de una conciencia patrimonial que hace de nuestra época un pasaje natural. Hemos transitado de un pasado pasivo a un pasado activo, directivo, tributario de múltiples fuentes.
La tradición es una memoria que se convierte en históricamente consciente de ella misma. El análisis de la memoria mexicana se objetiviza en sitios descriptivos o pretendidamente constitutivos de la identidad mexicana, en toda su profundidad real o imaginaria: la antigüedad de sus formaciones sociales y de sus usos colectivos, sus culturas locales inmemoriales y populares, la permanencia de los trazos distintivos de las civilizaciones mexicanas. El basamento del patrimonio cultural está en los valores, generalmente fundacionales, de los tiempos modernos, con proyección al futuro. Es respecto de estas fechas fundacionales que deben determinarse las conmemoraciones.
Nuestro legado cultural no se reduce a un conjunto de obras que los mexicanos debemos respetar, sino aquellas que nos pueden ayudar a sobrevivir. Nuestra herencia cultural es el conjunto de voces que dan respuesta a nuestras interrogantes. El planteamiento que le asiste a nuestra sociedad radica en que en el legado cultural podemos encontrar la voluntad de transformar el presente. La vocación de nuestro legado cultural es muy clara: transformar nuestro destino en memoria colectiva. Esta es la convocatoria de nuestro tiempo.

* Doctor en derecho por la Universidad Panthéon-Assas. Vicepresidente de la Academia Internacional de Derecho Comparado.

miércoles, abril 07, 2010

Villa: de las batallas de Celaya a la invasión de Coumbus

En el año de 1915 tuvieron lugar en Celaya, Guanajuato, una serie de combates que habrían de cambiar el curso de la historia. La batalla de Celaya fue la conflagración militar más grande de América Latina, hasta antes de la guerra de las Malvinas entre Inglaterra y Argentina en 1982.....

Para el pueblo fronterizo de Columbus, Nuevo México, la fecha del 9 de marzo de 1916 se recordará para siempre.
En este día Pancho Villa realizó su famoso ataque fronterizo. Fue un evento que casi llevaría a la guerra a los Estados Unidos y México y que tomó a los habitantes de Columbus y del resto del país por absoluta sorpresa.

Cuando el sol subió en la mañana del 9 de marzo de 1916, el centro de Columbus, Nuevo México era una verdadera ruina entre humo y llamas. La noticia del ataque de Pancho Villa en el pueblo se difundió por el telégrafo, sirviendo de encabezado de todos los periódicos a lo largo de la nación. El campamento Furlong, el fortín militar de Columbus, pronto hirvió con la actividad como las tropas frescas que llegaron por tren y el ejército americano se preparó para seguir a Villa en México,
quieres saber mas? acompañanos a nuestra charla,.


Brujula Metropolitana

invita a una amena charla de Historia

Villa:"De las batallas de Celaya a la invasión a Columbus"

impartida por

Mtra. Edna Ma. Orozco Morón
Historiadora, Investigadora experta en el período revolucionario.
Fundadora y Ex directora del del Museo Nacional de la Revolución

Miercoles 7 de abril 19hrs.

Lugar: Alvaro Obregón 240, "edif Mercurio"a unos metros de Insurgentes, col. Roma
(parada de metrobus Alvaro Obregón)

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miércoles, octubre 14, 2009

El Generalísimo Morelos

Jorge Eugenio Ortiz Gallegos

“Donde yo nací, es el jardín de la Nueva España”. Así, orgullosamente se refirió José María Morelos y Pavón a la ciudad que dos siglos después los poetas evocarían con encendida ternura: “Ciudad color de rosa... ave posada en la mitad del valle... sus calles como pliegues de ala descienden a horizontes de cerro y serranías... sucumben los crepúsculos, haciendo arder en el dorado vértice canteras de geométricos perfiles”.
Catorce años después de la muerte de don José María, el nombre de Valladolid sería cambiado por el de Morelia, irregular pero cautivador patronímico.
El poeta michoacano Manuel Ponce describiría el oro del nombre de Morelia en estos versos de la ciudad encallada. “Porque todo se olvida cuando la muerte sabe..... Por eso y por la dulce mariposa prensada entre los libros, voy a decir, Morelia, Morelia luna lisa simple y sola”.
José María Morelos y Pavón nació el 30 de septiembre de 1765 y murió fusilado el 22 de diciembre de 1815, es decir, a los 50 años y 82 días de edad.
Según se sabe, “motu proprio” enseñaba a leer y escribir “a los niños indígenas que reunía por las tardes diariamente, en el pequeño solar entre los árboles”.
Cumplidos los 32 años, el 27 de diciembre de 1797 se ordena como presbítero y se dedica fundamentalmente al ministerio eclesiástico por los siguientes 13 años: como párroco interino del entonces poblado minero de Churumuco durante un año y cuatro meses, y como párroco provisional y luego propietario del curato de Carácuaro y Nocupétaro durante poco más de 12 años: “En la ribera asienta, / “pueblo del escribano”, Carácuaro sus melgas, / el puente centenario, / su soledad, / el escuálido arroyo. / Soldados borrachines / que celan nuestro paso / enmudecen hostiles / cuando frente a la estatua / -Solemnidad en bronce- / del General del Sur…” (v. p. 364, “Manifiesto al pueblo de Michoacán”, JEOG, Ed. Fimax Publicistas, 1984).
A los 45 años cumplidos en octubre de 1810, José María Morelos abandonó su curato y montando a su yegua se lanzó a la gloria hasta morir fusilado por la causa de la Independencia.
La conciencia sobre las injusticias del virreinato, las gabelas que pesaban sobre los humildes, la soberbia y el despotismo del poder español y la necesidad de quitar el mando a los europeos para que se quedase en manos de los americanos, era una conciencia generalizada entre los mestizos de alguna manera destacados en el servicio clerical, en el comercio y en los puestos secundarios del ejército.
Hombre de claroscuros, don José María se transformaría de repente con el fulgor del héroe a quien ha de aplicarse el decir de López Velarde en su evocación de Cuauhtémoc: “Único héroe a la altura del arte”. No sólo por su tino guerrero, jinete del certero mando y del corazón infatigable, ni sólo por su simultánea valencia de magnanimidad y de implacable contienda, sino por su apasionada concepción de una patria nueva, libre, independiente y ordenada.
Que la soberanía dimana inmediatamente del pueblo, que los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial están divididos en los cuerpos compatibles para ejercerlos.

e-mail: jodeortiz@gmail.com

miércoles, septiembre 09, 2009

Lo que ganamos

Laura Bolaños Cadena

A la Revolución le debemos muchas cosas, entre ellas el gran avance educativo y cultural. En el terreno de la creación artística, sin que dejara de haber algunos antecedentes dignos de tomarse en cuenta, la verdadera escuela mexicana de arte surge con el gran impulso que le dio la Revolución. Literatura, pintura, danza, etc., tuvieron espectacular despegue a partir del triunfo del movimiento armado. El desarrollo de la educación fue notabilísimo y la UNAM llegó a destacar entre todas las universidades de nuestra América. Primaria y secundaria elevaron sus niveles en cantidad y calidad, y lo que es muy importante: se abrieron todas las puertas de la educación oficial a las mujeres, cosa que si legalmente no estaba prohibida, de hecho se les negaba confinándolas a espacios reducidos debido a las costumbres. En esto, como en muchos otros aspectos, al cambiar las condiciones comenzó un gran cambio. El conservadurismo de la sociedad mexicana presentó resistencia que se fue venciendo con el tiempo. La educación física y el deporte también fueron muy favorecidos por el impulso oficial.

Algo en este rubro es una de las mejores herencias que hemos recibido de aquella gesta: el laicismo. No es posible dejar de lado el enorme beneficio que trajo a la sociedad mexicana al obligar a una tolerancia que entre nosotros no existía. La religión católica, como todas las religiones monoteístas, es excluyente: la única verdad es la mía y las demás no tienen derecho a existir. Si bien la Iglesia había recibido ya un golpe durísimo con el triunfo de la Reforma Liberal juarista – lucha que costó una cruenta guerra civil y una intervención extranjera- volvió por sus fueros con el gobierno porfirista que no derogó las Leyes de Reforma, pero toleró pacientemente que se incumplieran siempre y cuando la Iglesia lo apoyara.
Sólo el triunfo de una nueva lucha armada volvió a constreñir a la institución religiosa a sus ámbitos propios y a obligarla a respetar los ajenos. La libertad de cultos fue otro golpe para el antes omnipotente y omnipresente catolicismo. No fue fácil; imponer la educación laica costó tiempo y esfuerzos pues la propia población hacía resistencia. Esta resistencia a las nuevas leyes originó la Guerra Cristera que sólo pudo terminar con arreglos entre el gobierno y la jerarquía eclesiástica. Pero el fanatismo religioso de los mexicanos se fue limando. Hoy al amparo de otras condiciones resurge en algunos puntos, pero en términos generales es impensable una guerra civil o levantamientos por motivos religiosos y cada vez más nos acostumbramos a la presencia de otros credos, así como a no asustarnos porque alguien se declare ateo.
La Ley Federal del Trabajo otorgó derechos que estaban negados a la clase trabajadora. A los que todavía añoran los “tiempos de Don Porfirio” se les olvida que las jornadas de trabajo alcanzaban doce, catorce y hasta dieciséis horas; no existía el derecho de huelga y las asociaciones de trabajadores apenas llegaban a ser mutualistas, de apoyo entre ellos mismos. Los partidos políticos empezaron a formarse en la última etapa del porfiriato y eran perseguidos los que se salían del gusto oficial.
También en este terreno se abrieron los espacios para la mujer, cuyo trabajo fuera del hogar era mal visto –con excepción de las de las clases necesitadas que trabajaban en servicios o como obreras en fábricas, más explotadas que sus compañeros-. Se cumpla o no se cumpla, el precepto “a trabajo igual salario igual”, también fue postulado por la LFT. Vacaciones, jubilación, eran algo impensado. La atención a la salud, hoy derecho indiscutido de los trabajadores, era atendido con anterioridad por el gobierno de forma muy precaria y sobre todo por asociaciones privadas y religiosas “de caridad”. El Seguro Social, ¿será necesario decirlo?, es otro de los beneficios recibidos de la Revolución. Hoy, lo que no nos parece natural es que se nos desatienda.
Libertades personales que también nos parecen algo natural, fueron impuestas desde arriba y también, en principio, rechazadas por la población, como el divorcio. Éste fue muy tardíamente aceptado por la sociedad. Las mujeres divorciadas eran mal vistas; peor quienes se volvían a casar. Acuérdense de la cancioncita que se escuchaba todavía no hace mucho: “Pero el divorcio, porque es pecado, no te lo doy”. El sólo matrimonio civil era visto como “amasiato legalizado”.
Hay avances que ya no pueden ser echados atrás; pero hay otros que -además de los incumplimientos y atropellos de siempre- han sufrido enormes retrocesos, sobre todo muchos en los que se basaba nuestra independencia económica y que hoy nos han sumido en la crisis más grave que hemos sufrido en decenios. Tras revisar las ganancias, vamos a ver cómo empezamos a perder.

Gloria a los héroes que nos dieron patria

José Steinsleger

Nueva estocada contra la educación, la identidad, la memoria y la cultura de los mexicanos: en los nuevos libros gratuitos de educación básica, temas como la Conquista y el periodo colonial están ausentes. ¿Ripley también trabaja para el Banco Mundial y la editorial Santillana de España?

La medida de la SEP representa una vuelta de tuerca más en los mecanismos de la dominación neoliberal. Telón de fondo: el fuego a discreción de los intelectuales que desmitifican la llamada historia de bronce (¿?): Hidalgo y Morelos cometieron excesos; los jefes de la Independencia fueron bárbaros; los liberales de la Reforma, exaltados; los líderes agrarios de la Revolución, asesinos; Cárdenas, estatista; el sup Marcos, mesiánico, López Obrador, caudillo tropical, y los responsables de la masacre de Acteal, inocentes.

Quien se atreva a decir que tales calificativos son infames, 10 a uno que sus autores lo descalificarán por intolerante. La fe de Morelos les repugna; la de Juana de Arco y Thomas Jefferson los deslumbra. El nacionalismo de Vicente Guerrero y Benito Juárez les da asco; el de Horacio Nelson y el rey de España los hace caer de hinojos... ¿Qué ofrecen a cambio de envilecer los contenidos libertarios de nuestra memoria nacional?

Revisemos un texto de Gabriel Zaid, donde lamenta que el nombre de Francisco Villa y muchos otros asesinos (sic) figuren en letras de oro en la Cámara de Diputados. Hidalgo, dice, fue un irresponsable, al igual que Madero. El Padre de la Patria “… abandonó el fomento de talleres artesanales, viñedos y la crianza de gusanos de seda para ir a ‘coger gachupines’, y el otro abandonó la lucha cívica… (sic). “El 16 de septiembre de 1810 y el 20 de noviembre de 1910 –añade– no son fechas gloriosas”, pues destruyeron muchas cosas valiosas y “causaron muertes injustificables…”, etcétera (sic, Los asesinos que nos dieron patria, Reforma, 28/6/09).

En la página Wikipedia, de Internet, leemos que la principal cualidad de la prosa de Zaid consiste en la ausencia de arrebato, “…eligiendo cuidadosamente las palabras para designar las cosas, y siempre fundamentando sus argumentos antes de emitir juicio alguno”. Pero las ideas no existen en abstracto. Principio que también corre para los intelectuales que mamaron la crisis del marxismo… de la teta derecha. Omiten, adrede, que en algún lado Marx dijo que los hombres hacen su historia en circunstancias que no pueden elegir, aunque sí pueden decidir qué hacer con ellas.

En 1810, el patriotismo fue el ejercicio esclarecido de la libertad. Luego, los independentistas articularon sus luchas con la mira puesta en la racionalidad y la concordia. Y mucho más tarde, cuando los conservadores se apropiaron del imaginario independentista, el patriotismo degeneró en asunto de machos y cojones.

Las clases populares resisten como pueden: retroceden en medio de la derrota, avanzan cuando avizoran cambios que les favorecen. Si en 1810, 1857 y 1910 la democracia fue el refugio del pueblo, hoy es la coartada de los canallas. Idem con los intelectuales que hace 30 buscaban formas justas de organización social y hoy ejercen la metafísica de la transición democrática.

La historia, aseguran, carece de sujetos y objetivos. Sólo hay sectores. La revolución es cosa del pasado, y sólo cabe elegir entre la religión de la libertad de Benedetto Croce o el supuesto de Ortega y Gasset: las grandes naciones se hacen de afuera para adentro. Y así, a cambio de la historia de bronce, nos entregan una historia de plástico, plastilina y mierda.

Educación y cultura no son sinónimos. Se complementan. Y mucho menos, campos neutrales. Es por esto que después de asesorar al imperio en la preparación de los comicios electorales de Irak (mayo 2004), el secretario de la SEP, Alonso Lujambio, decidió conjurar el papel de la educación como plataforma consciente de la realidad nacional y de los instrumentos de transformación social.

¿Hay, por fin, una verdad de la Historia? La historia se alimenta de las ideas de sus narradores y de las preguntas acerca de si la realidad es modificable o inmutable.

Algunos la viven con los brazos en alto; otros los bajan para vivirla a conciencia. Algunos aseguran que está plagada de mitos; otros creen que los mitos arrojan luces sobre el pasado. Algunos viven con sus horizontes de libertades no asumidas; otros guardan vigilia porque entienden que si no luchan por la justicia, la historia los escupirá al pasar.

Algunos se dejan poseer por las historias que inventan; y otros piensan que salir a la calle es importante para vivar, hoy más que nunca, a los héroes que nos dieron patria.

sábado, agosto 29, 2009

¡A luchar por la Ley de Salarios Máximos!

Desfiladero
*¡A luchar por la Ley de Salarios Máximos!
Jaime Avilés
Mientras las universidades y los centros de educación superior dependientes del gobierno van a sufrir un recorte de 800 millones de pesos (de los cuales 200 le serán arrebatados a la UNAM), los funcionarios del Poder Judicial de la Federación, desde los ministros de la Suprema Corte y los magistrados del tribunal electoral, hasta las niñeras y cocineras que los atienden, recibirán poco más de 9 mil millones de pesos en bonos.
Así lo establece el Manual de percepciones, prestaciones y demás beneficios del Poder Judicial de la Federación para 2009, en su página número 38. Cualquiera puede comprobarlo porque el documento es público y está disponible en Internet. El total de personas que trabajan en el sector de la justicia federal es de 35 mil 686 y entre todas ellas obtienen ingresos por 21 mil 889 millones 112 mil 22 pesos. De acuerdo con la recién promulgada Ley de Salarios Máximos, esa cantidad podría reducirse sensiblemente, y el ahorro resultante aplicarse, por ejemplo, a la educación.
La Ley de Salarios Máximos surgió en respuesta a una demanda del movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador, en repudio a los inmorales sueldos de los ministros de la Suprema. Pablo Gómez, de la bancada del PRD en el Senado, la convirtió en iniciativa de ley y ésta fue aprobada por la mayoría de esa cámara. Luego llegó, en Los Pinos, al escritorio de Felipe Calderón, que se tardó todo lo que pudo en firmarla y ordenar su publicación en el Diario Oficial.
Con una cara más dura que el pan viejo, hace dos lunes, al promulgarla durante una breve ceremonia oficial, Calderón dijo que la iniciativa era suya y que la había concebido para hacer realidad el principio juarista de que los funcionarios públicos deben ganar aquello que les permita vivir en la “justa medianía” y no usar los recursos del erario como un botín. ¿A santo de qué recitó esa hipócrita perorata? A que la Ley de Salarios Máximos dispone que ningún servidor público –y en esto es clarísima: ninguno– podrá cobrar un salario mayor al del titular del Ejecutivo federal.
Desde luego, al dar la noticia Televisa por su cuenta agregó que la nueva norma no era aplicable a los ministros de la Corte ni a los magistrados del tribunal electoral, porque “no es retroactiva”. En efecto, no lo es, y en tal sentido no puede afectar las percepciones y prestaciones que los 18 privilegiados de esas dos casas de citas jurídicas tienen asignadas para 2009. Sin embargo, no será retroactiva cuando entre en vigor el Manual de percepciones de 2010, que hoy todavía no existe. ¿O sí? ¿Alguien puede alegar que una ley de 2009 será retroactiva si modifica un acuerdo del Poder Judicial de la Federación que aparezca en el Diario Oficial en 2010?
La ley –que, insisto, no inventó Calderón sino que surgió del Movimiento Nacional en Defensa de la Economía Popular– es muy clara y muy fácil de comprender y todos deberíamos aprendérnosla para defenderla y explicársela a otros, hasta que sea del dominio público. En su inciso a) dice textualmente: “Las retribuciones nominales señaladas en los presupuestos vigentes, superiores al monto máximo previsto en la base II del artículo 127 de la Constitución, se mantendrán durante el tiempo que dure su encargo”. What? ¿Qué diablos significa eso? Calma, la traducción es muy sencilla: los pagos que por nómina cobren los servidores públicos, superiores a los 155 mil pesos mensuales que recibe Calderón, no serán disminuidos ni un centavo, hasta que el empleado deje de trabajar en ese puesto. Más transparente ni el agua, ¿no es cierto?
Ahora, veamos lo que dice el inciso b): “Las remuneraciones adicionales a las nominales, tales como gratificaciones, premios, recompensas, bonos, estímulos, comisiones, compensaciones y cualquier remuneración en dinero o especie, sólo se podrán mantener en la medida en que la remuneración total no exceda el máximo establecido en la base II del artículo 127 de la Constitución”. ¿Les parece confusa esta redacción? Pues pongamos ejemplos concretos para que la entendamos mejor.
En lo que se refiere a los ministros de la Suprema Corte, el inciso a) no les causa ningún perjuicio. Según el Manual de percepciones para 2009, su sueldo base mensual es de 34 mil 505 pesos, una cifra muy alejada de los 155 mil que dicen que devenga Calderón. Ahora bien, en prestaciones nominales reciben al año 85 mil 408 pesos. Su prima vacacional es de 60 mil 296; su aguinaldo de 330 mil 478 pesos, y en asignaciones adicionales les obsequian 775 mil 836 pesos.
Con todo esto (414 mil 60 pesos de salario base anual, más 85 mil 408 pesos de prestaciones nominales, más 60 mil 296 de prima vacacional, más 330 mil 478 de aguinaldo, más 775 mil 836 de asignaciones adicionales) que cobran en dinero y en especie, cada ministro de la Suprema Corte se embolsa al año un millón 666 mil 78 pesos, cifra que dividida entre los 12 meses de año arroja un ingreso mensual promedio de 138 mil 839 pesos, todavía por debajo de los 155 mil mensuales de Calderón. ¿A poco no es una chulada la Ley de Salarios Máximos?
Sin embargo, lo que distorsiona y envilece el asunto son los bonos (oficialmente llamados “compensaciones garantizadas o de apoyo”), que en el caso de los ministros de la Corte suponen un ingreso adicional conjunto de 19 millones 322 mil 556 pesos, suma que dividida entre 11 togas y birretes da a cada cual un millón 756 mil 596 pesos, lo que duplica y supera el total de sus ingresos anteriores. La conclusión salta a la vista: para que la Ley de Salarios Máximos se haga efectiva, a partir del año próximo deben quedar prohibidos los bonos (que en el tribunal electoral denominan con ternura “bonifacios”) para todos aquellos servidores del Poder Judicial federal que con esa “compensación” ganen más de 155 mil pesos mensuales.
Claro que la supresión de los bonos no debería afectar a las 17 niñeras ni a las 45 cocineras del Poder Judicial. Estas tienen un ingreso anual de 149 mil 847 pesos (que incluye sueldo base, bonos, prestaciones nominales, prima vacacional, aguinaldo y asignaciones adicionales). Así, pues, aquí está trazado el principio de un camino que puede conducir a una transformación del modelo económico del país. Los diputados y senadores de la próxima legislatura deben hacer valer el inciso b) de la Ley de Salarios Máximos, para que dejen de cobrar bonos los altos y medianos funcionarios del Poder Judicial federal. Si esta norma se hace efectiva, el país ahorraría más de 8 mil millones de pesos por ese concepto. Y ese dinero podría ser destinado a la educación y a la investigación científica.
A un país en donde tres de cada cuatro maestros de educación básica reprobaron el examen nacional de evaluación; donde la cacique sindical del magisterio no puede leer la palabra “epidemiológico”; donde el analfabeto de su yerno eliminó la enseñanza de la Conquista y de la Colonia de los libros de texto gratuitos de primaria, y donde la filosofía, la lógica y la ética ya no existen en los planes de estudio de las preparatorias, sólo le queda rebelarse en contra de sus autoridades, para exigir que éstas dejen de robarse miles de millones de pesos anuales en bonos que no merecen, y reorienten ese dinero a la solución de nuestros problemas más urgentes.
Quizá esté acercándose la hora de que los estudiantes, los profesores, los científicos, los artistas y los obreros que estén dispuestos a luchar por una mejor educación para sus hijos salgan a las calles y levanten la exigencia de que se aplique la Ley de Salarios Máximos, eliminando definitivamente los inmorales bonos de la corrupción para los que más ganan. Así podría comenzar, por qué no, la revolución pacífica de 2010.
Para comunicarse con esta columna: jamastu@gmail.com

jueves, agosto 27, 2009

Nadie puede deshacerse de la historia: Narro


Emir Olivares Alonso

“La historia es la historia y uno no puede deshacerse de ella”, sostuvo el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles.

Tras participar en la presentación de la Biblioteca Digital de Medicina Tradicional, Narro declinó opinar sobre las modificaciones de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en los libros de texto de nivel básico –donde se mutilaron dos etapas de la historia nacional: la Conquista y la Colonia–, ya que “no puedo hablar de lo que no conozco”; sin embargo, defendió la “maravillosa” historia de México y consideró que no reconocerla ni aceptarla implica no poder construir un futuro.
“La historia nunca se puede negar, uno puede inconformarse, tratar de analizarla desde diversas ópticas. La historia de México es maravillosa, llena de gestas extraordinarias, algunas nos pueden parecer más o menos convenientes hoy, en 2009, pero la historia es la historia y no se puede deshacer”, aseveró en entrevista.
Previamente, durante su discurso, el rector de la Universidad Nacional subrayó que la historia se puede desconocer, pero al hacerlo se incurre en una equivocación. Ésta “debe reconocerse para entender el presente y así aspirar a la construcción del futuro. Aquel que pierde el orgullo de su pasado le resta dignidad a sus descendientes, y él mismo se disminuye frente a los suyos, frente a los que lo acompañan. Por eso nuestra nación tiene que sentirse profundamente orgullosa de su pasado: de lo que sucedió hace siglos, de nuestros pueblos originarios y lo que vino después”.
No hay duda de que actualmente México enfrenta problemas –resaltó–, pero éstos “son sólo una pequeña piedra, un pequeño tropezón” ante elementos tan extraordinarios con los que cuenta el país: su cultura, su territorio, las enormes posibilidades de sus ciudadanos y su pasado, “cosas por las que nos podemos y debemos sentir extraordinariamente orgullosos, reconfortados y motivados”.
Sostuvo que una de las riquezas de la UNAM radica en que tiene la capacidad, producto de la evolución, de aprovechar su propio pasado y el del país para mirar hacia atrás, reconocer su origen y así encaminarse hacia delante, prever y anticipar el futuro “a fin de soñar con un México diferente”.
Concluyó: “Casi todo lo que el ser humano hace tiene antecedentes. Son pocas, si es que las hay, las cosas de verdad novedosas. Todo tiene un pasado y ese origen, ese antecedente en los seres humanos, es indiscutible. Todos tenemos un origen, a veces muy recóndito. Son muy pocas las cosas originales, ninguno de nosotros es producto de la generación espontánea”.