Immanuel Wallerstein
Hace un mes, el subcomandante Marcos dijo que México "está al borde de un gran levantamiento o una guerra civil". Y prosigue la otra campaña lanzada por los zapatistas.
Andrés Manuel López Obrador, candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en las elecciones del 2 de julio de 2006, ha aseverado en voz muy alta y con enorme respaldo público que le robaron la elección. Se niega a reconocer a Felipe Calderón, quien asumió el cargo el primero de diciembre, y ha establecido su propia estructura paralela: el "gobierno legítimo" con oficinas, un gabinete, y representantes en cada región.
Entre tanto, lo que comenzara a mediados del año como una huelga magisterial en pos de aumentos salariales en Oaxaca fue tomando forma de levantamiento general anticapitalista que tomó la capital oaxaqueña con la estructura de lo que se llama Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), y exigió, por lo menos, la destitución del gobernador estatal, el priísta Ulises Ruiz. Las policías federal y estatal se movilizaron a la entidad haciendo uso de la fuerza, apagaron el levantamiento y los líderes de la APPO fueron arrestados.
¿Cómo fue que el vecino de al lado de Estados Unidos llega al punto en que su gobierno es impugnado activa y vigorosamente como ilegítimo, y donde la gente discute si el presidente legal podrá en verdad permanecer en el cargo todo su periodo de seis años, lo que termina con los 80 años de relativa estabilidad política?
Uno tiene que reunir tres elementos para explicar la turbulencia: 500 años de opresión hacia los pueblos indígenas del país, el deterioro de las instituciones creadas en el siglo XX en México, y el impacto del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) sobre el bienestar básico de la población.
México es un país de colonos blancos donde la mayoría de la población está compuesta por pueblos indios y por pueblos llamados mestizos. Las cifras hacen la diferencia, especialmente cuando la estratificación étnico/racial se ha mantenido relativamente constante durante tanto tiempo y la brecha entre los niveles de vida es tan flagrante. La consecuencia política más reciente de esta tensión subyacente fue la emergencia en 1994 de los zapatistas (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) en Chiapas.
Los zapatistas han demostrado ser una fuerza política significativa y duradera cuya otra campaña, que comenzaron a fines del año pasado, ha comenzado a tener un impacto por todo el país. La otra campaña no fue en pos del poder electoral ni es para tomar el poder del Estado mexicano actual. Busca empoderar a las comunidades locales y a los grupos oprimidos de gran variedad (mujeres, campesinos, obreros, gays) en una lucha contra el capitalismo y el imperialismo en México y por todo el mundo.
Hay un segundo frente: el ámbito político formal establecido en la ola de la Revolución mexicana de 1910. Tras un comienzo tambaleante, México se asentó con un régimen de un solo partido bajo la égida del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual tuvo su momento más revolucionario en los años treinta durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, quien nacionalizó el petróleo e impulsó una reforma agraria estableciendo proyectos comunales de tierra, respaldados por el gobierno, conocidos como ejidos. Desde 1940, el PRI se fue alejando del camino trazado por Cárdenas para volverse más y más burocrático, conservador y corrupto. Al principio la única oposición era un partido de derecha, pro empresarial y de base católica conocido como Partido Acción Nacional (PAN).
En los ochenta, hubo un desprendimiento hacia la izquierda del PRI, que condujo a la fundación del PRD. En 1988, el candidato de la izquierda a la Presidencia fue Cuahtémoc Cárdenas, hijo de Lázaro Cárdenas. Es generalizada la aceptación de que las elecciones de 1988 fueron robadas por el PRI, pero la izquierda no reivindicó su indignación. En 2000, el candidato del PAN, Vicente Fox, ganó finalmente, sacando al PRI del poder presidencial y lo precipitó a su decadencia política. Cuando en 2006 se dijo que el candidato del PRD, López Obrador, había sido derrotado, no se diluyó pasivamente como Cuahtémoc Cárdenas en 1988. En cambio, buscó activamente deslegitimar la supuesta victoria de su oponente.
Los zapatistas y los lopezobradoristas representan dos alas de la oposición popular en México. Representan diferentes estrategias políticas, aunque al momento no trabajan al unísono una con el otra. Pero la APPO en Oaxaca indica qué clase de fuerzas podría juntarlas. Ambas apoyan a la APPO, y ésta ha sido totalmente autónoma de cualquiera de estas alas. Puede haber muchas más APPO en el futuro cercano.
El elemento final que hay que poner en este retrato es el TLCAN. A los estratos altos de México les ha ido bien con él, pero a los bajos les va peor que nunca. Por supuesto, una de las muchas consecuencias es el aumento en la migración transfronteriza hacia Estados Unidos que ha conducido a disturbios internos en dicho país entre un nuevo movimiento "nativivista" antinmigrantes y una base política latina movilizada. Si la economía-mundo sigue hundiéndose uno o dos años, el gobierno legal de México podría enfrentar una drástica caída del ingreso y le podría ser difícil capear el temporal. Y las dos turbulencias la de México y la de Estados Unidos pueden unir fuerzas.
"Hiervan, hiervan, tráfago y males/ fuego, quema, hierve caldero", entonaban las brujas en Macbeth.
Traducción: Ramón Vera Herrera
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