Carlos Fernández-Vega
Sicótico declarado
Tal vez porque su única preocupación es el débito del gobierno del Distrito Federal, el presidente Calderón no se dio cuenta, le pasó de noche, que en su primer mes en Los Pinos la deuda interna neta del gobierno federal se incrementó en una proporción verdaderamente escalofriante: 187 mil millones de pesos, en números cerrados, algo así como 17 mil millones de dólares en 31 días (casi 550 millones de dólares diarios).
En los dorados tiempos de la campaña electoral, el actual inquilino de Los Pinos basó su estrategia en golpear permanentemente al Peje por el crecimiento del débito del gobierno capitalino, y solía decir que "para que vivamos mejor es necesario tener empleos y no deuda". Eso fue en la campaña, porque en el arranque de su mandato parece que la realidad camina exactamente en sentido contrario de lo prometido, porque en diciembre de 2006 se perdieron casi 200 mil empleos formales y el endeudamiento interno creció de forma peligrosa. Incluso, en igual mes, el saldo de la deuda externa neta del gobierno federal se incrementó en casi 800 millones de dólares.
Lo anterior invita a pensar que en términos financieros el cambio de gobierno no fue todo lo aterciopelado que se presume en Los Pinos. Cierto es que en el ámbito político los mexicanos atestiguaron el enfrentamiento y la crispación, pero se aseguraba que el "tesoro" (Gil Díaz dixit) macroeconómico que supuestamente heredaba el amigo del "premio Nobel" Vargas Llosa "no resintió" el enrarecido ánimo poselectoral, pero 187 mil millones de pesos más en el saldo de la deuda interna del gobierno federal en 31 días no es precisamente una invitación a pensar en bombones.
Contrario a lo que puede pensarse, la información anterior no proviene de los renegados del círculo rojo, sino de la mismísima Secretaría de Hacienda, institución que envió a la Cámara de Diputados su acostumbrado informe trimestral sobre la situación económica, las finanzas públicas y la deuda pública al cuarto trimestre de 2006, en el cual se anota que el saldo del débito interno neto del gobierno federal cerró el año en un billón 547 mil 247.3 millones de pesos.
Un mes atrás, la propia Secretaría de Hacienda dio cuenta de cómo cerraba el "cambio" en materia de deuda interna del gobierno federal: un billón 360 mil 55.6 millones de pesos, o lo que es lo mismo 187 mil 189.7 millones menos que en diciembre de 2006. Un mes después, dicho saldo había crecido cerca de 14 por ciento, tras una administración pública, la foxista, que triplicó el saldo del débito interno.
En su más reciente reporte, la Secretaría de Hacienda anota una "caída" en activos (saldo neto en la cuenta general de la Tesorería de la Federación y depósitos en el sistema bancario) cercana a 180 mil millones de pesos en un sólo mes, en un intento de "explicación" del aumento de la deuda interna neta del gobierno federal, pero no va más allá para detallar el por qué del delicado descenso en tan sólo 31 días.
Como en los tiempos de Salinas y Zedillo, en los del "cambio" Fox no deja de presumir que el de la deuda pública "es un problema superado", y que "malos gobernantes" endeudaron "gigantescamente" al país. En los hechos, en tiempos del ahora "conferencista internacional" fue brutal el incremento del débito público (cercano a 44 mil millones de dólares al tipo de cambio actual, sin considerar el apabullante crecimiento de la llamada "deuda contingente" ni el creciente costo financiero del "rescate" bancario y demás "saneamientos" privados con fondos públicos). Y en los de Calderón todo indica que se mantendrá el discurso del "problema superado", mientras sigue la rienda suelta en endeudamiento interno.
El balance foxista en materia de deuda total (la reconocida, que no incluye la "contingente") no es nada grato: el saldo creció alrededor de 44 mil millones de dólares, resultado de una reducción en el monto del débito externo en 27 mil 742 millones de dólares (305 mil 162 millones de pesos al tipo de cambio actual) y el incremento en 786 mil 867.6 millones de pesos (71 mil 533.42 millones de dólares al tipo de cambio actual) del interno.
Sólo en 2006 (los 11 meses de estancia en Los Pinos) y en año electoral, el gobierno de Vicente Fox aumentó en 176 mil 700 millones de pesos (poco más de 16 mil millones de dólares) el saldo de la deuda pública interna, mientras el débito público externo lo redujo en 14 mil 900 mil millones de dólares. En un mes, el de Calderón se anota su primer éxito con un incremento cercano a 187 mil millones de pesos en el saldo de la deuda interna. ¿En qué se utilizó ese dinero?
Mientras se averigua, la Secretaría de Hacienda también presumió que en 2006 el producto interno bruto aumentó 4.8 por ciento, "el mayor de los últimos seis años". El humor negro de la institución ahora a cargo de Agustín Carstens es espléndido, porque ese cierre sexenal del "cambio" equivale a una maravillosa tasa promedio anual de crecimiento de 2.3 por ciento, la menor en 25 años, sin considerar los tiempos de la "renovación moral. Y si en 2007 se cumple el pronóstico (PIB de 3 por ciento), entonces esa raquítica tasa anual se reduciría a 2 por ciento en los siete años de "cambio" con "continuidad", mientras el saldo de la deuda, el "problema superado", avanza a pasos agigantados.
Las rebanadas del pastel
Para el gobernador del Banco de México se ha generado toda una "sicosis" por la escalada de precios en los artículos de consumo básico. Si Guillermo Ortiz tuviera un ingreso como el de la mayoría de los mexicanos, sería un sicótico declarado. Pero en algo sí tiene razón: la experiencia de las últimas tres décadas revelan que los aumentos salariales de emergencia generan mayor aumento de precios, lo que a su vez provoca nuevos aumentos salariales de emergencia y mayores aumentos de precios, y así hasta el infinito, en detrimento, obvio es, del raquítico estipendio. Aún así, con o sin "psicosis", urge frenar la escalada y fortalecer el poder adquisitivo de la mayoría.
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