José Agustín Ortiz Pinchetti
En las semanas recientes han abundado informes y revelaciones sobre la estructura económica de México. Desde el Banco Mundial hasta la Auditoría Superior de la Federación coinciden en críticas severas muy semejantes a las propuestas de AMLO en el Proyecto Alternativo de Nación. En términos gruesos puede decirse que:
Entre 100 y 50 grupos conforman una oligarquía dominante. Son capaces de eludir impuestos, aplastar competidores, impedir que nuevos entren en el mercado, convertir en letra muerta la ley de competencia, interferir en el órgano antimonopolio. Actúan como depredadores que esquivan sus obligaciones laborales, corrompen sindicatos, imponen precios. El costo de 50 insumos hipercaros implica para la economía mexicana una disminución en dos puntos del producto interno. Estos grupos acorralan los mercados y son causa inportante del nulo crecimiento.
De la economía a la política. Este sistema y sus aberraciones necesitan del Estado para prosperar. La Secretaría de Hacienda justifica el paraíso fiscal para estos grupos en la necesidad de arraigarlos. Contradice las tesis de los neoliberales de competencia libre. Los oligarcas "controlan" no sólo al Presidente y a su equipo; sus personeros bloquean reformas legislativas que pudieran acotar sus abusos. El Poder Judicial está en gran medida determinado por su influencia. Felipe Calderón, quien usurpó el Poder Ejecutivo aliándose a la oligarquía, nada hará que pueda menoscabarla.
Y la democracia, ¿qué? Esta hegemonía distorsiona todo el orden político, explica la lentitud y retrocesos de la transición a la democracia. Los grupos se han vuelto muy agresivos y se oponen con energía a cualquier alternativa de cambio. De ahí su participación ilegal y delictuosa en las elecciones de 2006 y los beneficios que han recibido del gobierno anterior y de este. La coalición de panistas, priístas, elbistas, monopolios sindicales y burocracia, los sectores reaccionarios de intelectuales orgánicos y del clero, son el verdadero partido del retroceso (PR). No tienen ideología. Sus ejes son los intereses de las elites.
No es una novedad. Así ha funcionado México por siglos. Las oligarquías han impedido el funcionamiento de la democracia y la economía de mercado. En las décadas recientes, los tecnócratas estimularon la concentración, la justificaron con la peregrina idea de competir en un mundo globalizado. De hecho, reiteran tendencias históricas. La concentración es el sustento de la pirámide social y racial del México de raíz colonial y de su monstruosa desigualdad. La mano visible y negra de la oligarquía anula el espíritu emprendedor y la justicia. ¿Este sistema arcaico es nuestro destino inevitable? Yo creo que no.
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