REVOLUCIONES, Samuel García
AYER REVISAMOS EN la asignatura de Teoría Política algo interesante sobre Max Weber quien distingue tres tipos de legitimidad. La primera de ellas es la legitimidad tradicional, que apela a la creencia en la santidad o corrección de las tradiciones inmemoriales de una comunidad como fundamento del poder y la autoridad y que señala como gobiernos legítimos a aquellos que se ejercen bajo el influjo de esos valores tradicionales (la legitimidad monárquica sería el ejemplo evidente de este tipo de legitimidad).
Este tipo de legitimidad va en el sentido de "lo que se hereda". Efectivamente los reyes gracias a la monarquía tenían esa característica en automático, esto era admitido dentro de la sociedad sin problema alguno, el hecho de que los reyes fueran uno tras otro del mismo linaje o que cuando este terminará fuera otra familia la que heredara el trono pero era un asunto de herencia, ya establecido.
¿Tiene de algún modo relación este tipo de legitimidad con Felipe Calderón? No, ninguna y ni aún suponiendo que los potentados son un puñado de familias y que estos deciden quien va o quien no, o que Felipe pudiera ser un "buen católico" y que por dedazo le tocó estar donde está, no, no hay ninguna relación entre la legitimidad y Felipe Calderón. Podemos aseverarlo mejor indicando que aún dentro de esos mismos potentados se sabe que el señor Calderón Hinojosa no es quien realmente gobierna, sino es solo un títere, un actor para actuar a favor de las minorías rapaces.
La legitimidad que sigue es la legitimidad carismática, que apela a la creencia en excepcionales cualidades (ya desde aquí nada que ver con Calderón) de heroísmo o de carácter de una persona individual y del orden normativo revelado u ordenado por ella, considerando como dignos de obediencia los mandatos de esa persona o ese orden (la autoridad de lideres tan distintos entre sí como Gandhi, Mussolini o Jomeini vendría a caer en esta categoría).
Es muy claro lo que revela este tipo de legitimidad se trata de la conexión y aceptación que existe entre el sujeto y la población, la gente, los ciudadanos, las demás personas. La legitimidad carismática no es nada más para los lideres "buenos", sino también se dice que la legitimidad carismática aplica para gente como Mussolini y Hitler por citar un par de ejemplos, quienes a pesar de lo que hicieron –hoy interpretado como malo- tuvieron a la muchedumbre de su lado.
Ahora, si revisamos este tipo de legitimidad así sin irnos lejos, nada tiene que ver aquí Calderón Hinojosa, quien ya desde su propia persona, como sujeto, no tiene nada de carisma, ni en su casa siquiera. Es evidente que la única "muchedumbre" que le sigue es el EMP y que aún entre ellos mismos "no lo soportan", es decir, no le atribuyen ni una pizca de legitimidad, ustedes dirán "pero los potentados sí". Pero, ¡oh sorpresa! Ni entre los que lo impusieron existe una pizca de atribución de legitimidad carismática, todo es pura farsa, vemos que puede reunirse y sonreír con dos o tres empresarios pero estos, debido -entre otras cosas- a su enfermedad de alcoholismo no le pueden tener nada de fe, ni respeto y mucho menos concebirlo como legítimo, no al menos en este segundo tipo de legitimidad.
Y como tercer y último tipo de legitimidad viene la legitimidad legal-racional, la cual apela a la creencia en la legalidad y los procedimientos racionales como justificación del orden político y considera dignos de obediencia a aquellos que han sido elevados a la autoridad de acuerdo con esas reglas y leyes. De este modo, la obediencia no se prestaría a personas concretas, sino a las leyes.
Tomando en cuenta lo anterior, el TRIFE al dar su fallo sobre la elección presidencial del 2 de julio del 2006, en septiembre pasado concedió, sí, una legitimidad legal pero no racional. Esto ha sido comprobado incluso por este medio Revoluciones (vea aquí Fraude electoral: http://revolucionesmx.blogspot.com/search/label/el%20fraude%20electoral y Las Nuevas del Fraude: http://revolucionesmx.blogspot.com/search/label/nuevas%20del%20fraude%20electoral ) puesto que la ley fue mal ejecutada, de manera injusta y burda, atropellando aparentemente con la ley a ella misma. Sería absurdo considerar legal-racional la presidencia de Calderón, que es un hecho más bien identificado como "la imposición" de Felipe Calderón. Ahora retomando el sentido estricto, la ley sí dice hoy que es Calderón presidente constitucional de México y siendo el fallo del TRIFE ya un hecho que no se puede cambiar a menos que el mismo pueblo organizado así lo demande, podemos concluir que Calderón carece de legitimidad legal-racional, el lado legal podrá tenerlo pero no así en el sentido racional, no es completa su legitimidad.
Quiero resaltar que en estos casos la legitimidad está vinculada a la creencia en la legitimidad, es decir, es legítimo aquel poder que es tenido por legítimo. Y notemos la grande diferencia entre un presidente espurio y uno legítimo, el primero debe respaldarse duras penas en la institución del Ejército, recordaremos las palabras del secretario de defensa Galván, quien afirmó que la institución militar le da legitimidad a Calderón ¿qué entonces vivimos la monarquía?, si es así, pues gracias por avisarnos, pero ni así tiene legitimidad el señor Calderón.
Para el segundo caso, del que sí es legítimo, López Obrador, es evidente que además de contar con la legitimidad carismática (y le sobra), la tiene [entendiendo también que la llegaría a tener en la ejecución veraz de la ley actual mexicana], conforme a el artículo 71, fracción I, artículo 74, fracción IV, ambos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
¿Contrastante e interesante cierto? Tanto en lo teórico como en lo practico uno ejerce o intenta ejercer un gobierno para unos cuantos y por otro lado cada discurso, palabra, suspiro o no suspiro de López Obrador marca el paso de la agenda política de la vida nacional y más allá incluso me atrevería a decir, más allá de la agenda política marca el latido del corazón llenó de esperanza de esta patria sedienta de gente que sirva al pueblo, mexicanos como él LEGÍTIMOS DE LA "L" A LA "S". Estamos haciendo historia y la misma historia deriva en el destino que mejor le conviene terminar, de estos dos presidentes uno sin dudarlo saldrá sin gloria del escenario y el otro estará inundado de éxito, ¿sabe a quien me refiero?, sí, me refiero a nuestro Presidente Legítimo Andrés Manuel López Obrador.
Si no hay solución...
Bibliografía
Del Águila, Rafael "La política, el poder y la legitimidad", en Manual de Ciencia Política, Madrid, Trotta, 2000, pp. 21-34.
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