Fabiola Martínez
''Julián ha sido asesinado. Tenemos su agenda, ya sabemos quién sigue. Diles que Julián está muerto''. Esa fue una de las últimas llamadas telefónicas que recibió, en su natal Colombia, Diego Mauricio Carrera, dirigente de la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios. Fue el ariete que lo llevó a salir del país, a traspasar las fronteras para salvar su vida.
Joven de 25 años y estudiante de administración de empresas de la Universidad Nacional de Colombia, llegó a México en febrero pasado y ahora porta el cuadernillo verde que lo acredita como refugiado. Afirma: ''Tengo la intención de volver a mi país, aunque acechen las miradas de la derecha y el paramilitarismo''. En 2003, siendo dirigente estudiantil, recibió la primera amenaza en su natal Palmira, a 20 minutos de Cali. Decidió entonces retirarse un poco de la actividad pública, siempre afín a los grupos identificados con la izquierda, pero el primero de mayo de 2006, en una marcha, se le acercó un hombre -supuestamente de la inteligencia policiaca- quien lo amenazó verbalmente de muerte.
Al salir de Colombia, Diego recibió mil 500 dólares del Ministerio del Interior, apoyo que se da a los desplazados a través de la fundación Reiniciar.
El dinero ya se agotó y ahora Diego depende de lo que le pueden enviar sus familiares; mientras, sigue con una investigación académica en torno a las contradicciones de la economía de libre mercado y los derechos establecidos en las constituciones políticas de la región.
Desde aquí buscará denunciar la problemática en su país, ''que pasa por los golpes a los partidos de izquierda, a los sindicatos, a los grupos sociales y siempre termina en la alianza de los políticos con el paramilitarismo y el narcotráfico'', concluye uno de los 83 colombianos refugiados que viven en México.
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