Juan Torres López
Un estudio de la fundación Eurofound de la Unión Europea acaba de poner una vez más de manifiesto que en el campo de la política económica el gobierno de Rodríguez Zapatero está siendo muy negativo para los trabajadores y las clases con renta más baja. Según ese estudio, en toda la zona euro los sueldos subieron un 0,8% en 2006, mientras que en España lo hicieron sólo un 0,5%.
Se trata de un dato que vuelve a corroborar la pérdida de poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores españoles que se viene produciendo en los últimos años y que refleja que el gobierno de Zapatero actúa con una lógica bastante perversa.
Con la mano izquierda diseña y ofrece políticas sociales que pretenden ser muy avanzadas y dirigidas a los más desfavorecidas, pero con la mano derecha de la economía favorece un reparto de la renta cada vez más beneficioso para las rentas del capital.
El saldo evidente no puede ser más que el incremento de la desigualdad y ésta siempre termina con más malestar social.
Es verdad que esto se produce hoy día como consecuencia de reformas y transformaciones que se dieron años atrás (privatizaciones, reformas laborales y fiscales, políticas desreguladoras, privilegio de la banca, facilidades para la desolocalización...) pero eso no exime de responsabilidad a este gobierno.
El de ZP afirma permanentemente que tiene más voluntad de hacer políticas sociales y bienestaristas que el de Aznar, que pretende gobernar a favor de los más desfavorecidos. Y es verdad que eso lo consigue en gran medida, como es fácil comprobar simplemente comparando las leyes de una y otra etapa.
Pero el problema de este gobierno es que puede terminar siendo una experiencia frustrada y prácticamente calcada del anterior en materia económica (es decir, de rentas y bienestar en definitiva) porque está casi completamente atado de pies y manos por las políticas neoliberales que aplican sus responsables económicos.
La política fiscal, el empecinamiento en mantener el superávit presupuestario que impide avanzar como sería necesario en educación, en desarrollo tecnológico e innovación, en infraestructuras sociales y en protección social, la falta de intervenciones más decisivas en el mercado de trabajo, la excesiva desregulación de los servicios... todo eso genera precarización y salarios a la baja. Mientras que la mano tendida a las grandes empresas, la incapacidad para hacer que la actividad económica sea menos patologico-dependiente de la construcción o la falta de decisión política frente a los grandes poderes financieros, dan ala a las grandes empresas para imponer condiciones laborales y salariales muy perjudiciales para los trabajadores.
Esta esclavitud es la que deberían tratar de romper los socialistas más consecuentes, los sindicalistas honrados y todos los ciudadanos de izquierdas. Aunque no será fácil porque no se percibe ni que haya voluntad política para ello ni condiciones sociales para lograrlo.
El principal escollo radica en una de las más grandes paradojas de nuestra época y que es, a su vez, la principal victoria del neoliberalismo: a medida que las clases trabajadoras pierden renta se hacen más conservadoras e incapaces para enfrentarse al poder establecido que las empobrece.
Como sus vanguardias sindicales y políticas tienden a reproducir ese conservadurismo para poder identificarse con sus bases resulta que las clases trabajadoras pierden poder de influencia y decisión, se fragmentan y desorganizan pasando a ser un magma de individuos aislados en lugar de grupos sociales con intereses expresos y compactos y, a la postre, se callan y tratan solamente de sobrevir cada persona como se pueda.
Resignados, los trabajadores terminan por ser los grandes legitimadores de las políticas económicas que los empobrecen.
Por eso decimos que el empobrecimiento no consiste simplemente en tener menos rentas, sino en la pérdida de empoderamiento, de pulsión y rebeldía, en la renuncia a pertenecer al ser social de referencia, e incluso en la confusión que provoca en los individuos a la hora de saber lo que de verdad interesa o conviene a cada uno.
El problema no es que estén bajando los salarios en España sino que eso se produce precisamente porque los trabajadores adniten estar más explotados sin rechistar, porque se han rendido, porque ya les da todo igual.
Les hacen juegos de manos delante de sus narices cuando les dicen que están dándole mucho por aquí y les quitan más todavía por allí, pero, ensimismados como están, son incapaces de descubrir el truco.
Y no es que los neoliberales sean unos grandes magos. Es que nos han entontecido.
Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga (España). Su web personal www.juantorreslopez.com
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