Lo que millones en todo el mundo vimos desde el principio sobre la guerra de Irak: que el 11 de septiembre fue sólo un pretexto para entrar en guerra, que era mentira lo de las armas de destrucción masiva, que en realidad sólo iban por el petróleo para hacer jugosos negocios, que no les importaba la vida ni el sufrimiento de sus connacionales, apenas lo están viendo los estadounidenses, incluso muchos de ellos que han perdido a sus hijos todavía creen que fue un acto de heroísmo para salvar a su país, su estupidez no les permitió ver que estaban llevando al sacrificio a sus propios hijos en aras de la avaricia de Bush y compañía. Ahora los republicanos chaquetean porque se les cayó su teatro y los "democrátas" tratan de zafarse de algo a lo que ellos también contribuyeron. La masacre que han llevado a cabo por la avaricia no tiene perdón, aunque a veces dan lástima, pero lo que han hecho ha sido de tal nivel de maldad que quedará en su historia como la mancha de la Alemania nazi. Un país con tanta gente tonta no puede ser líder de nada. Buen sí, de asnos todavía peores como Aznar.
Señala Pete Domenici que "no se pueden pedir más sacrificios a nuestras tropas"
DAVID BROOKS
Nueva York, 6 de julio. Cuando el barco se está hundiendo...
El influyente y siempre fiel senador republicano Pete Domenici es el político del partido del presidente que más recientemente no sólo se distanció públicamente, sino rompió, con el comandante en jefe por su política bélica en Irak. "No podemos continuar pidiendo a nuestras tropas un sacrificio indefinido mientras el gobierno de Irak no progresa", afirmó el senador, quien hasta ahora había sido defensor de George W. Bush.
La declaración de Domenici hizo eco a pronunciamientos parecidos sobre la necesidad de emprender una "nueva estrategia" en Irak expresados por otros senadores republicanos de alto perfil público, como Richard Lugar (republicano de mayor rango en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado), George Voinovich y John Warner, este último voz particularmente influyente en política militar.
Muchos de ellos se jugarán su relección el próximo año, y no ocultan que sus bases electorales están presionando cada vez más por un cambio en lo que una gran mayoría de estadunidenses opina es una política bélica fracasada.
Domenici declaró a reporteros que cambió su posición después de conversar con familias de soldados de su estado -Nuevo México- que han muerto en Irak, quienes lo han instado a "hacer algo" para salvar la vida de quienes aún están allá. "Nunca escuché algo así hace un par de años. Creo que es resultado de que esta guerra se está arrastrando de manera indefinida", señaló.
La erosión del apoyo de los correligionarios de Bush a la política de guerra está causando preocupación, ya que podría abrir la puerta a una mayor disidencia entre las filas republicanas y, con ello, debilitar cada vez más a una Casa Blanca que ya no goza del respaldo público, político y, según algunos indicadores, militar a la aventura bélica.
El liderazgo demócrata del Congreso intentará una vez más -la semana próxima- promover límites al gasto en la guerra y establecer un calendario para el retiro de tropas. El líder del Senado, Harry Reid, invitó a los republicanos a sumarse a los demócratas para "llevar a cabo ese fin responsable al conflicto, que el pueblo estadunidense demanda y merece".
Por su parte, Bush insiste en que aún es prematuro juzgar si ha funcionado su "oleaje", el incremento de tropas a más de 30 mil, que se ha llevado a cabo durante los últimos meses, con el propósito inicial de asegurar, por lo menos, Bagdad. Esta semana pidió "paciencia".
Pero la paciencia es difícil cuando todos los días las noticias sólo documentan el desastre. Setenta y siete por ciento de residentes en Bagdad tiene un familiar o un amigo herido o muerto por el conflicto, reportó la revista Harper's, y nadie informa sobre mejoras. Asimismo, en torno de "avances", la misma publicación dijo que de los ocho proyectos de reconstrucción en Irak administrados por el gobierno estadunidense, que han sido declarados exitosamente terminados, siete no funcionan.
Tal vez los críticos más feroces y directos son los militares estadunidenses, desde generales recién retirados -con experiencia directa en ese conflicto- hasta oficiales de rango medio y soldados, tanto en activo como veteranos jóvenes, que han expresado su repudio a lo que dicen es una guerra mal ejecutada desde el principio hasta el fin, lanzada bajo pretextos falsos, que está dañando a las fuerzas armadas del país.
"Tenemos un gobierno que ha perdido todo sentido de propósito estratégico en Medio Oriente. Estoy muy preocupado porque hemos perdido la fundación del poder e influencia a escala mundial. Se ha desperdiciado", declaró el general de cuatro estrellas retirado Wesley Clark, ex comandante supremo de la Organizaciín del Tratado del Atlántico Norte, en entrevista con la revista del New York Times.
Su voz se suma a la de varios generales que se han pronunciado públicamente en meses recientes sobre la necesidad de concluir la participación armada de Estados Unidos. Además, dudan que se pueda obtener "algo parecido a una victoria" en el terreno de batalla.
De hecho, desde el principio y justo para evitar las consecuencias públicas de lanzar ese conflicto, esta guerra es "la más privatizada" en la historia. Los Angeles Times reportó recientemente que ahora hay más contratistas privados en Irak (180 mil) que tropas estadunidenses (160 mil). Cuando comenzó la invasión, en marzo de 2003, además de las tropas, "llevaron con ellos el ejército más grande de contratistas privados jamás desplegados en una guerra moderna", escribió Jeremy Scahill en un reportaje sobre los contratistas para The Nation. Añadió: "los contratistas han ofrecido al gobierno de Bush cobertura política, permitiendo al gobierno desplegar fuerzas privadas en una zona de guerra libre del escrutinio público, con las muertes, heridas y crímenes de estas fuerzas envueltas en secreto". Los decesos de contratistas no se incluyen en el total de bajas oficiales y sus delitos no son documentados, "enmascarando aún más los costos reales de la guerra", concluye Scahill.
Con ello hay menos consecuencias para la ciudadanía y, por tanto, reacción de la opinión pública, ya que "la mitad de la participación estadunidense en esta guerra está casi oculta".
Aun así, continúa creciendo el consenso -tanto entre el público como entre expertos, militares y ahora políticos- de que esto no está funcionando. Bush está cada vez más debilitado como comandante en jefe, y no pocos advierten que esto también podría ser peligroso políticamente en el país y para la comunidad internacional.
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