Gloria Muñoz Ramírez
Las casitas de bambú, cartón, plástico, lona y lámina que desde hace mes y medio albergan en el sudeste de Sao Paulo a 400 familias provenientes de las calles, favelas y áreas de riesgo de la capital económica de Brasil, sostienen en sus provisionales paredes la bandera del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), sector que nació como brazo urbano del Movimiento Sin Tierra (MST) en 1997, y siguió después su propio camino, aunque siempre hermanado con el movimiento que le dio vida.
En la ciranda (espacio colectivo y recreativo) del campamento Joao Cándido del MTST, decenas de niños y niñas juegan con lo que tienen a la mano: una lata, un perro flaco, un papalote al que no le cabe un parche más... Llegaron aquí el 18 de mayo pasado, en una combativa marcha en la que participaron las 3 mil 500 personas que tomaron parte en la ocupación de un predio de más de un millón de metros cuadrados, ubicado en el municipio de Itapecerica da Serra, en marzo de este año
La estrategia aquí (en cada ocupación es distinta) fue la siguiente: el movimiento de los Sin Techo agrupó primero a cientos de familias sin casa, y sin posibilidad alguna de tenerla, y comenzó una preparación política que, aunque breve, los concientizó sobre sus derechos. El 16 de marzo pasado llegaron a la primera ocupación 250 familias, pero la noticia se expandió rápidamente en el mundo de abajo y llegaron a ser cerca de 3 mil 500 en tan sólo dos meses, periodo en el que el MTST inició la negociaciones con los gobiernos estatal y municipal, consiguiendo la cesión de un predio de 20 mil metros cuadrados en Vila Calo para albergar a 400 familias.
"El 18 de mayo hicimos asamblea general a las 6 de la mañana y después recogimos las cosas y salimos en camiones rumbo a Vila Calo. La policía nos iba vigilando, pero nosotros levantamos el ánimo, siempre mostrando fuerza y organización, rechazando en todo momento la provocación, pues el enfrentamiento es ruin", dice Daniel, joven encargado ahora del sector de "organicidad" del campamento, quien muestra orgulloso el trabajo colectivo junto a Francielle, otra jovencita responsable del mismo sector.
Ahora, explican, "justo en estos días se espera la votación de la legislatura local, cuando se decidirá si el área es cedida al movimiento y, posteriormente, si la Caixa Económica Federal otorga un crédito de vivienda, en el que se compromete a financiar 50 por ciento de las casas, mientras el resto lo otorga en plazos a las familias beneficiadas. La mano de obra, por supuesto, es puesta por el trabajo colectivo de los integrantes del campamento".
Uno de los grandes desafíos del MTST, coinciden los habitantes del campamento, es precisamente la falta de autonomía con respecto al Estado. En el movimiento, explican, intentamos comprar una casa del Estado financiada por el Estado, y en ese proceso se pierde autonomía. Igual que cuando se trata con algún partido político de izquierda. "A veces perdemos independencia con respecto al Estado y otras veces de la izquierda misma, pero vamos aprendiendo y vamos cambiando", señalan.
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