La Jornada Morelos
Sección: Opinión | Publicación: 31.07.2007
Señala La Jornada del pasado 28 de julio: “El activista mexicano Jorge Mújica recibirá este sábado el premio Altgeld a la libertad de expresión por su labor dentro de la comunidad inmigrante de Chicago. Mújica, vocero del Movimiento 10 de Marzo, se reconoce entre la comunidad hispana como uno de los principales organizadores de las marchas pro inmigrantes realizadas en esta ciudad desde 2006. El premio Altgeld se otorga cada año a los defensores de la libertad de expresión por el Comité Bughouse Square de la Biblioteca Newberry, de Chicago. Este galardón recibe el nombre por el ex gobernador de Illinois John Peter Altgeld, de origen alemán y defensor de un grupo de anarquistas condenados en Haymarket en 1887 ‘más por sus palabras que por sus hechos’, dijo Diane Ciral, representante del comité que otorga el premio.”
Habría que agregar que Ciral, destacó que “Jorge Mújica incorpora los valores históricos tanto del Bughouse Square como de Altgeld, y al igual que el ex gobernador, es un inmigrante que atiende las necesidades de una inmensa comunidad”. Por su parte, Silvia Rivera, directora de Radio Arte, señaló: “Mújica representa el movimiento de los derechos del inmigrante hispano, el año pasado, cuando el trabajaba en medios impresos, utilizó su voz para educar, movilizar y actuar”.
¿Jorge Mújica? ¿Movimiento 10 de marzo? Vamos por partes.
Jorge Mújica, nació en la ciudad de México en 1955. Se mudó a los Estados Unidos en 1987, viviendo primero en Los Angeles y, posteriormente, se trasladó a Chicago donde se instaló definitivamente. Desde hace bastantes años escribe la columna México del Norte (que se publica en diversos medios en Estados Unidos y en La Jornada Morelos), que dedica a contarnos mil y un historias relacionadas con la vida de esos más de 12 millones de migrantes mexicanos que viven en el México del Norte “que está más allá del Río Bravo”, como él mismo dice. Es también promotor y defensor de los derechos laborales de trabajadores inmigrantes.
En cuanto al Movimiento 10 de marzo, habría que decir que surge como respuesta a la propuesta de la Ley HR-4437, cuyo nombre formal es: Border Protection, Antiterrorism, and Illegal Immigration Control Act, que proponer construir un muro en la frontera con México, acelerar las deportaciones y penalizar la estancia de indocumentados. Una Ley que no sólo perjudica a la persona indocumentada, sino también a los residentes legales que ayuden a los indocumentados (los religiosos, los activistas, los voluntarios de buen corazón que asisten a los necesitados podrían ser perseguidos, multados y encarcelados; hasta los médicos que brinden atención regular o de urgencia podrían terminar detrás de las rejas). Como si todo ello fuera poco, la propuesta de Ley también implica la posibilidad de deportar a madres y padres sin papeles que tienen que dejar atrás a sus hijos e hijas ciudadanos estadounidenses por haber nacido en este territorio (como el mencionado caso de Elvira Arellano) Y todavía más allá, podría, incluso, afectar a los inmigrantes que tienen casos pendientes en la Oficina de Ciudadanía y Servicios de Inmigración (USCIS), quienes no podrían concluir sus casos, porque los deportarían. También bajarían los salarios, aumentaría la explotación, millones de trabajadores perderían los pocos derechos que tienen.
Es en ese contexto, que surge el Movimiento 10 de marzo -que agrupa a unas 200 organizaciones- todas unidas para apoyar la legalización incondicional de todos los indocumentados y en oponerse a los proyectos de ley HR 4437 y S2611 (que fue aprobado por el Senado como una respuesta a las movilizaciones de los inmigrantes, pero que no satisfizo ni las necesidades ni las demandas del movimiento por los derechos civiles de los inmigrantes). Los puntos de unidad también incluyen su oposición a la militarización de la frontera y a la construcción de muros y su oposición al programa de trabajadores huéspedes propuesto por la administración Bush.
Aquel 10 de marzo del 2006, surgió la primera gran movilización de migrantes (cerca de 300 mil tan sólo en Chicago) que tomaron las calles para luchar por sus derechos, con la certeza de que protestar sí puede hacer la diferencia y que tenían que tomar responsabilidad por su presente, por su futuro y la dirección en que va la sociedad.
Tenían plena conciencia de que, en 1886, trabajadores inmigrantes en Chicago lideraron y ganaron la lucha por la jornada laboral de ocho horas. Ciento veinte años más tarde, les toca a los trabajadores inmigrantes liderar, una vez más, la lucha por los derechos laborales, demandando la legalización, con derechos plenos, para todos los trabajadores indocumentados.
Sus consignas o solicitudes eran simples: Por la legalización incondicional para TODOS; NO a las redadas o deportaciones; NO a las murallas y militarización fronterizas; NO a los programas de trabajadores huéspedes; NO a la propuesta de Bush.
Y es que una y otra vez lo han dicho: Somos trabajadores, no criminales. Lo único que queremos es trabajar honestamente para mantener y sostener a nuestras familias.
Jorge señalaba en el 2005 que, en los últimos cinco años, las remesas enviadas a México por la migración mexicana, se ha duplicado permitiendo sobrevivir a millones y millones de mexicanos. Señala en una de sus columnas que los migrantes: “rompieron el récord de remesas enviadas al Sur. Este dinero es igual a lo que todos los estados recibieron gracias a los excedentes petroleros. Desde 2001, las remesas le han ganado al turismo, y desde 2003 son mayores a la inversión extranjera directa, es decir, a los negocios extranjeros en México. Han aumentado más de 2 mil por ciento desde 1980, y le ganan a la minería y la generación de electricidad y agua. Dejan chiquito a lo que el gobierno cobrará este año en impuestos varios, excepto el IVA y el impuesto al salario, pero contando el llamado “impuesto al activo”, al impuesto de tenencia y uso de vehículos y al impuesto sobre coches nuevos.”
En fin, que Jorge se ha dedicado a levantar la voz a pesar de los escozores que producen sus escritos a todos aquellos que quieren negar la difícil situación de los migrantes y la importancia de sus luchas (no sólo para ellos, sino para todo nuestros México en tanto le evita una crisis de proporciones inimaginables si se dejaran de recibir las remesas que hoy nos mantienen a flote)
Jorge dice una y otra vez: “Parece que los inmigrantes tendremos que seguir manteniendo a nuestras familias, como siempre” y dar la pelea sin el menor apoyo del gobierno mexicano donde “nadie le ha preguntado a los migrantes mismos. Como siempre, los paisanólogos hablan” no hacen más que hablar de nosotros pero nunca escucharnos ni tomar en cuenta lo que nosotros decimos.
Bien por Jorge, bien por la lucha de los migrantes. Y, por cierto, por si alguien se fija en los apellidos, sí, Jorge es mi hermano y siempre lo he admirado.
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