Julio Hernández López
El cuento chino, escrito por gringos, va convirtiéndose en tragicomedia calderónica. El procurador Televisa, Eduardo Medina en las Moras, declara en Estados Unidos que las uvas judiciales deseadas están verdes y no las quiere, o no tanto como originalmente se decía: lo importante es que a un delincuente se le castigue, dice el funcionario, mostrándose muy binacional, globalizado y open mind. Total, si los güeros quieren quedarse con el cantor oriental especializado en narcocorridos mezclados con campañas presidenciales, e inclusive con el cochino dinero decomisado que puras desgracias genera, pues que así sea.
La colección felipense de sugerentes errores a causa de la increíble historia del chino naturalizado mexicano se incrementó ayer con una perla producida en la mítica Culiacán, donde el cuñado del señor Hildebrando hizo como que se adjudicaba la detención en suelo extranjero de míster Ye Gon, que ni siquiera había sido notificada oficialmente a la administración de Los Pinos, porque a los gringos les ha valido olímpico gorro todo lo que ha dicho y hecho el gobierno del patio trasero, pues al presunto rey continental de suministros para drogas químicas ilegales se le apresó a petición de la DEA, no del aprontado Felipe, y por la presunción de que cometió delitos de narcotráfico, pero no por toneladas de sustancias contrabandeadas, sino por medio kilo simbólico, cantidad jurídicamente manejable que podría abrir la puerta de la cárcel al desembuchante Zhenli, que para entonces habría soltado tanta sopa de altísimo nivel que los güeros pudieran tener aún más agarrado de los huesos (se repite la palabra para evitar equívocos ovales: huesos) a quien de por sí ya es el más débil de los presidentes mexicanos, figura de bajo poder a la que todos sus presuntos aliados o promotores electorales quieren someter a presiones y exigencias extremas.
Triste sino de un gobierno al que una historieta oriental de mala confección ha llevado a un estado inexplicable (o muy explicable) de confusión y enredo. Ahora los intereses gringos se han atravesado abiertamente en el alegre trazo imaginario de extradiciones y manejo de la ''justicia'' a la mexicana que Los Pinos soñaba para, según sus cálculos de aficionado, sepultar el caso. Las agencias gubernamentales gringas quieren su pedazo del pastel de dólares decomisados y pretenden definir el futuro judicial de un personaje que resulta tan viscoso a los felipistas que ya han hecho saber que exploran la posibilidad de darle pa'tras al proceso de naturalización en el que patalean, tratando de zafarse, Santiago Creel y Luis Ernesto Derbez. Lo más grave, desde luego, no es el punto en sí de la extraña premura simplificadora que hizo mexicano a Ye Gon, sino el entramado de intereses, con Chente y Martita en la cúspide, que permitió el rapidísimo enriquecimiento de un personaje de tránsito franco por aduanas y de protegida movilidad ''empresarial''.
Los cuentistas del absurdo ven, mientras tanto, a Norberto Rivera Carrera colgarse de la bandera de las reformas constitucionales en favor del clero y disparar dardos contra Marcelo Ebrard (porque ''no reconoce'' a Felipe Calderón Hinojosa), para no enfrentar mediáticamente la realidad del proceso judicial llevado en la ciudad de Los Angeles que le colocará en la disyuntiva del jefe religioso de aquella demarcación estadunidense: negociar y pagar a demandantes por abusos sexuales y protección a pederastas, o dejar que siga su curso un juicio que podría enlodar gravemente a sus eminencias pecaminosas. Y la jefa electoral de la campaña felipista también hace saberle a su beneficiario de 2006: cooperas o cuello, así es que mediante una entrevista en el periódico El Universal se va contra la subsecretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota (la titularidad de la secretaría está virtualmente acéfala, disputada entre Chepina y el yerno de la profesora Gordillo), hace como que critica a Calderón por no haber formado un gobierno plural (a pesar de que incorporó a varios militantes del Pesthe, el Partido de Elba Esther) y trata de usar a Andrés Manuel López Obrador como justificante de la vida sacrificada que se da en San Diego, tratando de esconderse entre lujos californianos del riesgo de que alguien le reclame airadamente su papel de mapache electoral máximo de la pasada contienda fraudulenta. ¡Ah, el país de los cuentos chinos producidos con sello oficial!
Astillas
El licenciado Felipe Calderón tiene una extraordinaria oportunidad de continuar con su gustada rutina de alertar sobre posibles desgracias urbanas a causa de malas planeaciones o frivolidades administrativas. Bastaría con que el profeta de catástrofes metropolitanas moviera un poco su dedo flamígero de la ciudad de México y se asentara en el área conurbada de Guadalajara, donde en estos días ha habido cuando menos seis muertes a causa de inundaciones agravadas por malas obras viales e hidráulicas realizadas, no por administraciones perredistas (como tanto ha insistido el antedicho lic. en el caso del Distrito Federal), sino por continuados gobiernos panistas. ¡Animo, lic. Calderón: usted puede demostrar que critica parejo!...
Quienes deseen ver la portada de la revista El Jueves, que autoridades judiciales españolas censuraron, deberán ver http://www.elmundo.es/elmundo/2007/07/20/espana/1184937587.html y no a la dirección publicada ayer aquí, a la que erróneamente le fue agregado por duendes el punto y seguido del final de la oración. En delante, el autor de estas líneas procurará escribir las direcciones sin signos de puntuación inmediatos o entre paréntesis, para evitar pifias que causan impedimentos cibernéticos...
Y, mientras comienzan las especulaciones, los amagos y las negociaciones respecto del primer ¿informe? felipense, al que deberá dar respuesta o réplica un perredista que presida la mesa directiva de San Lázaro, y al Grito de Independencia, desde ahora incluido en la agenda del conflicto sexenal, ¡hasta mañana en esta columna que saborea su rico Pulparindo de plomo!
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