lunes, agosto 06, 2007

Elecciones, elegir no elegir

Sique

Si bien la vida no es una elección, te plantan en ella sin decir agua va, a partir de que tienes cierta conciencia de la realidad te la pasas eligiendo, equivocándote y volviendo a elegir. Por lo general, las primeras elecciones son pésimas, porque como no se tiene experiencia pues tampoco se tiene idea de la consecuencias.

Se supone que a medida que se va madurando se va adquiriendo experiencia, y con ello, criterio de cuales son las elecciones que más viabilidad tienen para obtener lo que se desea. Aunque dicen que el ser humano es el único que se tropieza con la misma piedra, también es cierto que hay algunos que sí tienen la capacidad de no repetir errores, pero ello depende del conocimiento que tengan y de que se haya reflexionado cada vez que se yerra, de tal forma se ha visto que el segundo matrimonio es por lo general mejor que el primero.

En cuanto a las sociedades es necesario que se tenga conocimiento de las equivocaciones de los que nos antecedieron para no repetirlas. He ahí la importancia de la historia.

El abstencionismo de los oaxaqueños en las elecciones de ayer no necesariamente debe interpretarse como una negativa a elegir, sino también como elegir no elegir. Es decir, no es asumir una actitud pasiva sino activa. Probablemente parte de los que eligieron no elegir lo hicieron en base a su experiencia: elijan lo que elijan, siempre les va de la patada, ya sea porque se pone otro que no eligieron o porque el que eligieron vuelve a ser el mismo sátrapa que prometió que no sería durante la campaña.

Entonces la interpretación de este abstencionismo sería hagan lo que les dé la gana, como lo hacen siempre votemos o no votemos, que nosotros nos vamos a organizar de otra manera según lo dictan formas políticas que tienen su origen en nuestro acervo histórico indígena, que iremos recreando y que resultaran ser más efectivas que las que nos han impuesto.

Respetable como debe ser toda elección, nuestra humilde opinión considera que la cosa no es tan sencilla ni necesariamente efectiva para obtener lo que se desea. Primero, porque aún dentro de la historia indígena también existió una sociedad estamentaria y desigual en la que un individuo de linaje (como en la monarquía), que ni siquiera era elegido sino que de base se consideraba superior, controlaba las fuerzas económicas, militares, religiosas y políticas que regían, de manera injusta como lo hizo Moctezuma en el imperio azteca, y segundo, porque las relaciones económicas, políticas y sociales las manejan individuos económica y militarmente feroces, menos dispuestos que en la cultura indígena a permitir grupos étnicos que manejen sus recursos y que se organicen según sus consensos, que no se tientan el corazón para desaparecerlos de la faz de la tierra antes de concederles su autonomía.

Si bien puede ser, porque no somos expertos en la materia, que las formas de organización de los pueblos indígenas sean mejores que las que ahora se ejercen en el mundo moderno y que mucho se podría aprender de ellos para vivir en un mundo más libre, solidario y equitativo, creemos que divorciarse del sistema para crear otro requiere de un proceso transicional que resguarde la supervivencia de quienes así lo pretenden, si no de nada sirve. Los cambios no se logran de la noche a la mañana. Hasta ahora, aunque sea temprano para decirlo, la valiente lucha oaxaqueña ha sido reprimida, se ha masacrado a la población y como lo acabamos de ver no importa que tantos organismos internacionales intercedan, los poderosos se los pasan por el arco del triunfo y siguen violando los derechos humanos con auténtico cinismo.

La lucha de los mexicanos con dignidad que pugnamos por una transformación de nuestro país ha sido prolífica en la protesta a partir de la elección de julio, pero ni el voto por voto, ni la injusticia de Atenco, ni la de Pasta de Conchos, ni los feminicidios, ni la escalada de precios, ni la tortilla, ni la ley del ISSSTE, ni la pederastia, ni la represión en Oaxaca ha tenido eco en las esferas del poder. Sin embargo, ha habido logros: el pelele no puede pavonearse libremente por las calles de México como lo hacía Salinas de Gortari y cada vez más mexicanos cobran conciencia de que no podemos seguir camino al precipicio.

Por otra parte, el asumir que el sistema de elecciones no sirve, es como decir que una medicina no cura cuando se ha venido ingiriendo otra. En efecto las elecciones no sirven si quien llega al poder no es quien se eligió, y tampoco sirve si cuando llega quien se eligió, no cumple y la población entera no lo obliga a hacerlo o lo destituye. De manera que eso es por lo que habría que pugnar primero. Para decir que la democracia que se establece a partir de las elecciones no sirve primero hay que ejercerla. Si la población realmente defiende el sufragio y se crea la figura de la destitución a través de un tribunal popular, veremos entonces si en realidad no sirve.

Pero aún suponiendo sin conceder que el sistema democrático vía la elecciones no sirve habría que "elegir" a un "tlatoani", que rodeado de otros y de "señoríos", facilitaran la nueva organización en el que la "gente" es el poder, alguien con quien se pudiera al menos establecer un diálogo al respecto y de ninguna manera permitir que suba al poder aquel con quien más difícil, por no decir que imposible, será la transformación, lo cual se obtuvo a través del abstencionismo. Porque bajo la organización política y económica actual, apoyada en una maquinaria militar terrible, ya no es el poder de un territorio, ni siquiera de una nación, sino que es de un mundo empeñado en perpetuar un sistema absurdo. Por más grupos de lucha que haya en todo el mundo, todo queda en protesta, denuncia y represión: el G-8 decide lo que ha de hacerse en el planeta sin ningún problema, a los manifestantes no los dejaron ni acercarse a la reunión; el genocidio en Irak sigue, por más que el mundo entero se pronuncie en contra, por poner sólo dos ejemplos de los que más se conocen entre miles que hay en el planeta.

También es cierto que el abstencionismo no sólo fue la decisión de elegir no elegir, sino el miedo y la compra de conciencias, lo cual expresa que la sociedad oaxaqueña en su totalidad no está tan fuerte como para emprender una transformación que devenga de su madurez. La marginación, la pobreza y la opresión bajo la que siempre ha vivido por siglos de injusticia la ha mantenido en el atraso. Independientemente de la valía de su nobleza y su pasado no hay que idealizarla.

Para que alguien mande obedeciendo la voluntad popular, se necesita elegir a ese alguien. Para transformar la sociedad, como para transformar cualquier otra cosa ya sea en el orden físico, intelectual o emocional se necesita un proceso y ese proceso necesita elegir las formas más efectivas porque si no, se toma el riesgo de que no se dé la ansiada transformación o que el costo sea tan alto que signifique el sacrificio de toda una generación sin tener la garantía de que se geste la siguiente.

Los adolescentes por lo general eligen sin experiencia y después de sufrir las consecuencias de sus elecciones empiezan a elegir mejor, los adolescentes a veces pagan caro sus experiencias y no siempre tienen la oportunidad de rectificar. Los adultos que eligen a conciencia, son capaces de exigir la condiciones bajo las cuales eligieron con mayor firmeza que la que puede tener un adolescente que por lo general le ven la cara y luego no tiene la fuerza para reclamar.

La población entera debe de educarse para saber elegir y para reclamar sus derechos, debe pasar de la adolescencia a la adultez.

Pero en fin, cada quien elige y cada quien aprende de sus elecciones según su edad. Respetamos la decisión de la APPO y estamos de su parte porque para nuestro movimiento son "primero los pobres" y nuestra mano es franca para quienes se han quedado atrás.

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