Excepcionalmente los gobernantes, más implícita que abiertamente, reconocen que ejecutan medidas populistas, y los hay que lo son sin saberlo y no aceptan serlo. Lo que fascina a todos ellos es ser populares, queridos por el pueblo. El y los populismos, pues los hay de todas marcas para impactar a las masas. Y han existido populismos que atienden las demandas de sus naciones. Otros gobernantes que de plano rechazan las decisiones populistas, se han visto obligados, aparente o realmente, a resolver problemas con soluciones populistas o para de momento quedar bien.
Calderón y los calderonistas tan hechos made in el capitalismo, el centro-derecha antipopulista y adoradores del Estado mínimo o sea, la no intervención en el mercado y mucho menos el control de precios ni los subsidios, han tenido que tratar de rebasar por la izquierda a la oposición, más que perredista (dividida en cuando menos dos bandos: la "nueva izquierda" con Cárdenas a la cabeza y la facción de AMLO), la lopezobradorista, que sigue presionando a los panistas del calderonismo. Y, entonces, se han implantado respuestas populistas.
De entre esas medidas, las dos más recientes son la utopía del Pacto entre Calderón y las tiendas de autoservicio (donde compran las clases medias altas, porque los pobres lo hacen todavía en los viejos mercados y los tianguis, donde los precios se mueven al alza) para contener el aumento de los precios. Además del anuncio, con bombos y platillos, por boca del propio inquilino de Los Pinos, para subsidiar o rebajar las cuotas para transitar por las carreteras federales (donde el saqueo, con miles de corrupciones, parece incontenible).
Hacer creer al pueblo que los precios no subirán (cuando todos los días han estado subiendo, pues, si Calderón fuera de compras se daría cuenta que están reetiquetando por las noches y muy de mañana) es una dosis de populismo. Y rebajar cinco pesos, en promedio, por cobro en cada caseta, es un burdo (por no decir burla) populismo. Ya van tres directores de Puentes y Caminos Federales inhabilitados y sancionados con multas, por los desfalcos millonarios. Hay quienes calculan que los cobros carreteros (la de Acapulco sigue siendo un desastre) supera o iguala las entradas petroleras.
El caso es que lo de los cinco pesos es puro populismo que no surtió los efectos deseados, ya que los automovilistas, en entrevistas, por radio y televisión censuraban las medidas, manifestando su malestar. Los pseudopopulistas no hacen bien las cosas y el tiro les sale por la culata. Un 50 por ciento de rebaja durante el período vacacional, que no abarca ni dos meses, hubiera sido una medida que le hubiera ganado simpatías al calderonismo y hubiera minado el populismo lopezobradorista. Si las políticas económicas no se traducen en reales compensaciones monetarias, no son populares y menos populistas.
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