Compañeros intelectuales,
No deja de por lo menos asombrarme que ante una manifestación tan fundamental, como la de ayer 31 de enero, por parte de los agricultores y campesinos de nuestro país no se haya visto ni escuchado la voz de los intelectuales de México. Salvo algunas voces (las conocidas, como siempre), no hemos visto la fuerza de los intelectuales y profesionistas mexicanos en contra de las medidas del tratado del libre comercio con EU y Canadá.
Seguramente están muy ocupados en sus profundas investigaciones que redundarán en miles de propuestas maravillosas para sacar del rezago económico y social a México, nuestro país, un país que de tanto sufrimiento ya no cree en nada ni en nadie y vive permanentemente en las limitaciones de sus cuatro paredes.
Ayer fui a la manifestación agraria que se realizó en la ciudad de Tlaxcala frente al palacio legislativo. Me llamó la atención, o más bien corroboré que los universitarios ni se enteraron y prefirieron dar clases en lugar de responder al llamado de los trabajadores del campo, olvidándose que sin ellos nuestro país no existiría, porque podrán faltar las calles pavimentadas, los cines, los libros, la televisión y hasta las Universidades, pero qué haríamos todos si faltaran los alimentos?
Es vergonzoso constatar que, en un país en donde muchas veces basta lanzar una semilla para que ahí crezca un fruto cualquiera, la mayor parte de nuestra población se esté muriendo de hambre y de pobreza.
¿Realmente hace falta que vengan productores extranjeros a vendernos sus productos cuando tenemos en México verdaderos vergeles y grandes extensiones territoriales en espera de ser apoyados?
¿Sabes acaso que la gran mayoría de los productores cobran una miseria por los productos que tú después pagas a precios irracionales? ¿Sabes acaso que a muchos campesinos se les paga una miseria –incluso menos de 50 pesos por día- por cada jornada de trabajo que puede durar más de 10 horas diarias? ¿Sabes acaso que mucha producción se pierde día a día porque los costos de traslado a los mercados resultan incosteables para los productores y sólo se benefician los intermediarios?
Seguro que lo sabes. ¿Entonces por qué no haces nada? De qué sirven los discursos incendiarios y contestatarios sobre los derechos humanos, el derecho al trabajo y/o los homenajes a los movimientos sociales extranjeros (guerras, guerra civil española, revolución rusa, entre otras), si cuando TU país te pide que actúes en consecuencia te haces como que la virgen te habla? ¿Dónde está la coherencia de tu discurso? ¿Para qué quieres hacer estudiantes críticos si tú no lo eres? La criticidad no debe ser una imagen estereotipada del intelectual (gafas, portafolios, saco de cuadritos, pantalón de mezclilla y La Jornada en la mano) sino un sujeto capaz de llevar a la práctica todo su discurso, de lo contrario harías mejor si te dedicaras a otra cosa.
Disculpa mi discurso pero estoy harta de ver cómo las universidades no sirven para mucho, salvo para crear clubes de elogios mutuos y muy pocos resultados para el país que te paga. Valga como ejemplo que actualmente los estudiantes universitarios tienen menos capacidad crítica que un campesino que jamás haya asistido a la escuela. ¿No te resulta vergonzoso? Ojalá cambies de conducta y lleves a la práctica todo el discurso crítico con el que ganas tu salario.
No son todos los que están, ni están todos los que son.
Elizabeth Alcalá Esqueda
Universitaria
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