Carlos Fernández-Vega
México, el país de menor crecimiento en AL, según la Cepal
El inquilino de Los Pinos descubrió que “es el momento de fortalecer y reimpulsar el tratado de libre comercio entre los tres países (México, Estados Unidos y Canadá)”. Bien, pero bajo su sesudo análisis, ¿cómo se “fortalecería” y “reimpulsaría” el TLCAN?
Desde el ingreso de México al GATT, en 1986, pero especialmente a partir de la entrada en vigor del TLCAN, en 1994, la economía mexicana se “abrió” a paso acelerado hasta “liberar” prácticamente el 100 por ciento de los sectores. A estas alturas, con lupa habría que buscar alguno que de una u otra suerte no esté “liberado”, salvo que la pesquisa se dirija al sector petrolero, hoy amenazado por la “reforma” calderonista, es decir, la misma que el propio inquilino de Los Pinos llevó a la cumbre ASPAN en Nueva Orleans para dejar en claro que, según lo acordado, hace su trabajo o cuando menos lo intenta.
Sólo así se “fortalecería” y “reimpulsaría” el TLCAN, especialmente en su Capítulo VI (Energía y Petroquímica Básica), mediante el cual los tres gobiernos “reconocen que es deseable fortalecer el importante papel que el comercio de los bienes energéticos y petroquímicos básicos desempeña en la zona de libre comercio, y acrecentarlo a través de su liberalización gradual y sostenida”.
Obvio es que el primero en rechazar cualquier tipo de renegociación del TLCAN es el inquilino de la Casa Blanca. Por el contrario, George W. Bush –al que ya le falta poco para irse– asegura que “es hora de mejorarlo”, y no habría mejor platillo para ello que la industria petrolera mexicana, hoy bajo enorme presión porque algunos quieren “fortalecerla” y “reimpulsarla”.
Más allá de esta perla que el michoacano regaló en Nuevo Orleans, Calderón, Bush y Harper repitieron aquello de los “beneficios amplios y compartidos” en las tres naciones. Para el caso mexicano, el inquilino de Los Pinos aseguró –como lo hicieron sus tres predecesores– que “pensar en una modificación es un paso atrás en el libre comercio y en México equivaldría a daños considerables a la economía… Hay que observar con objetividad los datos, así se concluirá que la ganancia ha sido para todos”.
Pues bien, datos objetivos, por ejemplo, los divulgados por la Secretaría de Economía en 2005: 37 mil 344 empresas participan en el mercado exportador asociado al TLCAN (una cifra raquítica si se considera el universo nacional), las cuales, aparentemente, se repartieron los casi 186 mil millones de dólares que en ese año significó el pastel de esta actividad. Sin embargo, el detalle confirma que, como en tantos otros sectores económicos del país, la concentración de la actividad exportadora no petrolera es brutal: sólo 601 empresas se quedan con el 76.3 por ciento del valor exportado, porcentaje que en 2005 se tradujo en casi 142 mil millones de dólares. Esas 601 empresas (no necesariamente mexicanas) representan 1.6 por ciento del por sí angosto mundillo exportador que oficialmente opera en México, y apenas 0.02 por ciento de las unidades económicas registradas. Allí está la ganancia que “ha sido para todos”.
Y mientras se afinan detalles para un debate nacional sobre la industria petrolera mexicana –si es que cuaja–, va el análisis del ingeniero José Luis Apodaca Villarreal, experto en el tema, quien señala que una fuente muy importante para el gasto social del gobierno federal son las ganancias obtenidas de tres procesos en la explotación de los hidrocarburos: desarrollo y exploración de yacimientos; transporte, almacenamiento y distribución, y refinación del crudo.
Contrariamente a lo que expresan el gobierno federal y quienes le apoyan, la propuesta de Calderón sí es privatizadora, porque plantea transferir las ganancias que generen esos procesos a las empresas privadas, fundamentalmente extranjeras, y de acuerdo con la Constitución, deben ser explotados por Pemex para beneficio nacional. Tres situaciones concretas demuestran esta afirmación, apunta Apodaca Villarreal:
1. El descubrimiento en Brasil de un yacimiento de crudo que podría ser de los más grandes del mundo. Se le conoce como Carioca ubicado en Cuenca de Santos, y será explotado por Petrobras con beneficio de solamente 45 por ciento. El resto pertenece a dos trasnacionales, la británica BG Group con 30 por ciento de las ganancias, y la española Repsol con 25 por ciento. Podría contener 33 mil millones de barriles de petróleo y gas natural, con una ganancia futura estimada en 1.7 billones de dólares (millones de millones). Brasil es el ejemplo a seguir en la propuesta de reforma energética. De aprobarse, más de la mitad de los futuros descubrimientos en México también deberán compartirse con las grandes trasnacionales.
2. El senador Labastida encabeza en el PRI la propuesta de “reforma”. Recientemente declaró que Pemex está transportando petrolíferos en camiones pipa privados. Mencionó que sería 14 veces más barato que las empresas privadas construyeran una red de ductos, para que ellos le ofrezcan ese servicio a la paraestatal, pero ¿por qué no propone, para bien de México, que sea Petróleos Mexicanos quien invierta directamente en la red de ductos? Así lo manda la Constitución, amén de que toda esa reducción en costos sería a favor del país.
3. Durante más de dos décadas Pemex no ha construido refinerías. En la última se importaron 700 millones de barriles de petrolíferos; en 2007 el crudo mexicano se exportó a 62 dólares por barril en promedio; los petrolíferos se importaron a cerca de 100 dólares por barril. México requiere tres o cuatro refinerías, con inversión de Pemex para cada una, de 3 mil 500 millones de dólares. En 10 años generarían una ganancia conjunta de 30 mil millones de dólares, que se destinarían al gasto social. De aprobarse la “reforma” calderonista, puntualiza, esas ganancias serían para los inversionistas extranjeros.
Las rebanadas del pastel
Para que “vivamos mejor” (Calderón dixit), una vez más el crecimiento de la economía mexicana ocupará el último escalón a nivel latinoamericano, de acuerdo con las estimaciones de la Cepal. En 2008, advierte el organismo, México será el país “de menor rendimiento en la región” y al que la recesión estadunidense “golpeará con mayor fuerza”.
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