Entregaron a Millán
El coordinador de Seguridad Regional de la PFP fue entregado para su ejecución por altos mandos de su misma dependencia por tocar intereses creados que se han construido desde el sexenio foxista y que consisten en brindarle protección al Cártel de Sinaloa, específicamente al clan de los hermanos Beltrán Leyva / El Barbas exigió su “cabeza” por intentar detenerlo
CIUDAD DE MEXICO, 14 de mayo (ESPECIAL).- El coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal Preventiva, Edgar Eusebio Millán Gómez, había sido entregado para su ejecución por altos mandos de su misma dependencia.Y es que informes de inteligencia de la misma PFP mencionan que Millán Gómez había tocado intereses creados que se han construido desde el sexenio pasado y que consistían en brindarle protección al cártel de Sinaloa, en específico al clan de los hermanos Beltrán Leyva, para el trasiego de cargamentos de droga tanto en diversos puntos de Sinaloa como en el aeropuerto internacional de la ciudad de México. Esta versión empieza a confirmarse luego de que se diera a conocer en medios nacionales que Arturo Beltrán Leyva, uno de los jefes del Cártel de Sinaloa y quien se ha convertido en uno de los capos de la droga más buscados en el país, logró escapar del acoso de policías federales el miércoles siete de la semana pasada, tras una violenta persecución en la carreteras del Estado de Morelos cercanas a la carretera Cuernavaca-Acapulco, en las inmediaciones del poblado de Xoxocotla. El escudo de seguridad del narcotraficante utilizó una amplia variedad de fusiles de asalto y lanzagranadas, que dejó una estela de vehículos destrozados y dos agentes federales muertos. Arturo Beltrán Leyva, apodado El Barbas, pudo escapar de la detención por las maniobras que alcanzó a realizar el convoy de protección que le tendieron sus escoltas, en particular un grupo de al menos cuatro ex militares que fueron reclutados apenas hace mes y medio para servir de guardia personal al jefe del cártel.Los ex militares pertenecían al 43 batallón de Infantería con sede en Tepic, Nayarit.El enfrentamiento estuvo dirigido por el coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal Preventiva, Edgar Eusebio Millán Gómez, desde el centro de operaciones de la Ciudad de México, quien al terminar ese trabajo y llegar a su casa a descansar, fue asesinado por un solitario sicario, que contó con el apoyo de los más altos mandos de la PFP, mismos que le proporcionaron copia de las llaves de su residencia para que esperara pacientemente su arribo en la sala de su domicilio.Versiones de inteligencia de la propia PFP mencionan que la ejecución del tercero en el mando de dicha corporación no pudo haber salido de parte de los hermanos Beltrán Leyva, pues como dicen las notas que circularon las agencias informativas nacionales, el mismo miércoles de su ejecución había participado en el operativo para detener a El Barbas, en Morelos, lo que no les permitía a los Beltrán Leyva girar instrucciones, pues con el aseguramiento de celulares y radios de comunicación, las organizaciones criminales se aíslan para evitar delatarse.Y es que Millán Gómez trabajaba en una amplia investigación que ponía a flote nombres de altos jefes policiacos federales, mismos que se encargan de brindarle protección al Cártel de Sinaloa y/o los hermanos Beltrán Leyva, quienes desde el sexenio pasado y por indicaciones directas de Los Pinos brindan protección a esta organización criminal.Los hermanos Beltrán Leyva se han convertido hoy en día en los miembros más peligrosos y efectivos del Cártel de Sinaloa, gracias a las relaciones político-empresariales que entablaron desde el sexenio pasado y que hoy se demuestra que cuentan con poderosos aliados al interior de la PFP y otras dependencias policiacas, mismas que le costaron la vida al jefe policiaco Edgar Eusebio Millán Gómez, quien se atrevió a desafiarlos.La estructura de protección que han tejido Los Beltrán Leyva quedó confirmada pues la banda de sicarios que integraban su cinturón de seguridad demostraron una lealtad absoluta al ofrendar su libertad e inclusive su vida en pos de la huida de su jefe El Barbas, al implementar hasta cinco escudos de seguridad para frenar el avance de los elementos federales.De acuerdo a las notas de agencias nacionales, al respecto detallaron: Los militares desertores, expertos en operaciones de comando, estaban dispuestos a entregar sus vidas para proteger la de su jefe, que hace apenas un mes y medio los había convencido de dejar al Ejército y de integrarse a su escolta personal. Arturo Beltrán Leyva, apodado El Barbas, uno de los jefes del Cártel de Sinaloa que se ha convertido en uno de los capos de la droga más buscados en el país, logró escapar a una operación montada por la Policía Federal para detenerlo el miércoles pasado. El Barbas pudo escapar a la detención tras una violenta persecución en la carretera de Cuernavaca a Acapulco, donde su escudo de seguridad, dirigido por al menos cuatro ex militares, utilizó 11 fusiles de asalto, un lanzagranadas y miles de cartuchos para dejar una estela de vehículos destrozados y dos agentes federales muertos.La misión estuvo dirigida por el coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal, Edgar Eusebio Millán, desde el centro de operaciones de la Ciudad de México.Por meses, Millán estuvo persiguiendo a Beltrán Leyva; y esa noche, después de coordinar la operación que estuvo a punto de culminar con la detención de su acérrimo enemigo, fue asesinado en su propia casa por un solitario sicario que lo esperaba en el interior de su vivienda.La persecución inició cuando un equipo de vigilancia de la Policía Federal detectó en la ciudad de Cuernavaca una camioneta, que de acuerdo con la información de inteligencia, se ajustaba a las características de la utilizada por el Cártel de Sinaloa.Según los funcionarios, en el momento de la persecución no sabían que en el vehículo que encabezaba el convoy iba el jefe del Cártel de Sinaloa. Varios de los nueve detenidos tras la refriega confirmaron la presencia de Beltrán Leyva, quien es la tercera vez, al menos, que logra escapar del arresto policial en el último año.La reconstrucción de la persecución sugiere una violenta espectacularidad, pues de acuerdo con los funcionarios, en la medida en que el convoy de Beltrán Leyva iba sumando camionetas de protección, también el equipo de seguridad iba pidiendo refuerzos que se integraron al combate.Un funcionario federal describió que el método utilizado para la protección del capo fue el de “escudo”, pues al ser descubiertos los vehículos de la Policía Federal, la última camioneta del convoy desaceleró su paso para enfrentar a tiros a los federales mientras las demás continuaban su camino a toda velocidad.Una vez que los federales inutilizaban esa primera barrera, la siguiente camioneta en el convoy repetía la operación. Cuando finalmente la célula de protección de Beltrán Leyva se percató de que la capacidad de fuego federal era superior, añadió la fuente, decidieron parar todos los vehículos, cruzarlos en la carretera y presentar una resistencia de fuego a la policía.El vehículo que llevaba a Beltrán Leyva no se detuvo.La huida se cubrió, señalan los reportes, al menos por tres bloques de pistoleros equipados con rifles de asalto, lanzagranadas, granadas de fragmentación, chalecos antibalas y radios con frecuencia policial.En la retaguardia, que enfrentó a los policías federales, se encontraban Marco Antonio Vargas Tovar, Mario Ortega Zúñiga y Arturo Huízar Montes, tres de nueve sicarios detenidos y los primeros que aceptaron haber pertenecido al 43 Batallón de Infantería, cuya base está en Tepic, Nayarit, en las instalaciones de la 13 Zona Militar.
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