La atenquización del campo chihuahuense
No son machetes: son tijeras y rasuradoras. No son caballos: son trocas que recorren desaforadas las polvosas terracerías. No es la furia popular ante el despojo de las tierras comunitarias para construir –y lucrar con– un nuevo aeropuerto: es la indignación de los productores agropecuarios y sus pueblos contra las brigadas de la CFE que vienen a cortarles la energía de sus pozos y de pasada dejan sin luz a sus pueblos.
El reporte de campo del último fin de semana de abril es escueto, pero ilustrativo: seis empleados de la CFE detenidos y rapados por los productores de Agrodinámica Nacional, para impedirles realizar los cortes de energía y escarmentarlos. ¡Corte por corte! es el grito de guerra de los herederos de la lucha de Armando Villarreal Martha, cuyo asesinato sigue sin esclarecerse a dos meses de ocurrido. Parece que pretendieran que el vacío dejado por el líder sea ocupado por el más radical, el menos negociador de los varios dirigentes regionales.
Y es que el contexto se presta a ello: varios factores presagian un ominoso ciclo agrícola para los productores de riego por bombeo de Chihuahua: la sequía se ha instalado de nuevo, el precio de los fertilizantes se ha disparado, las heladas tardías afectaron a la gran mayoría de pequeños y medianos manzaneros; la burocracia de Sagarpa y Hacienda ata con manejos sectarios y reglas de operación laberínticas el mayor presupuesto agropecuario de la historia, los lecheros se ven ahorcados por el alza de precio de los granos y, para agravar todo, se reanudan los cortes de energía de CFE, aparejados con denuncias penales contra los activistas del movimiento.
Pero si bien el encarnizamiento de las acciones defensivas de los productores se asemeja al de los pobladores de los Atencos, la composición y el origen social del movimiento es muy diferente. Aquí no se trata de agricultores campesinos, básicamente pobres, sino de clases medias rurales en vías de empobrecimiento. En su mayoría no son los productores de subsistencia, de maíz y de frijol. Son pequeños empresarios agrícolas dedicados al cultivo de chile, alfalfa, maíz amarillo, o propietarios de huertas de nogales, de manzanas, o productores de leche. Buena parte de ellos no son ejidatarios y se concentran en las diversas regiones de riego por bombeo del estado, precisamente donde los acuíferos están a punto del colapso.
Todo este conjunto de capas medias rurales chihuahuenses se torna más combativo y aguerrido en tanto el gobierno federal mima a un puñado de productores, sobre todo menonitas, que concentran los apoyos a la comercialización de maíz y que, cercanos al PAN, manejan información privilegiada para recibir apoyos y se aprovechan de los enormes vacíos de las leyes de aguas para explotar sin misericordia los también cada vez más vacíos acuíferos de las zonas de libre alumbramiento.
Las comunidades a las que pertenecen dichos productores han comenzado a intervenir en la medida en que los cortes de energía practicados por la CFE afectan también algunas zonas urbanas. Así sucedió la semana pasada en Ascensión, en la frontera noroeste del estado, donde hasta la única planta maquiladora del pueblo se queda sin luz, o en Nuevo Casas Grandes, donde los pobladores toman la carretera porque se les deja a oscuras, o en Benito Juárez, municipio de Buenaventura, donde pobladores y agricultores impiden la entrada al pueblo de las brigadas de la CFE a pesar de ir escoltadas por la policía estatal.
A pesar de esto la CFE no suspende su ofensiva; al contrario, la recrudece presentando denuncias ante la Procuraduría General de la República, misma que dispara más de una docena de órdenes de presentación contra productores de Agrodinámica. Éstos seguramente reaccionarán con acciones más radicales y se continuará la escalada hacia la violencia.
Como si no fuera suficiente el clima de terror creado por las ejecuciones del narco y los atropellos a los derechos humanos perpetrados por las fuerzas federales, el estado de Chihuahua tiene que soportar ahora esta miope ofensiva de la CFE que el gabinete calderonista no atina o no quiere detener.
¿Falta de oficio político ante la multiplicación de focos rojos? ¿Falta de interés por lo que sucede en las regiones alejadas del centro político? ¿Estrategia premeditada para que se pudra la gobernabilidad en el estado y lo recupere Acción Nacional? ¿Incapacidad de todos los órdenes de gobierno ante la proliferación de situaciones límite? Son las preguntas que sacuden el campo chihuahuense estos días turbulentos.
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