Patrañas

María Teresa Jardí

Uno de mis libros favoritos, sin ninguna duda, es “El corto verano de la anarquía” de Hans Magnus Enzensberger, publicado en Barcelona, en 1972, por la editorial Anagrama. En el que aparece Buenaventura Durruti, por supuesto.
Uno de mis tíos, de mi rama materna, es decir de la rama anarquista de mi familia, la paterna era comunista (del PSUC) y de Ezquerra republicana.
Mi tío Pedro, un tipazo, desde los 14 años fue guardia personal de Durriti el enorme luchador anarquista, nacido en León, España, y asesinado, cobardemente por la espalda, en Barcelona donde está enterrado.
Mi tío Pedro acabó exiliado en Francia, fue parte de la resistencia y murió atropellado en un extraño accidente de tránsito cuando ya era un hombre de poco más de setenta años. Lo que curiosamente también le había ocurrido a otro de sus amigos, camarada de brega, un poco antes.
Mi tío Pedro estuvo siempre convencido de que la bala que asesinó a Durruti salió del arma de uno de sus escoltas y nunca dejó de investigar por su cuenta el hecho, convencido de que iba a lograr, antes de morirse, el poder establecer plenamente quién había sido el asesino del impulsor, desde la CNT, a la que pertenecían mis abuelos maternos también, del Comité Central de las Milicias Antifascista de Cataluña.
Ridícula es la aseveración de que a Edgar Millán lo asesinó un x sujeto que obtuvo de x manera las llaves de su casa a la que entró como Pedro por su casa, valga el dicho que usa el mismo nombre de mi tío Pedro, para esperarlo en ella tranquilamente, es de suponer que tomando una Coca-cola, ya se sabe que los sicarios asesinos no se ocupan de no beber el veneno destapa caños con cuya venta se les financian, entre otras cosas, a los enemigos de la humanidad, destructoras y ladronas guerras, como la de Irak, fumando mota, también es de suponer y oliendo coca o inyectándose otra cosa.
Lo esperó en la casa, sin vigilancia, de un alto mando de la policía, como están las cosas en el país y luego de una racha de policías asesinados. Hasta pretenden que creamos, tontos, tontísimos que somos los ciudadanos, que ni un sirviente para tenderle la cama tenía el jefe policiaco. Tan moderados que son los que llegan incluso al cargo de chofer del secretario de quinta del amigo de cuarta del que ocupa el puesto de secretario de octava de el político de quinta amigo de Mouriño, eso sí. Patrañas.
Por supuesto que lo entregaron y claro que fueron sus compañeros los que lo hicieron. Y no sé va a saber por qué lo ejecutaron. Pero se pueden desechar de entrada algunos móviles y establecer otros.
Es obvio que no se trata de un crimen político debido a la militancia del ejecutado. Lo que no quiere decir que no sea un crimen político ordenado desde la cabeza misma de quien usurpa el Poder Ejecutivo del Estado mexicano tan empeñado en lograr que México deje, por completo, de ser un país soberano.
Es un crimen útil para acabar de concretar los pormenores del malditamente perverso Plan México con el que la República Mexicana deja de ser una nación soberana incluso por lo que toca al rubro militar y policiaco. Los que (militares y policías) pasan a tener como jefe al ejército yanqui y a recibir órdenes de la DEA y de la CIA.
Beneficia al usurpador la ejecución de Millán, al igual que las otras impunes de la última racha de policías ejecutados. Beneficia al usurpador para acabar de cerrar la pinza, policiaca en este caso, es decir represiva contra el movimiento ciudadano, de la veta de la derecha apátrida y entreguista que tiene al usurpador Calderón como cabeza visible por ahora. Derecha fascista que está acabando de concretizar la entrega total de los hidrocarburos que a la nación mexicana pertenecen y acabando con lo que le pueda quedar de soberanía alimentaria al pueblo. Derecha corruptísima empeñada en convertir a los mexicanos en los esclavos del imperio gringo.
Sabios que fueron los padres del Derecho, por eso establecieron como primera línea de toda investigación la que lleva al que se beneficia con la muerte de la víctima.