Baldemar Velázquez*
El próximo domingo me trasladaré a un campo de cultivo en la época más difícil del año. Carolina del Norte encabeza a la nación en muertes por golpe de calor. Muchos casos ocurren en julio y agosto, cuando los hombres no sólo luchan contra el calor, sino también contra el envenenamiento por nicotina. Los trabajadores a los que el FLOC representa en Carolina del Norte cultivan 26 productos diferentes, desde pepinos hasta tabaco y árboles de Navidad. En mi historia de trabajador agrícola he trabajado en todos esos cultivos u otros cercanos, de granos, de árboles o arbustos, pero nada parecido al tabaco con sus retos particulares. Me siento obligado a experimentar lo que viven esos hombres en el que se considera el peor, el más riesgoso y sucio de los trabajos,
Mi impresión es que por lo regular esos hombres reciben críticas injustas. Lo que los lectores de noticias del radio y la televisión despotrican contra los inmigrantes, con o sin papeles, no me parece cierto ni correcto. Pasaré una semana frugal, trabajando con ellos, y espero transmitir al público lo que tienen que enfrentar, sus sueños, esperanzas, tragedias y su humanidad. Eso me permitirá, como presidente de su sindicato, el privilegio de hablar con mayor conocimiento sobre su conducta.
Espero enviar un mensaje cada noche a una lista selecta. Es mi deseo arrojar luz sobre ellos desde dentro, sobre una vida sobre la cual la mayoría emite juicios sin la cortesía de ponerse en los zapatos del otro durante una temporada.
27 de julio
Llegué esta mañana y fui recibido con calidez por los trabajadores que serán mis compañeros por una semana. El Caballo, que será uno de mis compañeros de cuarto, se esmeró en hacerme sentir como en casa. Como no hay aire acondicionado, la humedad de Carolina del Norte lo hace a uno sentirse en un horno. Por fortuna estoy en un campo muy decente: hay cuatro dormitorios con cinco camas cada uno, pero en esta habitación sólo estamos tres. Cada una cuenta con regadera y excusado, lo cual le da a este campo las más altas calificaciones en lo referente a comodidades. El edificio de bloques de concreto tiene una cocina completa y un área común para comer y recreación. Pese al calor y a no haber vivido en un campo de cultivo durante muchos años, me siento realmente bendecido. Sé cuán malos llegan a ser algunos campos que tienen un montón de trabajadores indocumentados. Sus condiciones no han progresado mucho desde el tiempo en que Edward R. Murrow produjo su Cosecha de vergüenza.
El edificio dista unos 35 metros del camino rústico, junto a una zona arbolada y no lejos de los campos de tabaco donde entraré por la mañana. Recibí algunas indicaciones de El Caballo acerca de la ropa y los sombreros que se usan para evitar el contacto con las hojas de tabaco hasta donde sea posible. Me dará un poncho improvisado con una bolsa de plástico para basura, para que el rocío matutino no me empape la ropa.
Los hombres que laboran aquí provienen de San Luis Potosí y Durango. Ardo en deseos de saber algo acerca de su vida y de lo que los impulsa a sacrificarse lejos de su familia durante largo tiempo. Es fácil percibir a la distancia el hambre y la necesidad de subsistir, pero lo que la gente no ve es su humanidad. Veo a muchos de estos hombres en la abrumadora soledad de estar alejados de sus familias y aun así poner cara valiente ante esta realidad. Cada uno tiene seres queridos por los cuales se sacrifica; espero que puedan compartir conmigo quiénes son y qué desean para ellos.
Están muy lejos del retrato que hacen de ellos los comentaristas de radio y televisión. Se les ha presentado como transgresores de la ley y tal vez hasta terroristas, cuando en realidad quienes pueden venir con visa de trabajo, lo han hecho así, pero nuestro país lo vuelve imposible para quienes no pueden porque, a diferencia de otros mercados (de bienes y de dinero), el mercado de trabajo no es “libre” y está muy restringido. Esos otros trabajadores vienen como pueden, cumpliendo lo que siempre impulsa los mercados, que es la ley de la oferta y la demanda. Los hombres que he llegado a conocer son respetuosos y extremadamente apegados a la ley. Saben que ir contra la ley puede poner en riesgo su sacrificio por sus familias.
Bueno, el zumbido de los ventiladores sirve como una tentadora canción de cuna; ya casi son las 11 de la noche y las 6 de la mañana llegarán pronto. Gracias a todos por los pensamientos y en especial a los guerreros de la oración para que la semana resulte positiva y edificante para los trabajadores y para el granjero a quien servimos.
* Presidente del FLOC (Farm Labor Organizing Committee, Comité Organizador del Trabajo Campesino)
Traducción: Jorge Anaya
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