■ EU, el “castillo de la pureza” en versión financiera
■ Bancomer presiona a empleados
■ Bancomer presiona a empleados
Aspecto de una de las múltiples protestas que se organizaron frente a la bolsa de valores de Nueva York contra el rescate financiero
De siempre catalogado entre los países más endeudados del planeta –mismo que condiciona sus “apoyos” a que la nación “beneficiada” reduzca su débito público–, Estados Unidos se encuentra no sólo en pleno ataque de nervios, sino inmerso en una suerte de “quiebra técnica”, aunque el término sea aplicable más a empresas que a gobiernos, y eso que la Casa Blanca aún no incorpora el “rescate” de sus amigos del mundillo financiero y bursátil a su desastroso balance contable.
Desde Washington, la calificadora Fitch adviertió que “el plan de rescate del sector financiero estadunidense por 700 mil millones de dólares promulgado por el presidente George W. Bush va a aumentar la deuda de Estados Unidos a más de 70 por ciento de su producto interno bruto (PIB). Si todos los compromisos fiscales anunciados en el proyecto se materializan de aquí hasta finales de 2009, la deuda del gobierno superará 70 por ciento del PIB por primera vez desde los años 50”.
En sí el dato es alarmante, pero la estimación de la calificadora Fitch se queda corta, porque el presupuesto del gobierno estadunidense para el ejercicio fiscal 2009 (armado y “cabildeado” desde febrero del presente año, y que oficialmente arrancó el primero de octubre) ya reconoce una deuda federal equivalente a 69.3 por ciento del PIB, o lo que es lo mismo, que 70 centavos de cada dólar que da cuerpo al PIB de Estados Unidos simple y sencillamente se contabilizan como deuda pública.
Antes del crac, pues, el gobierno estadunidense ya adeudaba 70 centavos de cada dólar, independientemente del peso específico del “salvamento” de Bush junior. Al incorporar al balance el efecto del generoso “rescate” de los barones del dinero y los especuladores de Wall Street, sin consecuencia alguna para ellos, entonces el débito federal del “motor del mundo” podría fácilmente superar 75 por ciento del PIB, a menos que el sucesor del texano decida pagar tan benévola acción con recursos presupuestales, lo que lo obligaría a recortar programas (no militares desde luego), comenzando por los de alto contenido social. Por donde se le vea, pues, es un hecho la quiebra técnica del papá de los pollitos, que se suma a la quiebra ética y política de la clase gobernante de aquel país.
Sin considerar el contundente efecto negativo que el “rescate” tiene en la contabilidad pública de Estados Unidos, la deuda que hereda George W. Bush a su sucesor en la Casa Blanca (obvio es que facturada a los contribuyentes de aquel país) resulta la mayor de los últimos 55 años, desde 1953, cuando al término de la guerra de Corea el débito representó 69.5 por ciento del PIB estadunidense.
Todo indica que en la familia del texano eso de los números rojos se les da muy bien, porque en sus cuatro años de estancia en la Casa Blanca (1989-1993) George H. W. Bush, el papá, incrementó la deuda pública en 13 puntos porcentuales, al pasar de 53.1 a 66.2 por ciento del PIB, considerando que también él tuvo su aventura guerrera en Irak, aunque menos costosa –en términos de dinero– que la de su hijo.
El junior quiso superar a su honorable progenitor pero, a pesar de todas las barbaridades por él cometidas a lo largo de su casi ocho años de inquilinaje en la Casa Blanca, la deuda pública de Estados Unidos “sólo” se incrementó 10 puntos porcentuales con respecto al nivel heredado por Bill Clinton (57.4 por ciento, que de por sí era espeluznante), para cerrar 2008 en 67.5 y proyectarla a 69.3 por ciento en 2009 (sin considerar los 700 mil millones de dólares del “rescate”).
En fin, de acuerdo con las propias cifras del gobierno estadunidense, al cierre de 2008 –felizmente el último de George W. Bush en la Casa Blanca– la deuda pública de aquel país sumará 9.65 billones de dólares (millones de millones), monto 72 por ciento superior con respecto al registrado al inicio del mandato del texano. Si se considera la proyección para 2009, entonces el saldo se elevará a 10.41 billones (en ambos casos sin considerar los 700 mil millones del “rescate”), cifra 85 por ciento por arriba de la reportada el 21 de enero de 2001, fecha del cuestionado arribo del junior.
Con gobernantes así, para qué dedican tanto presupuesto a las “amenazas externas”, cuando a todas luces los enemigos están adentro. Lo mejor del caso es que, en una suerte de “castillo de la pureza” versión financiera, el gobierno de Estados Unidos, con sus organismos ejecutores (FMI y Banco Mundial, entre otros) chantajea y obliga a las naciones subdesarrolladas a “limpiar” sus cuentas y reducir débitos si quieren “ayuda” para salir del hoyo (en el que obviamente se mantienen), mientras él da rienda suelta a sus bajas pasiones de endeudamiento público.
Las rebanadas del pastel
Más rayas al tigre del Libretón: “días atrás (BBVA) emitió el documento Plan Porvenir Bancomer, mediante el cual ‘propone’ a sus trabajadores que en caso de jubilación y en lugar de pensión, nos liquidarán con una cantidad ‘mayor a la correspondiente’. Los de Recursos Humanos nos llamaron para entregarnos dicho documento, comentándonos que se nos ‘invita’ a firmar de aceptado ya que contenía ‘cambios relevantes’ y ‘ventajas muy buenas’ para nosotros. Dijeron que en caso de no estar de acuerdo también deberíamos firmar, cosa que nos llamó la atención. Adicionalmente, en tono de burla nos preguntaron que si pensábamos jubilarnos y, con insistencia, nos decían que con un poco más de liquidación a la correspondiente podríamos poner un ‘changarro’. El banco quiere cambiar su régimen de jubilaciones promoviendo que, llegado el momento, los empleados reciban una mayor cantidad de dinero en un solo pago y no una pensión mensual. Tenemos muchas dudas ya que dicho contrato es confuso y no precisa cómo serán estos ‘beneficios’. La mayoría de los compañeros decidimos no firmar (cuando nos entregaron el Plan Porvenir dijeron que podíamos consultarlo con abogados o expertos en la materia). Concluido el plazo para la entrega del documento firmado, el personal de Recursos Humanos regresó para recogerlo. Al comentarles que no habíamos firmado se molestaron y con prepotencia dijeron que a como diera lugar íbamos a firmar. ¿Si no hay nada oculto, por qué debemos firmar a fuerza? ¿A qué se deben sus amenazas? ¿Se les olvida que dijeron que era voluntario? ¿Señores del sindicato –de Bancomer– no van a hacer nada? Se supone que tenemos líderes sindicales que representan y defienden los intereses y legítimos derechos de los empleados. ¿Y el contrato colectivo de trabajo? No cabe duda que México se vende y se vende completo sobre todo a los empresarios españoles” (de trabajadores de la trasnacional financiera que suculentamente opera en México, que están al borde del estallido).
Desde Washington, la calificadora Fitch adviertió que “el plan de rescate del sector financiero estadunidense por 700 mil millones de dólares promulgado por el presidente George W. Bush va a aumentar la deuda de Estados Unidos a más de 70 por ciento de su producto interno bruto (PIB). Si todos los compromisos fiscales anunciados en el proyecto se materializan de aquí hasta finales de 2009, la deuda del gobierno superará 70 por ciento del PIB por primera vez desde los años 50”.
En sí el dato es alarmante, pero la estimación de la calificadora Fitch se queda corta, porque el presupuesto del gobierno estadunidense para el ejercicio fiscal 2009 (armado y “cabildeado” desde febrero del presente año, y que oficialmente arrancó el primero de octubre) ya reconoce una deuda federal equivalente a 69.3 por ciento del PIB, o lo que es lo mismo, que 70 centavos de cada dólar que da cuerpo al PIB de Estados Unidos simple y sencillamente se contabilizan como deuda pública.
Antes del crac, pues, el gobierno estadunidense ya adeudaba 70 centavos de cada dólar, independientemente del peso específico del “salvamento” de Bush junior. Al incorporar al balance el efecto del generoso “rescate” de los barones del dinero y los especuladores de Wall Street, sin consecuencia alguna para ellos, entonces el débito federal del “motor del mundo” podría fácilmente superar 75 por ciento del PIB, a menos que el sucesor del texano decida pagar tan benévola acción con recursos presupuestales, lo que lo obligaría a recortar programas (no militares desde luego), comenzando por los de alto contenido social. Por donde se le vea, pues, es un hecho la quiebra técnica del papá de los pollitos, que se suma a la quiebra ética y política de la clase gobernante de aquel país.
Sin considerar el contundente efecto negativo que el “rescate” tiene en la contabilidad pública de Estados Unidos, la deuda que hereda George W. Bush a su sucesor en la Casa Blanca (obvio es que facturada a los contribuyentes de aquel país) resulta la mayor de los últimos 55 años, desde 1953, cuando al término de la guerra de Corea el débito representó 69.5 por ciento del PIB estadunidense.
Todo indica que en la familia del texano eso de los números rojos se les da muy bien, porque en sus cuatro años de estancia en la Casa Blanca (1989-1993) George H. W. Bush, el papá, incrementó la deuda pública en 13 puntos porcentuales, al pasar de 53.1 a 66.2 por ciento del PIB, considerando que también él tuvo su aventura guerrera en Irak, aunque menos costosa –en términos de dinero– que la de su hijo.
El junior quiso superar a su honorable progenitor pero, a pesar de todas las barbaridades por él cometidas a lo largo de su casi ocho años de inquilinaje en la Casa Blanca, la deuda pública de Estados Unidos “sólo” se incrementó 10 puntos porcentuales con respecto al nivel heredado por Bill Clinton (57.4 por ciento, que de por sí era espeluznante), para cerrar 2008 en 67.5 y proyectarla a 69.3 por ciento en 2009 (sin considerar los 700 mil millones de dólares del “rescate”).
En fin, de acuerdo con las propias cifras del gobierno estadunidense, al cierre de 2008 –felizmente el último de George W. Bush en la Casa Blanca– la deuda pública de aquel país sumará 9.65 billones de dólares (millones de millones), monto 72 por ciento superior con respecto al registrado al inicio del mandato del texano. Si se considera la proyección para 2009, entonces el saldo se elevará a 10.41 billones (en ambos casos sin considerar los 700 mil millones del “rescate”), cifra 85 por ciento por arriba de la reportada el 21 de enero de 2001, fecha del cuestionado arribo del junior.
Con gobernantes así, para qué dedican tanto presupuesto a las “amenazas externas”, cuando a todas luces los enemigos están adentro. Lo mejor del caso es que, en una suerte de “castillo de la pureza” versión financiera, el gobierno de Estados Unidos, con sus organismos ejecutores (FMI y Banco Mundial, entre otros) chantajea y obliga a las naciones subdesarrolladas a “limpiar” sus cuentas y reducir débitos si quieren “ayuda” para salir del hoyo (en el que obviamente se mantienen), mientras él da rienda suelta a sus bajas pasiones de endeudamiento público.
Las rebanadas del pastel
Más rayas al tigre del Libretón: “días atrás (BBVA) emitió el documento Plan Porvenir Bancomer, mediante el cual ‘propone’ a sus trabajadores que en caso de jubilación y en lugar de pensión, nos liquidarán con una cantidad ‘mayor a la correspondiente’. Los de Recursos Humanos nos llamaron para entregarnos dicho documento, comentándonos que se nos ‘invita’ a firmar de aceptado ya que contenía ‘cambios relevantes’ y ‘ventajas muy buenas’ para nosotros. Dijeron que en caso de no estar de acuerdo también deberíamos firmar, cosa que nos llamó la atención. Adicionalmente, en tono de burla nos preguntaron que si pensábamos jubilarnos y, con insistencia, nos decían que con un poco más de liquidación a la correspondiente podríamos poner un ‘changarro’. El banco quiere cambiar su régimen de jubilaciones promoviendo que, llegado el momento, los empleados reciban una mayor cantidad de dinero en un solo pago y no una pensión mensual. Tenemos muchas dudas ya que dicho contrato es confuso y no precisa cómo serán estos ‘beneficios’. La mayoría de los compañeros decidimos no firmar (cuando nos entregaron el Plan Porvenir dijeron que podíamos consultarlo con abogados o expertos en la materia). Concluido el plazo para la entrega del documento firmado, el personal de Recursos Humanos regresó para recogerlo. Al comentarles que no habíamos firmado se molestaron y con prepotencia dijeron que a como diera lugar íbamos a firmar. ¿Si no hay nada oculto, por qué debemos firmar a fuerza? ¿A qué se deben sus amenazas? ¿Se les olvida que dijeron que era voluntario? ¿Señores del sindicato –de Bancomer– no van a hacer nada? Se supone que tenemos líderes sindicales que representan y defienden los intereses y legítimos derechos de los empleados. ¿Y el contrato colectivo de trabajo? No cabe duda que México se vende y se vende completo sobre todo a los empresarios españoles” (de trabajadores de la trasnacional financiera que suculentamente opera en México, que están al borde del estallido).
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