Alberto Híjar
De miedo es el nombramiento como Secretario de Gobernación del abogado defensor de gángsters mayores tipo Raúl Salinas, Lankenau y Cabal Peniche. La línea política no será otra que el influyentismo y la protección de intereses de ricos, muy ricos, suficientemente corruptos como para no detenerse ante ningún obstáculo legal. El miedo crece entre los desprotegidos de siempre porque prevalece la elección de funcionarios entre quienes poseen un currículum vitae de transas con absoluta ignorancia de lo que pasa entre los pobres. Qué miedo que un abogado así tenga poder para negociar entre partidos políticos. Ya lo dijo: actuará sin distingos, lo cual quiere decir que todos son corrompibles. Negociación es negocio.
De miedo la unidad entre la autodenominada Democracia Cristiana que ni es democracia ni es cristiana y la cumbre de negociantes reunida en Monterrey. En la casita de los Fox-Sahagún se reunieron con Alvaro Uribe acompañado por el embajador de Colombia en México y por una alta funcionaria de su gobierno. El embajador Osorio está refugiado de hecho en México para protegerse de las inculpaciones de los beneficios a los paramilitares a los que sirvió cuando fue fiscal general. Tampoco al ministro Santos lo afectaron las pruebas de su complicidad con asesinatos masivos por grupos paramilitares. Con su cara de yo no fui, Uribe felicitó a Calderón en Los Pinos por su guerra contra el narcotráfico y nada dijeron ambos de la invasión del ejército colombiano a Ecuador para aniquilar el campamento de las FARC en Sucumbíos con el bombardeo inicial de once proyectiles disparados desde la base yanqui de Manta, Ecuador, misma que será desmantelada cuando en 2009 termine el acuerdo que la autorizó. Lo único que hizo Uribe fue vanagloriarse por los 5 mil millones de pesos mexicanos pagados como soborno a quienes guiaron a su ejército a Sucumbíos. Nada declararon Calderón y Uribe de los cuatro estudiantes mexicanos masacrados en Sucumbíos, de las tres sobrevivientes, de los 21 más asesinados. Lucía Morett sigue sin poder regresar a México por las denuncias de hechos imaginarios presentadas por Mejor Sociedad, Mejor Gobierno y un sedicente Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública, representados en el convivio del ranchito de los Fox-Sahagún. De nada han valido las exigencias desde la Cámara de Diputados y por organizaciones defensoras de los derechos humanos para declarar improcedente todo proceso derivado de las denuncias de hechos ilusorios, fundamentados en títulos de la prensa amarillista escritos por periodistas corruptos. ¡Qué miedo!, ¡qué desprotegidos estamos!
La infamia necesita propagarse y como cuenta con mucho dinero, editó con el sello trasnacional de Alfaguara, un panfleto de Jorge Fernández Meléndez prologado por el excomandante del ERP salvadoreño, Joaquín Villalobos, famoso por su participación en el asesinato del querido poeta y revolucionario Roque Dalton. Fernández, tránsfuga sudamericano, figura entre los beneficiados con información protegida por las seguridades de los Estados que suelen abrirla cuando les conviene. De lo que se trataba era de dar a conocer documentos manipulados de la asombrosa computadora de Raúl Reyes, responsable de relaciones internacionales de las FARC. Extraña computadora que sobrevivió a las altas temperaturas producidas por las once bombas estalladas en el campamento devastado. Sin la custodia debida como llaman los juristas a las presuntas pruebas de un delito, la computadora ha estado en garras del ejército colombiano desde su captura y hasta ahora. Era necesario oponer su información manipulada a las campañas de denuncia contra el gobierno criminal de Uribe y contra los juicios contra sus ministros y diputados que han sido expulsados masivamente del Parlamento. Nada mejor que valerse de un periodista sicario para pagarle la redacción de Las FARC en México, de la política al narcotráfico. El prólogo de Joaquín Villalobos prueba la disposición de quien entregara su falso fusil de combate al entonces presidente Carlos Salinas, como acto publicitario de los Acuerdos de Chapultepec de enero de 1992 que liquidaron la Revolución popular salvadoreña y dieron al traste con las organizaciones revolucionarias centroamericanas. Villalobos asesoró el combate contra el EZLN y anduvo también en Argentina para liquidar la insurrección popular. Oculto como becario en Oxford, ha logrado títulos espurios pese a no contar con certificado de educación media y ahí conoció a Uribe. Su primer argumento en el prólogo es que la revolución es cosa de edad, porque cuando un revolucionario se acerca a los cuarenta años tiene que pensar en otra cosa, contrarrevolucionaria por supuesto. Qué miedo.
La Conferencia Episcopal Mexicana reclama derechos de participación civil que en realidad son políticos, reprueba que la Guerra Cristera aún se recuerde aunque nada dice de la solución acordada a espaldas del Vaticano y con la injerencia yanqui del embajador Dwight Morrow para dejar tal cual el artículo 130 sobre el control de cultos para jamás aplicarlo. Es cosa de volver a los altos valores, así sea incluyendo al defraudador obispo Onésimo Cepeda, Sandoval Iñiguez, el cardenal de Guadalajara; Fox, vicepresidente de la Democracia Cristiana en América; Aznar en España, los piadosos gobernadores de Guanajuato, Querétaro y Jalisco, duros contra los pueblos y generosos con la Iglesia Católica. Sigue pendiente la aclaración de los cursos de tortura para la policía de Guanajuato en León. Qué miedo. ¡Cuánto trabajo cuesta contener al bestial gobierno disfrazado de cordero compungido!
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