viernes, diciembre 12, 2008

Boletín Informativo ISA núm 603

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Sumario:

I. Para compensar el poder adquisitivo, AMLO propone aumento superior a 7 por ciento a los minisalarios

II. ¿Qué hacer?, por Rogelio Ramírez de la O

III. 2009: oficialismo vs izquierda, por Luis Linares Zapata

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PARA COMPENSAR EL PODER ADQUISITIVO, AMLO PROPONE AUMENTO SUPERIOR A 7 POR CIENTO A LOS MINISALARIOS

En vísperas de la negociación contractual, Andrés Manuel López Obrador propuso un incremento superior a 7 por ciento a los salarios mínimos para compensar la pérdida del poder de compra de la clase trabajadora.

Luego de que el Banco de México diera a conocer el índice inflacionario anualizado, de 6.23 por ciento en 2008 —el porcentaje más alto en los últimos 7 años, según su reporte—, el presidente legítimo de México planteó la necesidad de fijar los aumentos a los nuevos minisalarios por encima de la tasa inflacionaria del año que está por concluir.

Al iniciar un recorrido de cuatro días por 22 municipios de Michoacán y Jalisco, López Obrador sustentó su iniciativa en que el porcentaje de incremento a los mínimos siempre queda por debajo de la inflación anual, “es decir, hay una pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores”.

Ante los habitantes de esta localidad, dejó en claro que la lucha de millones de mexicanos se mantendrá hasta que se concrete un cambio real en nuestro país y en esa tarea “no podemos rajarnos”.

“El movimiento por la transformación de México y sus instituciones tiene como propósito sacar al pueblo de la pobreza y la marginación. Por esa razón, no podemos hacernos a un lado, no podemos claudicar, no podemos rendirnos y no podemos rajarnos. Con la fuerza del Movimiento en Defensa de la Economía Popular se presionará al gobierno del presidente pelele, Felipe Calderón, para que baje los precios de las gasolinas, el gas y la energía eléctrica”, puntualizó.

En Ayotlán, Jalisco, la maestra María de Jesús Vázquez, quien se encargó de darle la bienvenida, le pidió que definiera la situación de los partidos políticos que forman el Frente Amplio Progresista.

En principio, López Obrador dijo que el movimiento por la transformación de México se extendió por toda la geografía nacional y que en sus filas se encuentran dirigentes, legisladores, simpatizantes y militantes del PRD, PT y Convergencia, así como un importante número de ciudadanos sin militancia partidista, pero conscientes de la necesidad de cambiar la actual situación de opresión y de abandono.

Luego llamó a “cuidar el movimiento” e informó que el gobierno legítimo de México cuenta actualmente con una red de aproximadamente 2.4 millones de representantes de todos los municipios del país. “Se trata de la organización ciudadana más importante y grande que cualquier partido político y que actualmente se está consolidando”, mencionó al aclarar que “en su momento se va a resolver” la situación de los partidos en el FAP. El asunto “lo tiene que decidir la gente, de manera libre, por cuál partido del Frente Amplio Progresista se va a votar”, precisó.

Para rematar, el presidente legítimo de los mexicanos enfatizó: “es un asunto de los ciudadanos, pero lo que sí te puedo decir con seguridad es que sería un grave error y un acto contrario al interés del pueblo y la nación, el votar por el PRI o por el PAN. “¡Ni un voto al PRI, ni un voto al PAN! Así de claro”.

En las asambleas informativas en Atotonilco y Degollado, así como en Ayotlán, López Obrador se refirió a las campañas y a los ataques lanzados por la derecha panista en contra del Movimiento por la Defensa de la Economía Popular, el Petróleo y la Soberanía Nacional y se preguntó: “¿qué debemos hacer para contrarrestar esos ataques, esas campañas? Que cada ciudadano se convierta en un medio de comunicación y que cada uno haga el compromiso de convencer a un ciudadano más”, recomendó.

“Ahora que se profundizará la crisis económica en los próximos meses, el gobierno espurio de Calderón debería de informar al pueblo, hablar con la verdad y tomar acciones para proteger la economía de las clases medias y pobres de México; sin embargo, lo único que está haciendo es cuidar y proteger a quienes lo impusieron en la Presidencia de la República, como banqueros y grandes empresarios”, señaló el dirigente de la izquierda mexicana.

En este sentido, confió en que la fuerza del movimiento por la transformación del país hará que Calderón voltee la mirada hacia el campo, para dejar de importar alimentos de consumo básico y otorgar apoyos directos a productores y ejidatarios, para alcanzar la soberanía alimentaria.

Para este jueves, Andrés Manuel López Obrador recorrerá los municipios de San Marcos, Etzatlán, Antonio Escobedo (San Juanito), Ahualulco de Mercado, Teuchitlán, y San Cristóbal de la Barranca, en Jalisco.

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¿QUÉ HACER?

por Rogelio Ramírez de la O

(publicado en El Universal el 10 de diciembre de 2008)

Estados Unidos lucha con todo para no caer en una depresión, pero aun con cuantiosos recursos para apoyar a bancos y consumidores, la crisis tiene su propia espiral y será difícil cambiar su dirección. El desempleo en ese país puede llegar a dos dígitos en 2009.

Si aun con buenos tiempos americanos México no creció en los últimos 30 años más de 2.5% sostenidamente, el resultado sería desastroso si el gobierno no hace nada. Con el agravante de falta de empleo para medio millón de trabajadores que cada año emigraban a Estados Unidos.

Desde luego, ninguna política económica podrá impedir una recesión. Pero el gobierno podría suavizarla con medidas no muy difíciles de aplicar. Debería apoyar a productores, frenar una espiral de inflación y reforzar los programas sociales.

Para los productores la renovación de créditos es vital. El apoyo lo inició el gobierno con créditos de Nafin y de la Sociedad Hipotecaria Federal. Debe aumentarlo, pero también hacerlo transparente y sentar criterios uniformes que garanticen que no sólo apoyará a sus amigos. Esto porque los recursos no van a alcanzar para todas las empresas que los necesitan. Con el antecedente de Fobaproa, otro rescate viciado por conflictos de interés sería ignominioso. Estados Unidos ofrece una buena guía: se apoya a los grupos a cambio de acciones preferentes, mismas que garantizan que algún día se podrá recuperar el dinero de los contribuyentes.

La devaluación del peso va a causar mayor inflación. Si ésta se sale de control complicará todo. El gobierno puede y debe llamar a un pacto de moderación y poner por delante la reducción de los precios de gasolina, electricidad y gas. Y en paralelo exigir al sector privado que modere sus alzas. Debería derogar el IETU, que a estas alturas resulta perverso, pues no permite la deducción de intereses sobre la deuda o las pérdidas cambiarias. Aparentemente se diseñó con una economía ideal en mente.

El déficit fiscal aumentará aun si el gobierno no hace nada, pues las presiones para otorgar apoyos se van a multiplicar. Sería mejor tener un programa establecido y no gastar según las presiones del día.

También debería exigir la reducción de precios que en México son injustificadamente superiores a los de Estados Unidos. Éstos no son de toda la industria, sino los precios de monopolios. Si el gobierno reduce la energía, puede exigir que bajen el cemento, las telecomunicaciones, el pan, el transporte aéreo y los servicios bancarios y financieros, incluyendo las comisiones de las afores. Una reducción significativa de estos precios sería como una transfusión sanguínea a la economía.

La devaluación del peso muy probablemente aumente, dado lo precario de la cuenta externa. En 2009 la cuenta externa del gobierno va a empeorar por el menor ingreso petrolero. La cuenta externa privada también va a empeorar por los numerosos vencimientos de deuda de las empresas, la falta de crédito externo y la caída de exportaciones y de remesas. Será un golpe al poder adquisitivo de las familias y por eso se requiere que los programas sociales apoyen alimentos, pequeños productores y trabajadores de las ciudades, en donde el mayor desempleo podría ser alarmante.

Esto no es más que la repartición de una carga extraordinaria entre sectores, lo único lógico para la tarea gubernamental en una crisis. Ponen su parte el gobierno, las utilidades de monopolios, los salarios y la mayoría que debe aceptar menor bienestar. Es posible, desde luego, si el gobierno reconoce que hay una crisis.

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2009: OFICIALISMO VS IZQUIERDA

por Luis Linares Zapata, secretaria de Salud del gobierno legítimo de México

(publicado en La Jornada el 10 de diciembre de 2008)

Las elecciones intermedias encuentran su mayor significado cuando preparan bien las presidenciales siguientes y legitiman (o no) a la administración en turno. Aun así, los actores políticos se aprestan, con sus mejores instrumentos y personal, a entrar a la batalla que definirá resultados. Poco se deja al azar.

Y poco de lo que sucede en el periodo de incubación queda fuera de sus considerandos y tramoyas. Nadie puede llamarse a engaño ni suponer otra motivación en los partidos que la conquista de curules y, cuando coinciden con las elecciones federales, algunas gubernaturas, ayuntamientos y diputaciones locales.

El oficialismo ya presentó su cuerpo de ataque. Tanto el PRI como el PAN celebraron sus convenciones y han dado la voz de arranque a sus militantes y apoyadores. La izquierda, aún dividida, también se apresta a dejar su huella inscrita en el ámbito público. Huelga decir que esta trifulca intermedia será decidida a favor del oficialismo, en cualquiera de sus dos versiones. La izquierda muestra, sin recato, dos frentes que la debilitan: uno tan cercano al oficialismo que la desdibuja como tal y, el otro, en la férrea oposición al modelo imperante que defiende y empuja la conocida alianza del PRIAN.

Los temas que dominarán la contienda también están ya dibujados en el horizonte: inseguridad y crisis económica. En ellos quedará atrapada la opinión colectiva y de ellos dependerá, si los tratan con precisión y estilo, el agrupamiento vencedor. De la coherencia de los rivales políticos con los sentimientos y necesidades populares dependerá el grado o la magnitud de las simpatías coaguladas en votos.

La administración del señor Calderón quedará atrapada en fuegos simultáneos y desde distintas posiciones, pues cojea, y mucho, en ambos aspectos. Difícilmente puede encontrarse un caso, en el mundo, más vulnerable en estos temas que el panismo como partido gobernante. Y, por derivada consecuente, el priísmo colaborador también quedará enredado en la disputa. ¿Dónde hay tantos degollados, acribillados a tiros, ensabanados o torturados como en este país? ¿En qué lugar del mundo puede verse una continuidad de modelo económico tan ruinoso como la que empujan los que alegan gobernar aquí?

Para diferenciarse, aunque sea en el discurso, el PRI ha dado cobijo a la insensata propuesta de la pena de muerte que circula por estos aciagos días. Saben los dirigentes del priísmo que es una rendija cínica por la cual pueden colar sus pretensiones de alzarse con la mayoría calificada en la cámara baja. Se han esforzado en presentarse ante los ciudadanos como los personajes que saben cómo dar seguridad y controlar al crimen organizado.

Una presunción por demás alocada y carente de base, pero susceptible de ser manejada, a su favor, en la propaganda. Pero en el terreno económico nadie, que no sea la izquierda realmente opositora, puede reclamar un lugar distinto porque ha venido proponiendo un programa alterno y viable. Todos los demás están ensartados en la continuidad neoliberal que ha fracasado con estrépito. Y los que, de esa izquierda, se definen como negociadores o modernos, quedan incluidos en posiciones de franco rechazo colectivo.

Ya bien entrada la discusión en Estados Unidos por el cambio de ruta en medio de la mayor crisis de su historia reciente, el señor Calderón se pasea titubeante por el escenario interno y el latinoamericano. A veces opina que se debe dar por terminado el modelo que impone los balances del mercado sin regulaciones y, en otras, que no hay que apresurarse en ese sentido.

El mismo cónclave financiero de estos pasados días (Bolsa de Valores) recaló en afirmar la fortaleza de un mercado accionario que da tumbos por doquier. En apresurado consenso, los banqueros y demás financieros (públicos y privados) buscan resituar los instrumentos que dieron al traste con la famosa estabilidad de los mercados globales.

Ahí, en ese foro, el señor Calderón todavía sostuvo que regular puede ser nocivo y que está atento a lo que pueda pasar. Habla de proteger el salario y el empleo, pero no formula plan alguno y permanece pasivo ante los atropellos de banqueros (intereses) y demás monopolistas nacionales con sus precios inflados. Mientras, en otro lado, Barack Obama y el Congreso de ese país discuten el plan de restructuración de la industria automotriz que, para ellos, significa rescatar uno por ciento de su PIB.

En este México dubitativo se está a la espera de esas (y de otras) decisiones, aun cuando esa misma rama significa el 6 por ciento del PIB. El monto y la profundidad de la afectación serán, por tanto, muy distintos en ambos lados de la frontera, aun cuando el señor Calderón haya dicho que no abrirá el TLC. Todavía al final de este año, con la tormenta ya encima, es la hora en que el gobierno mexicano sigue atolondrado. La búsqueda del recién nombrado secretario de Economía continúa por los pasillos de palacio y por las cámaras de industria, comercio o servicios sin que den con su nombre, paradero e intenciones.

Con ese pesado bagaje sobre los hombros, el oficialismo derechoso se encamina a las venideras elecciones. La izquierda, por su lado, sigue enfrascada en sus dilemas de ruptura o continuidad forzada que pocos entienden. ¡Qué desperdicio de oportunidades!


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