Alvaro Cepeda Neri
Conjeturas
Como las concesiones de telecomunicaciones (radio y televisión), también lo son las que usan los capitalistas con liquidez o sea con dinero contante y sonante, más el dinero de inversiones especulativas y sin contar el “lavado” del dinero sucio (y sin los auténticos lavadores de Al Capone) que ejercen de banqueros respetables y quienes, en un 80 por ciento, manejan y jinetean el dinero de los cuentahabientes (pequeños y grandes ahorradores) y los millonarios depósitos por cobro de servicios gubernamentales, pagos de nómina (el gancho para hacer como si los trabajadores tuvieran crédito bancario) y otras actividades que provee a los bancos de una liquidez multimillonaria.
Mucho mayor es su voracidad al amparo de que, salvo uno o dos pequeños bancos, supuestamente de capital nativo, son sucursales de matrices extranjeras.
Las concesiones bancarias se remontan, tras la Revolución de 1910 (en el blanco de una celebración centenaria por la derecha en el poder presidencial) al período obregonista consolidadas en el régimen callista.
Se volvieron intocables (como ahora las de radio y televisión, dado su inmenso poder mediático) hasta que durante el lopezportillismo se las retiraron tras la mal llamada nacionalización de la banca, que provocó que las derechas intelectuales (con los Enrique Krauze de entonces e iniciativa privada) pusieran el grito en el cielo y dijeran que el comunismo o, al menos el socialismo, había entrado vía el populismo de Echeverría a López Portillo.
No tardó mucho la medida (con la divisa: “¡Ya nos saquearon... No nos volverán a saquear!”, seguida de: “Defenderé el peso como un perro! Y así nos fue con la devaluación). De la Madrid devolvió las concesiones y hasta les regaló dinero. Y los diputados que aprobaron la cancelación de las concesiones, fueron los mismos que aprobaron el regreso de la banca a manos privadas.
Luego, cuando las privatizaciones salinistas y zedillistas, los bancos dizque nacionales fueron vendidos (hasta sin pagar impuestos por las transacciones, como Banamex) a bancos ingleses, estadounidenses, canadienses y de los Países Bajos.
A partir de entonces, con toda impunidad, todos se pusieron tácitamente de acuerdo para impedir la competencia y cobran hasta por entrar a los edificios que albergan los bancos y que con capital fresco, el señor Zedillo, sin autorización del Senado, les regaló por medio del Fobaproa, con cargo al pueblo.
Ahora que sabemos de las billonarias ganancias de la banca (es una sola en términos de un monopolio con nombres diferentes para despistar a los ingenuos), los senadores intentaron meterle mano a la voracidad, abusos y despiadadas utilidades que se van a las matrices.
Reducen al mínimo los intereses y elevan al máximo cobros por servicios que no les permiten en sus países de origen. Aquí la total impunidad a sus excesos. No tienen llene, se llevan las bolsas de dinero fresco, convertido a sus monedas, y hacen, a río revuelto del dejarlos hacer por la consigna del libre mercado, lo que quieren. ¿No nos volverán a saquear?
cepedaneri@prodigy.net.mx
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