Jorge Lara Rivera
Muy preocupantes resultan los recientes actos vandálicos cometidos en el Parque Museo de La Venta, en Tabasco, contra 23 piezas, vestigios de la cultura Olmeca, considerada cultura madre de Mesoamérica, y en el cuerpo piramidal de las emblemáticas edificaciones teotihuacanas, otro testimonio del esplendor preamericano el cual se ubica en el Estado de México; a cargo de unos canallas el primero y promovido, inexcusablemente, con afanes de lucro por el instituto gubernamental federal encargado de su custodia y preservación (INAH) con patrocinio oficial, el segundo.
Los dos incidentes son, en verdad, graves; así, sin más. Ambos ponen de relieve la fragilidad de congruencia social entre el declarado aprecio que sentimos por el patrimonio histórico cultural colectivo, y la proporción que guarda nuestro orgullo con el cuidado dispensado a ése, así como el estado real de nuestra integración comunitaria respetuosa con la diversidad que nos define.
Al respecto, apenas puede eludirse la reflexión acerca de cómo nos enorgullece la herencia cultural de raíz originaria legada por los pueblos nativos, a cuya savia corresponde la fortaleza, riqueza y diversidad de nuestra cultura mestiza, en contraste con las variadas formas de racismo, discriminación y marginación y los oportunismos ejercidas contra los descendientes directos de esas primeras naciones a los cuales se ha invisibilizado social, económica y políticamente, confinándoseles al pintoresquismo de la miseria y las servidumbres inhumanas.
Por encima del saldo decepcionante del llamado movimiento neozapatista, tras la posmodernidad y finalizando la primera década del siglo XXI, esta meditación no puede seguir postergándose.
El análisis nos ayudará a evitar caer en los velados cepos que la falsedad y el fanatismo visten ahora.
Como ese que se percibe ya en el talante de total intolerancia que desfigura la máscara de modernización que sólo hace un par de semanas buscaba darse en los medios la Iglesia Católica, ilustrativo de la magnitud de su camaleonismo.
La verdad es que desde la inauguración del llamado Encuentro Mundial de las Familias, con el galimatías del discurso santoral y laico del panista titular del Ejecutivo federal se puso en claro que en ese foro los temas polémicos no se debaten; simplemente se les descalifica.
Por pura suerte, la mascarada coincide, precisamente estos días, con la malhadada nueva de la captura de un sacerdote –otro más– acusado de abuso sexual contra dos menores, presuntos delitos para cuya comisión estuvo asistido de una ¡monja!, la llamada “madre Martha”, quien prófuga posiblemente usurpa la identidad de alguien fallecida hace siete años. Curioso virtuosismo el de la “familia” católica, ¿verdad? Y acerca de la cual el enviado del Vaticano elude afrontar cuestionamientos mientras se hincha la boca para hablar de pureza, castidad, respeto a la dignidad de la vida y las personas, y otras caricaturas en su organización, desde el centro mismo de su bonita asamblea que encubre la plena identificación con prácticas de intolerancia, doblez e hipocresía.
Otros ámbitos prohijan también ejemplos inquietantes. Por mencionar alguno, en el plano internacional, al día 22 de la operación “Plomo fundido”, los rumores apuntan a que, como un gesto cortés israelí a la investidura presidencial de Barak Obama en EEUU, la ofensiva concluirá antes del martes.
Así y todo, en términos de pérdidas humanas se ha contabilizado cerca de mil muertos y casi cinco mil heridos; pero también nuevos excesos; como el bombardeo de una mezquita (tal vez usada por HAMAS para ocultar armas) y un hospital en funciones y varios edificios de la agencia internacional para los refugiados de la ONU, acciones bajas que violan el Derecho de Gente y todas las leyes y convenciones internacionales honradas por los pueblos civilizados del orbe, apenas disculpadas tímidamente por el Ministerio de Defensa de Israel como “lamentable error”, mientras que, increíblemente, su jefe de gobierno arremete furioso contra las críticas diciendo que desde allí les disparaban.
Este proceder necio y la insensibilidad política que exhibe resulta equivalente (salvada la proporción) con la cantilena gubernamental vertida en la “Mesa Permanente de Trabajo” establecida entre la SAGARPA y los representantes del sector pesquero, entercado en no bajar el precio del diesel aunque la industria del ramo se desploma, con el argumento de que “es más barato que en los Estados Unidos” (¿?). ¡Nadie les ha dicho en qué gobierno cobran y ante qué pueblo están obligados!
¡Pero qué esperanzas! Se trata de gente con mentalidades chiclosas, acostumbradas al cinismo y la impunidad, ¿o dónde pondría usted que en el hermoso joyel arquitectónico, potentemente magnético al turismo, que la ciudad de Guanajuato representa, una sociedad conservadora haya escogido darse autoridades municipales reaccionarias a ultranza, la cual prohibe los besos en la vía pública para mantener “las buenas costumbres”? Desde luego que por lo pronto ponerse en tal brete, sólo es cosa de ella. Por supuesto, con no visitar el sitio basta... por ahora. Pero a tanta incuria habrá que dar pronto, inevitablemente, una respuesta. Para eso estarán allí en julio las urnas electorales.
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