La crisis económica y financiera que desató Bush con su megalomanía incontrolada, sirve de marco y pretexto para la imposición del Amero y la expansión geopolítica de Estados Unidos, con el argumento de su Seguridad Nacional que los mismos republicanos se encargaron de socavar.
El que hace la ley, hace la trampa. Eduardo García Máynez
Las calamidades económicas de Estados Unidos están impulsando el rediseño de la estructura que hasta hoy le ha servido para imponerse como potencia imperial, que hace lo que le viene en gana sin opinión u oposición alguna de sus vasallos y tributarios.
Contrario a la doctrina que siempre impuso mediante organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, OMC), el gobierno estadounidense impúdicamente decidió nacionalizar sus instituciones financieras y ningún medio de comunicación (ni en Estados Unidos, ni en Venezuela, ni en Chile, Bolivia o Argentina) reclamó la incongruencia, ni culpó al cínico Bush de haberse convertido en un “peligroso socialista”, como le han gritado a Hugo Chávez, Evo Morales y otros mandatarios que actúan para sus pueblos.
El gobierno ultraconservador de Estados Unidos nacionalizó bancos y aseguradoras, redujo libertades de sus ciudadanos, les impuso mayores cargas impositivas generales aliviando las empresariales, les otorgó menos servicios y más persecución y conculcación de derechos civiles, sin que nadie le gritara a Bush “¡Comunista!”, ni la CIA financiara una conspiración para asesinarlo o, por lo menos, darle un golpe de estado.
Sin embargo, Bush ya se fue... pero dejó todo un tiradero en el mundo.
Emproblemada, la Nomenklatura estadounidense pretende reponerse y conservar su poder desmesurado mediante la conformación de una Comunidad de Norteamérica que si en un principio se previó económica, hoy se vuelve financiera por la caída imparable de Wall Street.
En la reingeniería geo-econo-política recargada por Bush para la expansión económica, geográfica y política de Estados Unidos (mejor dicho, de su casta gobernante o Nomenklatura), sigue asignado un papel vital a la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) o Security Prosperity Partnership of North America (SPP), un proyecto a cargo del Departamento de Estado y de Comercio, propuesto por el Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos –CFR, sus siglas en inglés– (“institución independiente” financiada por magnates judíos estadounidenses, que traza las políticas gubernamentales orientadas a proteger su plutocracia), y que incluye el corrimiento de las fronteras de la Unión Americana hasta el Ártico al norte y el río Suchiate –frontera de México con Guatemala– al sur, para crear un perímetro defensivo con tecnologías de control dirigidas desde Washington, asignando a los otros países la responsabilidad de revisar todo lo que cruce por sus territorios hacia Estados Unidos. O sea, la Seguridad y Prosperidad es para Estados Unidos. Los demás ponen la Alianza.
ASPAN, Hijo de las Sombras, Padre del AMERO
Pensado, preparado y decidido en las sombras, bajo el argumento oficial de “mejorar la productividad, reducir los costos del comercio y mejorar las condiciones de vida”, el ASPAN se manejó y se sigue manejando como un secreto sólo accesible a unos pocos cómplices, sin presentarlo como un audaz proyecto participativo –porque no lo es–, benéfico para los ciudadanos de los tres países involucrados (Estados Unidos, Canadá y México).
De lo poco que se ha logrado saber y de los papeles de trabajo de los Grupos de Tareas (Task Forces) que nombró el CFR para preparar esta reingeniería geopolítica, surgió el “Amero”, la nueva moneda regional que integrará los sistemas monetarios y las tesorerías de Estados Unidos, Canadá y México.
Aunque algunos analistas rehúsan tratarlo como “una conspiración”, se trata de un proyecto internacional “reservado”, en que trabajan el Departamento de Estado y el de Comercio de Estados Unidos, sin consentimiento ni conocimiento del Senado o su Congreso, igual que hace el gobierno de México, donde tanto la Presidencia de Vicente Fox como la de facto de Felipe Calderón, sólo entera a unos cuantos políticos cómplices de los partidos PAN, PRI y Verde Ecologista, y Elba Esther Gordillo.
El “Amero” como síntesis de la integración monetaria regional y el ASPAN –y previamente el TLC (o NAFTA, sus siglas en inglés)– significan que la soberanía de los tres países será absorbida por una unión inconstitucional en cada uno de ellos, pues ninguna de sus respectivas Constituciones prevé un acuerdo o pacto como el firmado, ni se ha hecho hasta hoy intento alguno por darle un apoyo social verdadero, mediante la votación de sus ciudadanos informados, convencidos y anuentes.
Así, el “Amero” carece de las bases sociales, económicas y políticas que le han dado fuerza y poder cambiario al Euro, paso último de una integración participativa de varios países que decidieron combinar capacidades y esfuerzos para lograr una prosperidad conjunta.
Mala Copia del EURO
A diferencia del Amero concertado en las sombras políticas de Washington, el Euro inició su gestación en el Tratado de Maastricht (Holanda) firmado en febrero de 1992, luego de 22 años de activas gestiones políticas entre las diversas capitales europeas. En todos los países de Europa se sometió a votación popular (no exclusivamente de sus políticos) la decisión de integrarse en una “comunidad” regional y adoptar una moneda común. Algunos países rechazaron tal integración total (el Reino Unido, Dinamarca, Suecia), pero siguen considerados como parte inevitable de Europa.
Fue el economista canadiense Herbert G. Grubel, del ultraconservador Fraser Institute de Canadá, quien propuso –el mismo año en que se instituyó el Euro– adoptar una moneda común en Norteamérica, que se llamaría “Amero”. Sin embargo, en Canadá de inmediato surgió una oposición a tal propuesta, con el argumento de que sólo serviría a los voraces negociantes estadounidenses para tener acceso irrestricto a los vastos recursos naturales de Canadá y desmantelar sus servicios sociales, lo que sólo beneficiaría a las aseguradoras estadounidenses.
En México, fuera de Blogotitlán, ningún medio de comunicación de los llamados “institucionales” se atreve a mencionar al Amero, tal vez porque uno de los principales integrantes del Grupo de Tarea para la integración de la Comunidad de América del Norte (marco de referencia del Amero), es Alfonso de Angoitia, vicepresidente de Finanzas de Televisa y amigo íntimo de Emilia Azcárra Jean, junto con Beatriz Paredes, presidenta del PRI y paradigma del "nacionalismo light" con las carpas multicolores que viste.
En Circulación a Mediados del 2009
La pretensión es que el Amero haga su presentación pública, como un hecho consumado, a mediados del 2009, cuando en México se haya consumado otro fraude del que resulte “electa” una “mayoría arrolladora” del PAN o el PRI, que aprobaría en “fast-track” la integración norteamericana, la cual entonces sería vitoreada por todos los medios de difusión (encabezados por Televisa) como “la solución de México” ante el actual tsunami económico, inicialmente menospreciado por la cleptocracia imperante, pero que hoy arrasa todo. Hasta el pudor.
Claro que los planes están condicionados a la adopción de la nueva moneda en Canadá, como hizo Gran Bretaña respecto al Euro. No debe perderse de vista que Canadá permanece como miembro prominente de la Commonwealth, y su Jefe de Estado es la monarca de Inglaterra. En Canadá hay una fuerte corriente opositora a los planes expansionistas de Estados Unidos, a diferencia de México, donde gobierno y partidos son genuflexos ante el poder imperial... salvo la molesta Resistencia encabezada por Andrés Manuel López Obrador, al que no han podido –pese a múltiples intentos– contrarrestar, comprar o aniquilar.
Por lo pronto, la acuñación del Amero se realiza en el más hermético secreto, aunque ya circulan ejemplares supuestamente espontáneos de un artista grabador profesional, Daniel Carr, a quien sólo “se le ocurrió” (según dicen los promotores del Amero) diseñar un troquel “muy estadounidense” en 2005, justo cuando hubo el convenio tripartita de Waco, Texas, para integrar la Unión Americana, y circula profusamente por Internet en varias denominaciones.
El gobierno estadounidense de Bush, famoso por sus mentiras, eludió toda responsabilidad alegando que “sólo son ejemplares de colección”, encubriendo sus verdaderas intenciones. Los billetes en distintas denominaciones supuestamente se imprimen en China. Como el secretismo es el sello distintivo de este plan “integrador”, oficialmente no hay nada... hasta que se consume todo.
La convertibilidad del Amero será igual a la que tengan los respectivos países respecto al dólar en el momento de su imposición. O sea 1 a 1 en Canadá y Estados Unidos y 15 ó 20 a 1 en México. Por eso urgía devaluar el peso mexicano, que sigue en caída libre, aprovechada por los tiburones monetarios que se dan festín con las reservas que el "autónomo" Banco de México les entrega, para ser enviadas a las capitales de los nuevos "lores de la globalización".
La imposición del Amero como moneda común de América del Norte (que luego se extendería a Centroamérica, llena de gobiernos ultraderechistas y proestadounidenses), serviría para esparcir con sus "socios" la inflación de Estados Unidos y el deterioro del dólar colapsado por las torpezas de Bush, a la vez que reposiciona al Amero como divisa de referencia en lugar del dólar.
Si el abandono del patrón-oro decidido unilateralmente por Nixon, impuso al dólar como patrón de convertibilidad cambiaria, los promotores del ASPAN confían en que el Amero sea un patrón más sólido, a medida que más países se “integren” en una Unión Americana continental, espantados por el colapso financiero inducido por los insaciables conservadores estadounidenses.
Distintas Razones, Mismo Problema
En Canadá, la oposición a los planes integracionistas de sus primeros ministros tan obsequiosos a Washington, aduce la voracidad de los empresarios estadounidenses que pretenden adueñarse de los vastos recursos naturales de esa nación, al tiempo que aprovechan la "integración" para desaparecer los avances sociales logrados en Canadá, a fin de privatizar todos los servicios que hoy debe prestar el gobierno en forma gratuita.
En México, sólo los asesores económicos de Andrés Manuel López Obrador han advertido la inconveniencia de adoptar el Amero, mientras persista la disparidad económica con Estados Unidos, principalmente, y Canadá, y no se modifique el modelo depredador neoliberal, ya rechazado hasta por sus propios creadores, que pretente hacer de México un surtidor de mano de obra esclava, mal pagada y sin protección legal alguna.
Por su parte, el gobierno de facto de Felipe Calderón, amafiado con grandes empresarios nacionales y extranjeros, así como con medios de comunicación obsecuentes, realiza en "lo oscurito" arreglos aderezados con grandes sobornos, para alinear a partidos políticos y a instancias judiciales que, llegado el momento, respalden abiertamente la "integración" concertada.
El creador e impulsor del Amero, el ASPAN y la Comunidad de Norteamérica, tampoco la tuvo fácil. Su actuar encubierto, conocido apenas por unos pocos incondicionales, marginó al Senado y a la Cámara de Representantes (hoy ya en poder de sus contrincantes) ocasionado malestar en la mayoría de legisladores. La Casa Blanca, de donde surgen las órdenes para el Departamento de Estado y de Comercio, no deseaba opiniones ni pareceres contrarios, sino quería presentar el "paquete" como un hecho consumado, tal vez cuando tenga a México como "parte integral" de la Nueva Unión Americana.
La Anexión de México
Cuando por la visita del equipo de transición del “presidente electo” Felipe Calderón a Washington en 2006 se filtró que se había tratado la futura privatización del sector energético mexicano, como parte de las “reformas estructurales” que no pudo efectuar el foxismo, de inmediato salieron por todos lados desmentidos oficiales, tan airados como poco convincentes.
Casi al mismo tiempo, Calderón intentó reactivar el menguado proyecto Plan Puebla-Panamá que tanta atención mereció por Vicente Fox al principio de su sexenio, cuando nombró incluso un responsable basado en Los Pinos, Florencio Salazar Adame, hasta que ante los remilgos de Bush para conceder la famosa “enchilada” migratoria –amnistía y legalización de todos los indocumentados mexicanos en Estados Unidos– Fox fue dejando rezagado tal proyecto y de plano lo pospuso, sin cancelarlo.
El 23 de marzo del 2005, en plena efervescencia por el desafuero de Andrés Manuel López Obrador para impedirle su candidatura presidencial y, con ello, la posibilidad de llegar a Los Pinos, Fox viajó a Waco, Texas, al rancho de Bush, para firmar con éste y el premier canadiense el acuerdo para borrar de hecho las fronteras actuales, de modo que la nueva Unión Norteamericana (NAU, por sus siglas en inglés) llegue hasta el Suchiate, frontera con Guatemala. De esa forma, se concretaría geopolíticamente la intención real del Tratado de Libre Comercio firmado por Salinas y que constituyó el primer paso de la entrega total de México a Estados Unidos.
En previsión de la puesta en marcha de ese acuerdo para la Seguridad y Prosperidad, que de hecho es una anexión de México a Estados Unidos en condiciones todavía desconocidas, Fox viajó a Centroamérica para preparar el relanzamiento de su Plan Puebla-Panamá, mediante un acuerdo bilateral para construir una refinería en Centroamérica supuestamente con aportación mexicana para refinar el petróleo mexicano. Como siempre fue usual en el presidente del cambio, “candil de la calle, oscuridad de la casa”.
Poco después de las visitas de Calderón y su equipo a Washington, se hizo gran alharaca con la llegada de Agustín Carstens, alto funcionario del FMI, presentándolo como un enorme éxito de Calderón y deslizando la idea de que este personaje resolvería los problemas económicos que dejaba Gil Díaz, no sólo por la experiencia de Carstens como empleado del Fondo Monetario Internacional, sino por la confianza que generaba entre los inversionistas extranjeros. El tiempo, inexorable, se encargó de demostrar la falsedad de tal escenografía.
También, como avanzada del presidente impuesto, viajó una delegación legislativa encabezada por Santiago Creel, quien comenzó a hablar de crear el Parlamento de América del Norte, con los tres socios del TLC: Estados Unidos, Canadá y México, en una pretendida copia del Parlamento Europeo, lo que activó la alerta en Blogotitlán. Empezaban a juntarse las coincidencias.
Parecen hechos aislados, pero el tiempo ha probado que no lo son. Es un plan malévolo, preparado a conciencia, meticulosamente trabajado en la clandestinidad, destinado a garantizar mayores ganancias para la plutocracia norteamericana, que tiene sometida a la plutocracia mexicana.
Los Nuevos Aristogatos
No obstante la insistencia en presentar todos estos acontecimientos de manera casual e inconexa, productos de la diplomática atención normal entre vecinos, la verdad es que obedecen al proyecto hegemónico diseñado en Washington, denominado “Conformación de una Comunidad Norteamericana”, preparado por el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, Council on Foreign Relations) de los Estados Unidos, supuestamente para garantizar la seguridad interior de la Unión Americana y propiciar un desarrollo “compartido”.
En este CFR, desde siempre, han mandado los más poderosos banqueros de Estados Unidos –como JP Morgan, David Rockefeller, de los más conocidos– que imponen su visión personal y facciosa del mundo a los demás representantes de la plutocracia norteamericana, políticos, congresistas, altos funcionarios gubernamentales y directores de la CIA, y de ahí, mediante la presión financiera y diplomática, se la imponen a todo el mundo, mediante grupos de trabajo en que incorporan a los representantes de la plutocracia de cada país del orbe.
Por ejemplo, por México participan actualmente en el grupo de trabajo para el proyecto de anexión de México:
1) Alfonso de Angoitia, vicepresidente de Finanzas de Televisa, quien opera por instrucciones de Emilio Azcárraga Jean;
2) Pedro Aspe, secretario de Hacienda con Salinas y consultor de gobiernos estatales e importantes empresas en México;
3) Luis de la Calle, negociador del TLC y luego subsecretario del zedillato en lo que hoy es Economía;
4) Rafael Fernández de Castro, del ITAM y editor de Foreign Affairs en Español;
5) Ramón Alberto Garza, fundador del periódico Reforma y hoy Presidente de Editorial Televisa;
6) Carlos Heredia, asesor de Lázaro Cárdenas Batel como gobernador de Michoacán, hijo de Cuauhtémoc y nieto del recordado General Cárdenas;
7) Beatriz Paredes, derrotada candidata al Gobierno del Distrito Federal y presidenta honoraria del PRI, pues la presidencia real la ejercen Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto;
8) Andrés Rozental, medio hermano de Jorge Castañeda, otro traidor a México;
9) Luis Rubio, presidente del CIDAC, organismo supuestamente independiente, dedicado a la investigación de temas políticos y económicos, quien fuera Director de Planeación del Citibank en México, y hoy es un decidido promotor del Amero y la "integración total" norteamericana.
Todos son representantes de la Nomenklatura o plutocracia mexicana, con pretensiones imperiales. Todos ellos, junto con los participantes por Estados Unidos y Canadá, son coordinados por Chappel H. Lawson, catedrático del MIT y ex director de Asuntos Interamericanos del Consejo Nacional de Seguridad, entidad gubernamental que coordina todo el espionaje y contraespionaje de los Estados Unidos.
En el CFR, mediante sus grupos de trabajo (Task Force, le llaman), se prepara el trazo general de la acción gubernamental y legislativa estadounidense, nacional e internacional, en una viciada simbiosis inversión-beneficio de banqueros y clase política: los grandes capitalistas financian al gobierno, para que el gobierno proteja y aumente sus ganancias, como se ha visto con el "plan de rescate" que inició Bush y continúa Obama.
Y como desde hace varias décadas el petróleo mexicano ha sido un manjar apetecido para los fines hegemónicos de la Unión Americana, el CFR conformó un Grupo de Trabajo para la integración económica, política y territorial de México con Estados Unidos, aprovechando el arribo al poder (aunque fuera de forma ilegítima) de la tecnocracia mexicana, educada bajo los patrones o estándares estadounidenses y condicionada a su servicio.
Fox y Bush, Lacayo y Amo
Aunque el documento “Conformación de una Comunidad Norteamericana” preparado por el CFR se publicó en el 2005 y sirvió de contexto al acuerdo de integración territorial firmado en Waco, el plan empezó a esbozarse años antes, y en el 2000 inició su aterrizaje cuando se reunieron los presidentes Bush y Fox en el rancho de San Cristóbal, Guanajuato, para impulsar los trabajos del grupo especial creado por el CFR, bajo las líneas generales trazadas para la absorción total de México por parte de Estados Unidos.
En Texas, y ya con la participación del primer ministro canadiense, se acordó la conformación de un solo territorio hasta el Río Suchiate que hoy sirve de frontera con Guatemala, vigilado y controlado desde Washington, con decisiones emanadas de la Casa Blanca, y sólo consultadas con Ottawa, para después ser notificadas a Los Pinos para su ejecución.
El único mandatario de los tres países firmantes del acuerdo, que no tenía idea de lo que se había estado cocinando, era Vicente Fox, hasta que Zedillo le participó los planes que ya se habían iniciado. La famosa “transición” sirvió de cortina de humo para impulsarlo y, a su vez, el Plan Puebla-Panamá serviría de guía política y pretexto comercial para justificar la anexión de facto de México a los Estados Unidos, para de ahí continuar la anexión de los países más débiles de Centroamérica. No en balde fueron los que apoyaron todas las locuras de Fox en el ámbito internacional, como siguen apoyando la usurpación de Felipe Calderón.
Ningún Paso Sin Huarache
Y para darle contexto a estos planes hegemónicos, productos de un diseño previo, premeditado, no de alguna improvisación espontánea, es bueno recordar unas palabras de Paul Warburg, creador de la Reserva Federal, ante el Consejo de Relaciones Exteriores, en 1950:
“Debemos tener el gobierno mundial, nos guste o no. La única duda es si lograremos el gobierno mundial mediante conquista o convencimiento”.
Hoy ya lo saben: preparando cuadros nuevos, mentalmente condicionados, que ocupen posiciones de liderazgo en cada país y minen sus estructuras nacionales.
El mismo CFR en su memoria de 1976, página 558, vaticinó: “Se erigirá un nuevo orden mundial... el fin de la soberanía nacional se logrará mejor socavándola poco a poco, que con un ataque frontal a la antigua”.
El Dr. Jerome Corsi, quien realizó una profunda investigación sobre el tema de la inminente Comunidad de Norteamérica, al respecto señaló: “La Sociedad para la Seguridad y Prosperidad (Security and Prosperity Partnership, SPP, por sus siglas en inglés), firmada por el Presidente Bush con México y Canadá en Waco, Texas, el 23 de marzo de 2005, en esencia fue un acuerdo para borrar las fronteras estadounidenses con México y Canadá.
“Los grupos de trabajo de SPP integrados dentro del Departamento de Transportes de los Estados Unidos, están firmando memoranda trilaterales de entendimiento y otros acuerdos con México y Canadá, destinados a lograr la apertura gradual de fronteras, burlando el radar de la atención mediática (de Estados Unidos), evitando de ese modo el escrutinio público. El Congreso tiene un gran desconocimiento de la existencia del SPP, y se mantiene ignorante del enorme trabajo realizado tras bambalinas por el poder ejecutivo (encabezado por Bush), para imponer la agenda preparada por el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) con el fin de establecer, en el 2010, la Unión Norteamericana como una nuevo súper gobierno regional”.
La estrategia integradora del CFR pide “fronteras más abiertas para el tránsito de bienes y personas”... obviamente controladas por Estados Unidos, que determinarán quién entra y quién sale del nuevo territorio expandido. El gobierno de la Unión Norteamericana se ejercerá desde la Casa Blanca. Los Pinos será una mera sucursal de segunda, si acaso.
Instituciones "Mexicanas" al Servicio de EU... y el Amero
Y pensar que desde Salinas de Gortari, todos los presidentes de la República juraron respetar y hacer respetar la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos –que establece, claramente, lo que es el territorio soberano de la nación mexicana–, pero que, en realidad, están entregando el país a sus amos estadounidenses.
Lo peor es que el Ejército, supuestamente formado en un alto sentido del patriotismo –aunque algunos mandos superiores fueron también educados en Estados Unidos y mentalmente condicionados con los enfoques imperialistas del mundo–, protege a quienes insisten en acabar con la Patria, entregándola en desechos a los buitres estadounidenses.
Para esos militares (con el Estado Mayor Presidencial a la cabeza y con sus muy dignas y honrosas excepciones), proteger al gobierno anexionista es defender la Patria, cuando México, antes que nada, son sus ciudadanos que le dan su razón de ser. ¡Qué engañados están los militares por no leer ni enterarse más que de lo escaso que sus mandos les permiten!
Pobre México con esos poderes “institucionales”. Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos... y del Amero.
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