María Teresa Jardí
Si el pueblo mexicano no fuera tan tolerante con la delincuencia, como lamenta Calderón que sea, él, evidentemente, no usurparía con absoluta impunidad el Ejecutivo Federal.
Nada más abrir encuentro un correo en el que me pregunta un lector el porqué, si tanto he dicho sobre la violencia, ahora que han llegado los ejecutados a seis niños de una familia (son siete en realidad los infantes asesinados de esa familia), el día en que en México, la muerte, que tiene permiso de la derecha que usurpa, cobró en total 60 vidas, según datos que se sepan, porque de hecho no sabemos cuántas más se segarán de tajo cada día y ni nos enteraremos porque lo mismo se tirarán al fondo de un barranco que se desharán en ácido sus cuerpos, añado yo, no me refiero a eso y escribo sobre el respeto, buscando llegar a la identidad no construida, también añado, incluso porque era sobre lo que me proponía escribir hoy.
¡Es un horror! y efectivamente no tenemos gobierno, más allá de que el Ejecutivo Federal, se encuentre usurpado. El Estado a pesar de estar fallido, creo que merece un comentario distinto, porque al Estado, el pueblo, como los fieles a la Iglesia, lo integramos todos.
¡Es un horror! la evidencia de que no tenemos tampoco un usurpador que cumpla con la función de encabezar ni medianamente la cabeza del gobierno. No tenemos poderes. Los legisladores sólo representan a las camarillas de impresentables que se han apoderado de sus dirigencias y el Judicial es una vergüenza.
Y vuelvo aquí a la resolución de la Corte sobre Atenco. Los que hayan visto las sesiones a través del canal Judicial, que pasa por Cable, como lo hice yo, se habrán percatado de que los menos cínicos, los que votaron en contra, según establecía el parlamento que harían, escondían los ojos, mientras repetían las líneas de la obra de teatro que representaban. La exoneración de Peña Nieto y de Medina Mora y obligadamente de los otros segundones, como Yunes, protegido de la Gordillo, flotaba, desde el primer día, en el ambiente. Era diáfano que todos los ministros sabían y lo acataban y, aunque a algunos les avergonzaba el papelón, en el fondo todos estaban de acuerdo. Como son delincuentes, porque delincuente es también el que se vende a cambio de un salario, jugoso, sin duda, pero que no compra ni por un segundo el respeto que alguna vez, los menos cínicos, los que escondían los ojos a los asistentes y sobre todo al televidente, estoy segura, que soñaron, cuando estudiantes, que merecerían cuando fueran jueces. En el fondo están todos convencidos de que los habitantes de Atenco y quienes solidariamente hacen acto de presencia para apoyarles son un peligro para su confort que, en un Estado de Derecho, verían perdido, me digo yo. En el futuro se analizará a los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la era de la usurpación panista, producto de un golpe de Estado de la era zedillista, con la severidad que merece y la historia los ubicará como cabeza de un Poder Judicial, mayoritariamente, despreciable, no tendrían que dudarlo ni por un instante los señores ministros porque ésta también es otra crónica anunciada.
Me suele pasar que cuando digo lo que veo que viene, nadie me pela. Y cuando ya está, se me cuestiona que no me refiera, dando soluciones, a lo que ya no tiene la solución visible, para mí, convencida que estoy de que cuando se alerta y previene, a veces, se logra revertir.
Ese es otro gran logro del POR ESTO!, gran Virtud, diría yo, la de alertar buscando prevenir, lo que, a veces, previniendo, se logra revertir.
Y esta es la explicación del porqué paso a otro tema. Y no porque no me interese, porque no me afecte, porque no me horrorice…
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