Alvaro Cepeda Neri
Prólogo Político
Cada vez que un presidente de la República fracasa en sus primeros dos años, el fenómeno de la sucesión adelantada asoma la cabeza. Y empiezan a barajase los nombres (antes puros hombres, y ahora, tras la victoria de los espacios de género, también mujeres) de quienes podrían y pueden ser los aspirantes para cuando llegue el final del sexenio.
Y desde Salinas, Zedillo, Fox y el mismo Calderón, se viene hablando hasta de la renuncia del presidente en turno, para nombrar presidente interino y/o sustituto, para lo cual, actualmente, senadores y diputados andan muy apurados (en rescatar la iniciativa del panista Ricardo García Cervantes, ninguneado por los panistas más conservadores) para darle una ley reglamentaria a los Artículos 84 y 85 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Y es que no sólo importa la renuncia presidencial, en un momento dado; está también la posibilidad de la falta de un presidente (que no tome posesión, que muera durante su encargo, etc.) y no tenemos preparado el terreno para saber quién ocupe el cargo en un trance semejante. Tema éste para otra Conjetura.
Ahora estamos en la adelantada sucesión presidencial, sobre todo porque la clase política y los ciudadanos más atentos a la vida política del país, tienen pruebas de que algo anda mal con el calderonismo y se debe estar preparados para cualquiera de los problemas, con soluciones institucionales.
Se habla desde hace más de un año que el "góber" galán, cara bonita (con "pegue" entre algunas mujeres, no obstante que Peña Nieto ya anunció su compromiso con una actriz de televisión apodada "La Gaviota") del Estado del México está de sobra posesionado para una candidatura presidencial.
Peña Nieto es priísta, salido, empollado por el grupo corruptísimo de Arturo Montiel y actualmente protegido por el tenebroso Grupo Atlacomulco (fundado por el "carranclán" de Isidro Fabela y financiado por Carlos Hank González). Pero ya hasta el perverso de Manuel Espino lo ha elogiado y desde Los Pinos salen señales de que Calderón se inclinaría por Peña Nieto como candidato del PAN para retener la Presidencia, dado que no hay en los panistas ninguna carta (y no lo era el gachupín de Mouriño, aunque éste lo quería) para alcanzar la postulación.
Ya Peña Nieto hace sus amarres con los panistas mexiquenses representados por el senador Ulises Ramírez, próximo candidato del PAN a gobernador-sucesor de Peña Nieto, si éste es el afortunado por el panismo para la sucesión calderonista o si Calderón lo apoya para serlo del PRI, en una maniobra que sabe el inquilino de Los Pinos que, perdiendo con el PAN, ganaría con el PRI.
El reciente nombramiento de Angélica Alatorre, esposa de Ulises como magistrada de un tribunal, es la primera señal de ese arreglo peñanieto-calderonismo, para lo que viene y ya está en marcha: posicionar aún más a Peña Nieto para ser candidato presidencial, si no lo es del PRI, entonces del PAN y, en última instancia, del Panal de la abeja reina Elba Esther Gordillo.
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