Pedro Echeverría V.
En de junio de 2007 la Suprema Corte de la Nación determinó, sobre la inconstitucionalidad de las reformas hechas el año anterior en al llamada Ley Televisa, echando abajo la mayoría de los puntos que beneficiaban a los concesionarios. Sin embargo, en vez que los legisladores retomaron los acuerdos de la Suprema Corte, han dejado pasar más de año y medio sin decidirse a confrontar a esos abusivos poderes fácticos. Por eso los poderosos empresarios radiotelevisivos se sienten engallados exigiendo a los políticos hacer lo que los empresarios manden. ¿Por qué ningún gobierno puede ponerlos en orden para que cumplan como concesionarios?<
La realidad es que no pueden vivir los políticos sin aparecer en la televisión ni los empresarios de TV sin el dinero de los políticos. Los poderosos empresarios de los medios (TV, radio, prensa escrita) sólo tienen como objetivo obtener millones de pesos y construir un gran imperio y los políticos sólo buscan escalar altos cargos de gobierno y gozar de todos los privilegios que les otorga el poder. Por tanto la batalla entre los políticos y los medios es una lucha por el poder. ¿Qué tiene que ver la población en este deplorable enfrentamiento por intereses particulares? A los seguidores del futbol, de la virgen de Guadalupe y de Pedro Infante, les importa un bledo; ellos quieren circo.
¿Cómo pelear con los medios informativos (repiten casi todos los políticos) si han logrado penetrar e influir hasta en los rincones más alejados del centro político del país?
Los monopolios Televisa, TV Azteca y Radio Fórmula, poderosos medios de información, entretenimiento y manipulación al servicio del gran capital, han formado y controlado el pensamiento de la mayoría de los mexicanos. La radio lleva 80 años buscando dominar la mente de sus radioescuchas; pero la televisión en 60 años de vida lo ha logrado. En tanto en los años sesenta sólo veían la TV un 5 por ciento de la población, 40 años después sobrepasa al 90 por ciento. Con programas y publicidad bien dirigidos hacia el entretenimiento de una población cansada y aburrida, se introducen informaciones noticiosas totalmente tergiversadas.
La llamada “libertad de expresión” nunca ha existido para la población. Los medios de información han publicado lo que les da la gana con su propio criterio e ideología y han evitado que los demás expresen sus puntos de vista en esos medios.
¿Qué hacen los políticos mexicanos frente al comportamiento delincuencial de los medios informativos? La realidad es que no toman ninguna medida efectiva porque saben que sin aparecer en los medios no son nada. ¿Para qué hacer campañas políticas visitando poblaciones y ciudades, poniéndose en contacto directo con los electores si basta con aparecer en la TV dos minutos? Esa desesperación enfermiza de los políticos ha sido aprovechada por las empresas de radio y TV para imponer altos precios a la publicidad y a la propaganda que los políticos tanto desean. Basta con decir que más del 70 por ciento del presupuesto de campañas políticas se dilapidan en TV y radio.
Ahora que se han iniciado las campañas políticas ningún partido parece dispuesto a tocar a Televisa y a los otros medios. El presidente de la República y su partido necesitan a los medios para reconfirmar sus representaciones legislativas. Los priístas Beltrones, Paredes y Peña Nieto (sobre todo este último) deben quedar bien con Televisa porque son candidatos presidenciales. Lo mismo debe decirse de la corriente mayoritaria del PRD que busca consolidar su poder. Mientras tanto Televisa los chantajea, los regaña y ridiculiza sabiendo que sostiene la “sartén por el mango” mientras aquellos mantienen la cabeza inclinada.
En de junio de 2007 la Suprema Corte de la Nación determinó, sobre la inconstitucionalidad de las reformas hechas el año anterior en al llamada Ley Televisa, echando abajo la mayoría de los puntos que beneficiaban a los concesionarios. Sin embargo, en vez que los legisladores retomaron los acuerdos de la Suprema Corte, han dejado pasar más de año y medio sin decidirse a confrontar a esos abusivos poderes fácticos. Por eso los poderosos empresarios radiotelevisivos se sienten engallados exigiendo a los políticos hacer lo que los empresarios manden. ¿Por qué ningún gobierno puede ponerlos en orden para que cumplan como concesionarios?<
La realidad es que no pueden vivir los políticos sin aparecer en la televisión ni los empresarios de TV sin el dinero de los políticos. Los poderosos empresarios de los medios (TV, radio, prensa escrita) sólo tienen como objetivo obtener millones de pesos y construir un gran imperio y los políticos sólo buscan escalar altos cargos de gobierno y gozar de todos los privilegios que les otorga el poder. Por tanto la batalla entre los políticos y los medios es una lucha por el poder. ¿Qué tiene que ver la población en este deplorable enfrentamiento por intereses particulares? A los seguidores del futbol, de la virgen de Guadalupe y de Pedro Infante, les importa un bledo; ellos quieren circo.
¿Cómo pelear con los medios informativos (repiten casi todos los políticos) si han logrado penetrar e influir hasta en los rincones más alejados del centro político del país?
Los monopolios Televisa, TV Azteca y Radio Fórmula, poderosos medios de información, entretenimiento y manipulación al servicio del gran capital, han formado y controlado el pensamiento de la mayoría de los mexicanos. La radio lleva 80 años buscando dominar la mente de sus radioescuchas; pero la televisión en 60 años de vida lo ha logrado. En tanto en los años sesenta sólo veían la TV un 5 por ciento de la población, 40 años después sobrepasa al 90 por ciento. Con programas y publicidad bien dirigidos hacia el entretenimiento de una población cansada y aburrida, se introducen informaciones noticiosas totalmente tergiversadas.
La llamada “libertad de expresión” nunca ha existido para la población. Los medios de información han publicado lo que les da la gana con su propio criterio e ideología y han evitado que los demás expresen sus puntos de vista en esos medios.
¿Qué hacen los políticos mexicanos frente al comportamiento delincuencial de los medios informativos? La realidad es que no toman ninguna medida efectiva porque saben que sin aparecer en los medios no son nada. ¿Para qué hacer campañas políticas visitando poblaciones y ciudades, poniéndose en contacto directo con los electores si basta con aparecer en la TV dos minutos? Esa desesperación enfermiza de los políticos ha sido aprovechada por las empresas de radio y TV para imponer altos precios a la publicidad y a la propaganda que los políticos tanto desean. Basta con decir que más del 70 por ciento del presupuesto de campañas políticas se dilapidan en TV y radio.
Ahora que se han iniciado las campañas políticas ningún partido parece dispuesto a tocar a Televisa y a los otros medios. El presidente de la República y su partido necesitan a los medios para reconfirmar sus representaciones legislativas. Los priístas Beltrones, Paredes y Peña Nieto (sobre todo este último) deben quedar bien con Televisa porque son candidatos presidenciales. Lo mismo debe decirse de la corriente mayoritaria del PRD que busca consolidar su poder. Mientras tanto Televisa los chantajea, los regaña y ridiculiza sabiendo que sostiene la “sartén por el mango” mientras aquellos mantienen la cabeza inclinada.
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