Carlos Fernández-Vega
Calderón viola sus propias reglas
Presidente que devalúa, se devalúa, reconocía José López Portillo en plena debacle política y económica de su cierre sexenal, y 27 años después, en este contexto, Felipe Calderón agrega a su propia devaluación política la brutal depreciación del tipo de cambio del peso frente al dólar, cuya proporción lo sitúa como el cuarto mandatario en orden de importancia en esas lides, sólo después de Miguel de la Madrid, Ernesto Zedillo (a quien “ahora comprendo mucho mejor”) y el propio JLP.
No sin razón, desde el “cielo” de la oposición los panistas se dieron vuelo criticando a los sucesivos sexenios tricolores que devaluaron. Hoy, desde “el infierno” (o “suelo” como dice Presidencia que dijo) simple y sencillamente callan. Cuando más, aducen las mismas “circunstancias” de los gobiernos priístas para justificar el desplome de la moneda. En tiempos no muy lejanos los blanquiazules apoyaron a quienes en la especulación encontraron “la única forma posible de proteger su patrimonio”. Ahora, en voz de su “líder nato”, a esos mismos especuladores les exigen “lealtad a la patria”.
Cuando en 1982 López Portillo infructuosamente se dedicaba a “defender el peso como un perro”, los panistas hacían suyos los reclamos empresariales y sociales por la debacle económica. Hoy exigen “rechazar todos el catastrofismo sin fundamentos, particularmente ahora llevado a extremos absurdos que dañan sensiblemente al país, a su imagen internacional, que ahuyenta inversiones y destruye los empleos que los mexicanos necesitan… Hagamos a un lado el alarmismo, que ignora los esfuerzos que todos hacemos por superar nuestros desafíos… acotar los personalismos e intereses, que medran con infundadas profecías de desastre que sólo generan desaliento”.
La historia se repite con alarmante puntualidad. El capricho lopezportillista de mantener el tipo de cambio como símbolo gubernamental de fortaleza política y económica le costó al país algo así como 20 mil millones de dólares en reservas internacionales, consumidas en unos cuantos meses y sin resultado alguno; de nueva cuenta lo hizo Miguel de la Madrid con sus tres devaluaciones; procedió igual Salinas de Gortari, que en su último año de gobierno sacrificó una proporción superior en pos de un tipo de cambio ficticio; a ello las destinó Zedillo y Fox apostó al “superpeso”. Todos terminaron su mandato política y económicamente en el suelo.
Ahora Calderón viola sus propias reglas del juego y ordena quemar cualquier cantidad de reservas para que el tipo de cambio no rebase la barrera psicológica de los 15 pesos por dólar. De octubre a la fecha, el gobierno mexicano ha destinado más de 20 mil millones de esas reservas (La Jornada, Roberto González Amador) para “fortalecer” la moneda nacional, según dice. El resultado es igual al de ejercicios anteriores: en ese periodo la devaluación acumulada se aproxima a 50 por ciento, y el embate especulativo se robustece.
Ante el panorama especulativo, en octubre pasado la Comisión de Cambios (Banco de México y Secretaría de Hacienda) retomó el “mecanismo automático” de subastar cotidianamente 400 millones de dólares si el tipo de cambio se depreciaba 2 por ciento o más. No ha funcionado, y a partir del pasado miércoles el banco central descaradamente se convirtió en agente de ventas de billetes verdes, pues ofrece y “coloca” dólares directamente en los bancos, es decir, en la cueva de los especuladores más activos e insaciables.
En su último informe de gobierno López Portillo se quejaba amargamente: “de afuera, y aún de adentro, porque convenía a la oportunidad hacer negocios con nuestro auge, motivando nuestra inseguridad y desconfianza, se empezó a especular con nuestro peso, a partir de análisis parciales exagerados, amañados y aun perversos de nuestros problemas económicos, similares a los de todo el mundo; pero subrayados para lograr el efecto especulativo o incluso desestabilizador. De afuera venía la noticia, luego era cierta, se resignaba Doña Malinche. Adentro lo confirmaba la insidia del rumor. La base del negocio era crear la desconfianza y explotar el afán de seguridad. Logrados los motivos, presionaron explicablemente a nuestro peso. La ambición desmedida de los especuladores de siempre y de los novatos, hicieron el resto. El acoso al peso empezaba en las mismas ventanillas de los bancos en las que se aconsejaba y apoyaba la dolarización. A todo el mundo le consta. Tal vez lo consideraban deber con su clientela. Lo destaco, no lo califico. Pero eso es una cosa, y otra la especulación financiera irrestricta. Ni México, ni ningún otro país tienen recursos para nutrir y resistir indefinidamente la especulación. Contra la fuga de capitales no hay fondos suficientes que alcancen, ni aquí ni en ninguna parte. Ningún gobierno, y mucho menos el de un país con las carencias de México, puede darse el lujo de incluir en sus planes de acción a las fuerzas especulativas… Apostar contra el peso se convirtió en el mejor de los negocios”. Y aseguraba lo mismo que hoy se escucha: “la economía mexicana es hoy no sólo más grande sino intrínsecamente más fuerte…”.
Eso decía, y hoy se ratifica: no existe presupuesto que soporte el embate especulativo, mucho menos si desde el gobierno mismo se nutre esa especulación. No hay sorpresas, porque ellos mismos ayudaron a construir el monstruo; lo alimentaron, lo procuraron y lo hicieron crecer, y hoy, totalmente fuera de control, ya no saben qué hacer con él.
Las rebanadas del pastel
Fox los llamó “amarillistas” y Calderón “catastrofistas”, pero lo cierto es que el horno no está para bollos. El profesor José Luis de la Cruz Gallegos (jldg@itesm.mx), del Departamento de Finanzas y Economía División de Negocios del Instituto Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, comenta a México SA que “en 2008 la deuda neta del gobierno se incrementó en más de 600 mil millones de pesos, 22.6 por ciento del PIB. Ello representa un serio problema para las finanzas públicas. A pesar de que el sector público registró un ingreso superior a lo programado (311 mil millones de pesos), ello no impidió que el endeudamiento aumentase… (Además) por primera ocasión desde que fueron creados, los requerimientos financieros de los Pidiregas son mayores a los del IPAB (830 mil contra 731 mil millones de pesos). Es claro que el instrumento de inversión que originalmente no debería generar presiones de deuda ya ha rebasado el problema ocasionado por el mayor quebranto bancario en la historia del país”. Ello da pie a un cuestionamiento sobre la viabilidad de la política fiscal en México, aún antes de entrar a la fase más álgida de la crisis”… El Club de Periodistas de México invita a su 39 Foro Historias fallidas de las políticas públicas para la ciencia, en México; sin ciencia no hay desarrollo. Participan René Drucker Colín y José Manuel Orozco. Moderan Celeste Sáenz de Miera y Jorge Santa Cruz. La cita es (18 horas) en Filomeno Mata número 8, Centro Histórico.
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