El peso de los acontecimientos, negados torpemente en un primer momento, y la severa afectación para la economía y la tranquilidad en distintos sectores de la población de nuestro país, obligaron al reconocimiento de una crisis subestimada, desestimada y mal diagnosticada, a la que se ha respondido tardíamente con medidas tibias e insuficientes como lo señalan ya diversos colegios de economistas, organismos cúpula y otros sectores de la iniciativa privada que de esta forma expresan su descontento para con aquél en el que confiaron y, aceptan, ya les falló.
Mientras aquí se siguen haciendo diagnósticos light (“saldremos fortalecidos”, “somos el centro del mundo”, etcétera), en Estados Unidos, por ejemplo, se adoptan medidas eficaces en favor de las mayorías. Sorpresivamente, el presidente de aquel país, Barack Obama, ordenó congelar los salarios de los altos mandos gubernamentales y revisar la actividad de los grupos de presión, al tiempo que, aseguró, trabajará para hacer más transparente su mandato y restablecer la confianza ciudadana. Nada que ver con el supuesto plan anticrisis de Calderón.
“Populista”, como sería calificado en México, Obama también ordenó congelar el salario de los miembros de alto rango de la Casa Blanca. “Si las familias están ajustando sus cinturones… Washington también debería” hacerlo, indicó.
Lo anterior, que es coincidente con varios planteamientos de la Coalición por el Bien de Todos en 2006, evidencia que el verdadero proyecto moderno, actualizado, para salir mejor librados de épocas como la presente es el que ofreció López Obrador y no el que hoy mantienen a contracorriente Calderón y el resto de los partidos de la derecha que siempre están a favor de quien “ofrece cambiar” para que todo siga igual. Esto es, para no perder sus privilegios y los de sus cuates.
Incluso en los sectores cúpula, hoy se asegura que estaríamos mejor con López Obrador. Tan es así que en corto aceptan que la actual crisis es resultado de mantener un modelo —el neoliberal— que ha generado muchas distorsiones, mayor tensión, más problemas y que, finalmente, se ahoga a sí mismo.
A su vez, importantes diarios internacionales como The New York Times reconocen que gracias a sus planteamientos y acertadas críticas al poder económico mexicano, López Obrador sigue vigente y refuerza su aceptación popular.
En algún lugar siguen sin entender que la gente se cansa de malos gobiernos ineficaces (“la crisis viene de fuera”, se justifican), de ser cada día más pobre, de estar a merced de la violencia y de que sus hijos no tengan un futuro promisorio.
Mientras aquí se siguen haciendo diagnósticos light (“saldremos fortalecidos”, “somos el centro del mundo”, etcétera), en Estados Unidos, por ejemplo, se adoptan medidas eficaces en favor de las mayorías. Sorpresivamente, el presidente de aquel país, Barack Obama, ordenó congelar los salarios de los altos mandos gubernamentales y revisar la actividad de los grupos de presión, al tiempo que, aseguró, trabajará para hacer más transparente su mandato y restablecer la confianza ciudadana. Nada que ver con el supuesto plan anticrisis de Calderón.
“Populista”, como sería calificado en México, Obama también ordenó congelar el salario de los miembros de alto rango de la Casa Blanca. “Si las familias están ajustando sus cinturones… Washington también debería” hacerlo, indicó.
Lo anterior, que es coincidente con varios planteamientos de la Coalición por el Bien de Todos en 2006, evidencia que el verdadero proyecto moderno, actualizado, para salir mejor librados de épocas como la presente es el que ofreció López Obrador y no el que hoy mantienen a contracorriente Calderón y el resto de los partidos de la derecha que siempre están a favor de quien “ofrece cambiar” para que todo siga igual. Esto es, para no perder sus privilegios y los de sus cuates.
Incluso en los sectores cúpula, hoy se asegura que estaríamos mejor con López Obrador. Tan es así que en corto aceptan que la actual crisis es resultado de mantener un modelo —el neoliberal— que ha generado muchas distorsiones, mayor tensión, más problemas y que, finalmente, se ahoga a sí mismo.
A su vez, importantes diarios internacionales como The New York Times reconocen que gracias a sus planteamientos y acertadas críticas al poder económico mexicano, López Obrador sigue vigente y refuerza su aceptación popular.
En algún lugar siguen sin entender que la gente se cansa de malos gobiernos ineficaces (“la crisis viene de fuera”, se justifican), de ser cada día más pobre, de estar a merced de la violencia y de que sus hijos no tengan un futuro promisorio.
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