Una de cal
Fiel a su espejo diario el presidente Felipe Calderón no se indignó porque la fortuna de El Chapo Guzmán se haya multiplicado en estos dos años de su gobierno, ni por las causas de ello, sino por la publicación del Forbes. Reaccionó al periodicazo. Consúltese el Bucareli pasado donde se examina este fenómeno. Lo importante no es el disparo, es el eco. Y sin embargo tiene razón, al menos en parte.
Fue una semana de sangre y pólvora. El San Valentín de Chicago multiplicado y diverso se vació sobre México a todas horas, a la luz del sol y la luna, con características adecuadas al tiempo y al lugar: aquí los gangsters se llaman narcos; en vez de Capones o Lucianos son Suárez, Osorios, Pérez y antes de matarse entre ellos asesinan albañiles, niños, enfermeras. La piadosa costumbre de cubrir de flores las tumbas de sus víctimas adopta en México una modalidad llena de ternura: se envían a los deudos las cabezas (cinco en la entrega del martes cerca de Ixtlahuacán del Río, Jalisco) en heladeras nuevas y portátiles envueltas para regalo.
En Celaya, ciudad cajetera y pacífica, cuatro muertos, cuatro detenidos y un arsenal decomisado fueron resultado de un combate callejero con granadas, gases lacrimógenos y cientos de disparos. En asaltos simultáneos se entra con violencia a hospitales para rematar enemigos o rescatar cuates. Aviones ligeros surcan los cielos, como ahora se dice, entregando con precisión las mercancías esperadas por camellos y drogadictos. Todo funciona, la producción, distribución, cobro, lavado y depósitos bancarios.
Fue el estudio de estas etapas del negocio de los narcóticos la base de Forbes al calcular la fortuna del traficante. En Estados Unidos 35 millones de personas gastan 64 mil millones de dólares al año en drogas. La Agencia Antidrogas de Estados Unidos estima que El Chapo controla al menos la tercera parte de este mercado. Los cárteles mexicanos lavaron 40 mil millones de dólares de los cuales Guzmán tiene 20%. De todo ese enjuague tan sospechoso en sus fuentes y cifras, la revista concluye que las ganancias netas del personaje son de al menos mil millones de dólares que lo llevan a ser el primer compatriota de su especialidad que ingresa a la lista.
El presidente Calderón en un desayuno con hombres de (otros) negocios, denunció una campaña en Estados Unidos contra México: declaraciones de funcionarios, reportajes en periódicos, televisión y radio donde se afirma que regiones de México son ingobernables, medio millón de personas trabaja para el narco, la crisis económica hará crecer la cifra, 50 mil indígenas están involucrados en la siembra y cosecha y el señor George Tenet, nada más y nada menos que ex director de la CIA, obliga a su hijo a cancelar su viaje a Acapulco “por la ola de violencia que azota a México”.
La revisión de los Bucarelis puede llevarlo a usted, si sobrevive a la aburrición, a creer que nunca he elogiado al señor Calderón, creencia acertada. Ahora comparto su disgusto frente al Forbes. Ya sé: acabo de perder mi posibilidad de ser listado entre los ricos. Ni modo, es el costo del culto a la verdad. Tiene razón el señor Calderón cuando califica el reconocimiento de Guzmán de exaltación del crimen y apología del delito.
Estamos ante una inversión o por lo menos de una confusión de valores. La riqueza obtenida de la destrucción de vidas humanas no puede clasificarse con el mismo criterio que las amasadas dentro de la ley, aunque algunas resulten sospechosas y haya quien diga que toda riqueza excesiva es un robo. Ninguna puede equipararse a la lograda mediante el asesinato lento, doloroso, de millones de habitantes del planeta.
La cita obligada, el lugar manido es el tango Cambalache de Discépolo: “Nada es mejor… lo mismo un burro que un gran profesor, qué falta de respeto, qué atropello a la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón”. Lo que ocurre es que algunas personas como el presidente Calderón, le dan a Forbes más importancia de la que tiene.
Pero no ha sido mi intención criticar a don Felipe, al contrario, halagarlo es el propósito, decirle que ¡eureka!, coincidimos en la voluntad política de combatir un enemigo común y poderoso como pocos a los que se ha enfrentado México. Espero que logremos vencerlo para dedicar el esfuerzo a derrotar la pobreza, la corrupción, la ignorancia, la desigualdad soez de un país en peligro sin precedentes de perder su soberanía y esperanza.
No me molestará coincidir con el señor Calderón alguna otra vez. Me dará gusto, más si se trata de temas de fondo y no circunstanciales. Dejaré de ello constancia pública. Sin olvidar que disentir y ejercer de buena fe la libertad de crítica son misión fundamental del periodismo en el México de hoy.
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