Aclaro que no se trata de nunca ver un capítulo de Dr. House o de no comer una mejor hamburguesa o de no leer a Noam Chomsky. En el fondo de lo que se trata, es de adquirir suficientes conocimientos a través de la lectura, los viajes, las vivencias, las artes, la meditación, el autoconocimiento, el intercambio con los demás, el universo, etc. para alcanzar a discernir el maya hindú de la realidad que no lo es. Pongo un ejemplo real. Hace unos pocos años se presentó en la tele un fenómeno que analizado es bastante bizarro. Un tipo vestido de payaso conducía un programa de “noticias” en el que otro tipo, un mercenario vestido de diputado, proveyó un video en el que se veía a otros dos tipos, uno vestido de empresario y el otro de burócrata. El burócrata recibía del empresario la irrisoria cantidad de $45 mil dólares. Todo esto sucedía en una oficina. La pretensión era que, de alguna manera, en esa transacción había alguna ilegalidad y las televisoras, única fuente de noticias para la gran mayoría de los neocolonizados, repitió el clip una y otra y otra vez. Si analizamos el hecho con cierto desapego se da uno cuenta que un tipo le entrega a otro dinero. Este acto sucede, miles no, millones de veces en el período de un día en el mundo. Pero ninguno es grabado, expuesto al público repetidamente como lo haría Goebbels, propagandista de Hitler, juzgado y condenado con un veredicto de antemano. No hay, en el evento mismo, nada de extraordinario. Es la machacona repetición ad nauseum lo que construye su maya.
En la vida real, el burócrata fue puesto en prisión por 8 meses, investigado por enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y todo cuanto posible acto de ilegalidad y corrupción pero al cabo de 8 meses, un juez federal le dijo “Usted perdone” y lo absolvió. La verdad sea dicha, el ministerio público nunca tuvo prueba alguna de un ilícito, más allá del video y la atmosfera de linchamiento tejida por las televisoras ayudadas por autoridades federales. El maya se convirtió en realidad para el ministerio público y para tantos, que aún el día de hoy encuentro a personas que aluden a él en el sentido exacto en el que las televisoras indujeron en sus mentes.
Este es el mismo mecanismo con el que funcionan las mentes neocolonizadas y es algo que permea en todos los niveles socioeconómicos, llegando al verdadero fanatismo, mayormente, en ciertos niveles económicos altos que a la vez tienen niveles educativos y culturales no muy firmes. Tengo un hermano que es el caso. Por años dirigió para México una línea aérea mundial que le dio un nivel de vida y de conocimientos por sus viajes y vivencias que para muchos, y tal vez para él mismo, representaba el climax de la vida. Lo cierto es que nunca perdió, ni ha perdido, su nivel de neocolonizaje. A tal grado le ha sucedido así que, y este es sólo uno de muchos ejemplos, pudiendo haber viajado gratuitamente a uno de los países más fascinantes del mundo; Rusia nunca lo hizo. Visitar San Petersburgo, su museo del Hermitage o los cercanos y extraordinarios palacios de Petrodvorets, Versalles se queda corto, o el Gran Palacio de Catalina la Grande rodeado por el pueblo mágico, casi celestial de Pushkin, bautizado así en honor al eximio y venerado escritor y poeta romántico Alejandro Pushkin, autor de Boris Godunov -no conozco otro pueblo cuyo nombre sea el de un poeta en el mundo- y no lo hizo porque su maya, como el de Bush jr, le decía que aquellos eran los viejos del costal, el eje del mal o cualquier otra frase favorita de ese tipo. Habrá quienes piensen que fue su elección, y sí lo fue pero fue una selección acotada por su fanatismo dogmático que lo hace un neocolonizado. Irónicamente cuando mi hermano era adolescente y el mecanismo de neocolonizaje todavía no se apoderaba de su mente, recibía por propio deseo el Boletín de Información de la Embajada de la URSS.
El alimento espiritual para acrecentar nuestra habilidad de razonar, de aprehender y aprender libremente es la clave.Arq.EduardoBistráin
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