Barómetro Internacional
Por Dante Oberlin (*)
Cuando se reúnan en Londres el 2 de abril los representantes del Grupo de los 20 para analizar la crisis económica y financiera internacional; la debacle producida por un sistema crudamente especulativo y sin responsabilidades sociales, no habrá llegado todavía a su nivel más profundo.
La recesión mundial, con caídas brutales en el comercio y en los valores de comercialización produce un inevitable aumento de la desocupación con consecuencias sociales aún impredecibles en todo el planeta.
El documento base del G-20 prevé el tratamiento de ocho puntos, pero atribuyendo las causas de la situación actual a la crisis de las hipotecas en EEUU y a las pérdidas en el sistema bancario.
No percibe este esquema que el problema reside en la distribución del ingreso y en la lógica de un capitalismo rentístico financiero, extrayendo ganancias muy superiores al crecimiento de la economía real. Este fenomenal descalabro ilusionó a los incautos con un consumo creciente a pesar de la disminución del ingreso de los asalariados.
Para instalar este modelo salvaje de concentración y exclusión se impulsaron reformas laborales retrógradas, se desreguló el rol del Estado y se resignaron sus responsabilidades; reasignándoselas a ONGs creadas ad hoc para garantizar la "transparencia y eficiencia" ya que el Estado y las instituciones siempre fueron -en este pensamiento neoliberal- sospechadas de corrupción. Pero ahora que se acabó la fiesta de las privatizaciones, de la plata dulce y el casino financiero, la resaca es insoportable. Y son nuevamente los Estados los que deben reordenar la casa.
Es una oportunidad histórica para refundar un nuevo orden internacional que respete la dignidad humana, la dignidad del trabajo, el bien común, la libertad y la justicia social.
Es justamente en momentos como este, donde los valores deben animar la salida de una crisis como la que estamos afrontando. Frente a un laberinto que no conoce antecedentes, y que no se puede saber ni predecir hasta donde y cuanto tiempo durará, vale recordar lo que decía nuestro querido Leopoldo Marechal "del laberinto se sale por arriba".
Y son, en este contexto, los valores los que deben animar las alternativas frente a la crisis. ¿de que valores comunes podemos hablar? Estamos refiriéndonos a los valores de la política como la solidaridad, la justicia social, el bien común, la dignidad humana y la dignidad del trabajo en una sociedad libre con presencia efectiva de un Estado que sea el gerente del bien común, a la vez que responsable de hacer cumplir las reglas de juego a todos los actores y sectores de la sociedad.
Los economistas, los gurúes, los "expertos" y los papagayos del mercado deben llamarse a silencio. Es la hora de los pueblos y los gobiernos populares. Hay que volver a escuchar a los filósofos anclados en la realidad, que es la única verdad. Es la hora de los actores reales de la economía. Ya no se puede volver a escuchar a los economistas diciendo "hay que…". Hoy se deben desarrollar políticas de Estado en consenso con los trabajadores y el empresariado productivo para garantizar el empleo y defender las legítimas conquistas de los trabajadores.
En el plano internacional es hora de generar también nuevas reglas de juego, para evitar que esta crisis sin precedentes la vuelvan a pagar los que menos tienen. Hay que revisar el sistema financiero internacional, el comercio internacional y comenzar a definir un nuevo orden mundial, que garantice la dignidad de todos los pueblos y habitantes del planeta.
Ahora sí es la oportunidad para fijar las líneas centrales y estratégicas para refundar un nuevo orden internacional y olvidarse de las recetas parciales, muchas veces contradictorias entre sí que fueron las que nos llevaron a esta situación. A título de ejemplo ¿como se pueden compaginar las recomendaciones de la OIT o las acciones del PNUD o el PNUMA, o la UNESCO con las recetas del Fondo Monetario Internacional durante los años 90? ¿ O hablar de la Paz en nombre de las Naciones Unidas mientras algunos de sus países miembros desatan guerras perversas y extrañas o asumen sin escrúpulos el rol de gendarmes universales?
Esta coyuntura desnuda el nuevo gran desorden internacional y nos da a todos los pueblos del mundo una nueva esperanza. Nunca la crisis fue tan profunda. Algún pensador dijo cierta vez que "crisis es algo que tiene que morir y todavía no ha muerto y algo que tiene que nacer y aún no ha nacido". Como afirmamos al comienzo, la historia nos regala una excelente oportunidad para refundar un nuevo orden internacional en el que se respete la dignidad humana, la dignidad del trabajo, el bien común, la libertad y la justicia social.
Es decir un mundo en el que quepamos todos.
(*) Ex dirigente de los trabajadores gráficos en Argentina, Secretario Nacional de Acción Sindical Argentina (hoy CCAS) y Secretario Ejecutivo de la CLAT para el Cono Sur y para Centroamérica. Presidente de la Asociación Civil PENSAR- Pensamiento Argentino.
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