Jorge Lara Rivera
El prolongado mutis del Ejecutivo federal en torno a la escaramuza doméstica que sus agentes y personeros libran en torno al botín que la propaganda electoral de la campaña de los candidatos panistas en Campeche representa, contrasta con su propensión a la verborrea triunfalista y no deja mucho lugar a dudas acerca del interés que de manera directa ha puesto en esos manejos equívocos.
Así, de acuerdo a lo informado, primero no tuvo empacho en mentir a su partida a Londres para participar en la reunión del G20, aduciendo que no tenía conocimiento de él cuando su oficina ya había sido ampliamente informada de la especie; para después incumplir su ofrecimiento de fijar posición sobre el asunto a su retorno de Europa, hace más de una semana. A juzgar por su conducta en la repentina visita a Campeche, ahora simple y llanamente, desde la impunidad de su encargo, elude abordar el problema.
No es sin embargo la suya conducta de excepción entre las instituciones corrompidas donde quiera que las haya, desde luego, pues precisamente desde Londres ha quedado claro cómo estos abusos del poder son una realidad reiterada a la cual hay que someter a control y porqué se precisa supervisión ciudadana del actuar gubernamental; tal puso de relieve el daño colateral que la represión a los manifestantes produjo allí, con la muerte de un individuo atribuible a la policía, a causa de su brutalidad, y el posterior intento de ocultamiento del modo como sucedieron los hechos, por parte de las autoridades, a fin de sustraerse de las responsabilidades consecuentes. Lo cual confirma un vicio recurrente en la, hasta hace poco, considerada respetable institución británica, pues se inscribe en la misma línea de conductas oficiales contraindicadas, pero seguidas de facto, como pasó en el caso del joven ciudadano brasileño asesinado “por equivocación”, si no es que por racismo.
Volviendo al punto, la referida mudez oficial se torna reveladora de los intereses y el grado de involucramiento del régimen federal en las estrategias sectarias, partidistas, para desde el Ejecutivo “cargar los dados” a favor del PAN de cara a la elección de julio, exactamente como ha reprochado el PRI y se dispone a formalizar en una denuncia ante el IFE el dirigente del Partido Social Demócrata.
Y es que es público y notorio cómo el titular del Ejecutivo se comporta más como un jefe de campaña del panismo que como jefe de Estado y responsable del gobierno de la República a lo cual está obligado por ley.
En ese mismo tenor deben leerse los enroques y movimientos que sobre el tablero de la política externa e interna adelanta aquél, lo mismo para bienquistarse con sus patrones del exterior que para asegurar el acceso de sus personeros a la posible “operación” de recursos, maquillada desde puestos clave de la burocracia federal.
Una mixtura de esos motivos podría ser la que “cocinó” las designaciones recientes de Jorge Tello Peón como Secretario de Seguridad Nacional, pero también el relevo en la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Seguridad con Monte Alejandro Rubido García, sin acciones dignas de distinguirse y menos de promoción.
Tal carencia de escrúpulos se constata en la evidente falta de congruencia del histérico dirigente panista, Germán Martínez Cázares, quien ha querido venir a dictar cátedra de ética, un universo totalmente ajeno al suyo, como revela el que se trasladara hasta Baja California para ofrecer una curul por la vía plurinominal, nada menos que en el segundo lugar de la lista, a alguien ajeno a su partido: el espurio dirigente del Sindicato de trabajadores del IMSS, Waldemar Gutiérrez, ese entreguista a quien los agremiados deben la erosión de las conquistas sindicales y el menoscabo de derechos laborales en el nuevo contrato colectivo de trabajo. Cínico, Martínez C. ni siquiera se ahorró desenmascararlo cuando justificó la candidatura: “porque ha sido colaboracionista con el gobierno”.
Pero ahí los sindicalizados del IMSS; si votan por el PAN quizá obtengan, además de la persecución laboral y el estrés que hoy padecen, el alargamiento de su jornada a 10 horas. Depende de cuántos sufragios le otorguen a ese partido.
Obedeciendo consigna, inescrupulosos funcionarios federales como José Luis Luege Camargo, director de la CONAGUA, siguiendo la estrategia electoral no desdeñan crear problemas a administraciones regidas por otros partidos, tal hace con la del Distrito Federal sobre el suministro del vital líquido, jugando con las necesidades de la gente.
De tal suerte, no sería aventurado decir que a la misma lógica electorera, visto que ha podido impunemente incumplir sus promesas de campaña, corresponde la estridencia de la nueva oferta del Ejecutivo federal a la sociedad, en cuanto a que “aunque ahora parezca increíble” para el año 2011 habrá cobertura total en materia de salud pública, “con un médico y medicinas por cada mexicano”.
No obstante, el ocupante de Los Pinos tiene razón en cuanto a la próxima elección del 5 de julio que será decisiva... para sus planes. Y también le asiste razón en lo que se refiere a lo poco creíble que parece su nueva promesa, recibida con escepticismo tras un decepcionante desempeño suyo, más propio de un agente sectario al servicio de intereses que no corresponden a los de la Nación, ni a sus necesidades, lo cual lo ubica lejos de un papel de verdadero estadista.
De seguro nos gustará verlo cumplir al menos este compromiso, hoy ilusorio, porque los relativos a creación de empleos, crecimiento económico, control inflacionario, mejoramiento de la calidad de vida, transparencia, combate a la impunidad y la corrupción, equidad, etc., salvo para algunos, pocos, privilegiados como los oligarcas, el clero y sus colaboradores inmediatos, a pesar de lo que reza su machacona publicidad televisiva y esos destemplados discursos con que se engolosina, todo ha resultado falso.
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