Jorge Lara Rivera
Desde su lugar preferido –el cinismo o la “fe” (en su caso es lo mismo)–, la Arquidiócesis se quiere hacer la loca, pretendiendo dictar cátedra de pedagogía y criterios didácticos racionales a la Secretaría de Educación Pública y al sindicato nacional del magisterio, cuando en lo que tiene experiencia únicamente se relaciona con el adoctrinamiento fanático y la represión brutal.
Así, resulta que al clero le ha dado ahora en aventurarse con metodologías, cuando apenas promueve otra cosa que el miedo y el prejuicio. Y hasta, maloras y ojetes, se permitieron los curas criticar la viga en el pajar ajeno con la pretextada aguja de preocupados por tanta corrupción de esa mafia grotesca del profesorado, la cual, pese a todo, empalidece y luce novata en sus maldades frente a ellos mismos, ya que encarnan la edición corriente de una de las más longevas entre las organizaciones criminales sangrientas y terribles de la Historia.
Pero, ¿se puede esperar otra cosa de una “familia” (¿mafilia?) de valentones como Héctor González Martínez, alias obispo de Durango, que se fingen sordomudos y esconden la mano entre sus faldones después de tirar la piedra y darse vuelo con las habladas?
Si Juárez viviera o en la Secretaría de Gobernación se leyera algo más que evangelios apócrifos y estados de cuenta...
Mas, ¡qué esperanzas abrigar de que la SEGOB ponga orden ante las irrupciones cada vez más frecuentes y osadas en el proceso electoral de estos clérigos lenguaraces, cuando el titular, un prominente abogado, litigante del influyentismo, desconoce la propia Carta Magna como quedó exhibido al pretender reconvenir por sus dichos a un Senador de la República! Así, tan “mochilas” como su predecesor san Carlos Abascal Carranza, resulta que según él no hay delito ni sanción para la Iglesia.
Y para reconfirmar ese hábito superviniente que tras años viciados de práctica, le lleva a primar arreglos extrajudiciales en lugar de la observancia de la ley, quienes denunciaron al director suspenso de la Lotería Nacional ante la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, los representantes populares miembros de la Comisión Investigadora de la H. Cámara de Diputados, integrada a raíz del escándalo aderezado con tentativas de desvío de fondos públicos y cohecho a fin de favorecer a candidatos del panismo en Campeche, a través del legislador Antonio Soto Sánchez han hecho del conocimiento público, mediante declaraciones a los medios informativos, que el señor Cuauhtémoc Cardona Benavides, Subsecretario de Enlace Legislativo de la SEGOB y, por tanto, subalterno de Fernando Gómez Mont Urieta, pretendió “disuadirlos” y “persuadirlos” de dejar todo por mal negocio y en santa paz, para no afectar a Jorge Luis Lavalle Maury, delegado federal de la SEP y coordinador de campaña del candidato a gobernador por ese partido, Mario Alberto Ávila Lizárraga, hasta el momento de estallar el escándalo; ni a los Mouriño (Atanes y Terrazo), buscando evitar su comparecencia ante la Cámara. Eso ha sido, además de opaco, torpe en exceso.
Bastante torpeza hubo también –acaso porque no sólo no se la creen, sino que les asquea– y es notoria en la preparación de una nueva embestida mercadotécnica mediática para convencer al público de lo bien que hace su chamba el esquirol Javier Lozano Alarcón en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social al favorecer a los patrones y perseguir a Napoleón Gómez Urrutia y hambrear a los trabajadores de minas.
No de otro modo se explica que, entre vaguedades, a media voz y entredientes, casi con vergüenza –diríase–, en el programa “Alebrijes: ¿águila o sol?” los opinadores elogiasen el insólito laudo que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (a cargo de la dependencia que rebaja aquél tétrico personero del ocupante de Los Pinos) favorable a la infame Minera México y al avorazado y díscolo Grupo México para burlar los derechos de los mineros quienes mantienen un paro desde hace más de 21 meses.
O ¿a qué viene, si no, celebrar esa cobarde traición a la función social protectora encomendada a ese baquetón ganapanes en la STPS?
En fin, líbrenos Dios de encontrarnos con esas buenas almas.
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