Julio Pimentel Ramírez
Ni en las peores alucinaciones de los “catastrofistas” podrían presentarse dos índices de la realidad que muestran los “logros” y “éxitos” de la fallida administración calderonista: en los primeros 110 días del año las ejecuciones sobrepasan ya la dantesca cifra de dos mil personas; mientras que según datos oficiales, por lo general manipulados a conveniencia gubernamental, la producción industrial cayó más del 13 por ciento, a niveles similares a los de la crisis desatada por el error de diciembre del 95.
Mientras todo esto sucedía en México, Felipe Calderón viajaba a la Cumbre de las Américas y sin mucho esfuerzo logró pasar inadvertido, tal vez siguiendo el consejo que en su momento desoyó su correligionario y antecesor, Vicente Fox, de que en “boca cerrada no entran moscas”.
A manera de paréntesis anotamos que en dicha reunión continental, en la que sin estar presente la excluida Cuba fue tema central, se generó un amplio optimismo, entre otras cosas por el contraste de Barack Obama respecto al guerrerista Bush.
El aire de cambio efectivamente sopla del Norte, pero hay que moderar el entusiasmo y como señala el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, hay que esperar hechos concretos: poner fin inmediato al genocida bloqueo contra la isla es un acto de elemental justicia que no puede ser “negociado” como si se tratara de una simple “mercancía”.
Regresando a nuestro país vemos que las noticias sobre el tema del narcotráfico y la seguridad pública y nacional, se precipitan ante los ojos de una sociedad penosamente acostumbrada a hechos de sangre que devalúan el valor de la vida y desnudan a un régimen incapaz de garantizar la justicia y la tranquilidad de sus ciudadanos.
El avance de las fuerzas federales -PFP, AFI, Ejército- en enclaves con presencia del narcotráfico y la guerra entre cárteles rivales aceleraron el índice de violencia en el país, de tal forma que se duplicó la cantidad de muertes en acciones contra el crimen organizado, hasta rebasar las 2 mil en los primeros 110 días del año, para un promedio diario de al menos 18 asesinatos.
Este índice de la actividad criminal mantiene un similar ritmo de crecimiento respecto al del año pasado a pesar, o tal vez precisamente por eso, de los ajustes a los operativos policíaco-militares de lucha contra el narcotráfico, que a manera de ejemplo inunda a Ciudad Juárez con miles de efectivos.
Sin embargo, al igual que el 20 de febrero pasado, cuando sumaron los primeros mil asesinatos de 2009, Chihuahua, Durango, Sinaloa, Guerrero y Baja California continúan, en ese orden, como las entidades más afectadas por la violencia.
Ante el evidente fracaso de la ”guerra” en contra del crimen organizado y en medio de una crisis económica que cada día hace sentir con más fuerza sus efectos nocivos sobre la dependiente economía mexicana, Felipe Calderón en consonancia con su ideología conservadora y su debilidad política, en los hechos cede ante las exigencias estadounidenses de inscribir su “lucha” contra el narcotráfico dentro de la estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos (terrorismo, narcotráfico, inmigrantes: todo en el mismo paquete), con todo lo que eso significa.
Por un lado, a pesar de los buenos modales de Barack Obama y sus intenciones de escuchar a sus vecinos al Sur del Río Bravo, continúa reforzándose la frontera común tanto con moderno equipo de detección y contención como con personal de agencias de seguridad, sin que descarten en corto plazo la presencia de la militarizada Guardia Nacional.
No conviene olvidar que el narcotráfico (su aliento, su contención, su combate) ha sido un elemento utilizado por las grandes potencias para ampliar y/o defender sus intereses geopolíticos y estratégicos. De este modo la participación de la Armada de México en los ejercicios militares que se realizan frente a las costas de Florida, adquiere un matiz distinto.
El almirante Joseph Kernan, comandante de las fuerzas navales del Comando Sur, aseguró que la presencia de México es uno de los elementos estratégicos más importantes de los ejercicios navales Unitas Oro 2009.
La Armada de México participa por primera vez con un amplio contingente que incluye la fragata Mina y la patrullera oceánica Oaxaca, así como dos helicópteros y 395 marinos. El capitán de fragata José Barradas Cobos, del Estado Mayor de la Armada de México, dijo que el narcotráfico no es un problema exclusivo del país, sino que tiene alcances internacionales y requiere de cooperación para combatirlo.
Kernan, también comandante de la Cuarta Flota de Estados Unidos, dijo que los ejercicios envían el mensaje correcto de que cada una de las 11 naciones que participan pone partes iguales para respaldar la lucha contra el narcotráfico. Trabajar juntos por la seguridad y preocupaciones colectivas es el mayor beneficio de las maniobras navales que tienen un costo de siete millones de dólares, añadió.
Todo muy bien, ¿pero alguien duda de que en estos ejercicios navales predominan los intereses estadounidenses, que de esa manera extiende su influencia y control sobre todo lo que pase en los mares de este continente, sin descontar la reafirmación o imposición de su doctrina militar sobre los ejércitos de nuestras naciones?
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