miércoles, abril 22, 2009

No hay que mirar hacia atrás

Sobre la justicia universal para los poderosos

Juan Francisco Martín Seco
La Estrella Digital

El fiscal general del Estado español, al tiempo que generaba una crisis con el Ministerio del Interior al desvelar que la policía no colabora con la institución que dirige, calificó de fraudulenta la querella interpuesta en la Audiencia Nacional contra los asesores de Bush a cuenta de Guantánamo. Y es que la jurisdicción universal se ha convertido en un engorro diplomático para el Gobierno. La ministra de Exteriores de Israel ya desveló que Moratinos le había prometido modificar la legislación para que la querella contra los genocidas de Gaza no prosperase.

Como afirma uno de los querellantes en la causa de Guantánamo, parece que la justicia universal sólo vale para "negritos y sudacas". Yo diría que sólo vale para perdedores. Ningún tribunal va a ser capaz de juzgar a los gobernantes de las potencias occidentales. Israel y EEUU nunca permitirán que, por muchas atrocidades que hayan realizado, sus gobiernos presentes o pasados se sienten en un banquillo. "Hay que mirar hacia delante y no hacia atrás", ha dicho Obama. Y es que mirar hacia atrás puede complicarle su mandato.

No hay que olvidar que una gran parte del pueblo americano no estaba tan alejada de los planteamientos de la Administración Bush, del mismo modo que una buena parte de la sociedad española veía y aún ve con buenos ojos las actuaciones del régimen franquista. Tampoco hay que mirar hacia atrás. La gran pregunta que siempre ha quedado en el aire es cómo condenar el régimen nazi absolviendo al pueblo alemán. ¿Cómo culpar al Gobierno de Israel sin imputar al mismo tiempo a una mayoría de ciudadanos judíos? ¿Cómo acusar a Bush, a Dick Cheney y a Rumsfeld y no responsabilizar de los mismos crímenes a buena parte de la sociedad americana? Iraq, Guantánamo y todos los crímenes de guerra no fueron impedimentos para que Bush saliese elegido por amplia mayoría la segunda vez.

Obama ha hecho públicos los informes secretos en los que aparecen las atrocidades y torturas cometidas. Quizás piensa que puede ser un revulsivo, pero pedir responsabilidades penales es otra cosa. No hay que mirar hacia atrás. La sociedad no está preparada. Sería una gran humillación, gritan los conservadores norteamericanos. No existen demasiadas dudas de que el Gobierno español debe de estar sometido a toda clase de presiones. Los líderes del PSOE desde la oposición saludaron con alborozo el procesamiento de Pinochet; pero ahora, desde el poder y tratándose de Israel y EEUU, no es lo mismo. El fiscal general del Estado se ve obligado a realizar toda clase de cabriolas jurídicas. No soy experto en Derecho, por lo que sería una osadía juzgar sus argumentos, pero tengo la intuición de que, de no existir estas razones, acudiría a otras.

El orden internacional se basa en una inmensa hipocresía. El respeto a los derechos humanos sólo es obligatorio para los países pequeños y con tal de que no sean amigos de las grandes potencias; la justicia universal únicamente rige para los vencidos; el terrorismo de Estado no existe; los amos del mundo y sus aliados nunca cometen genocidio ni crímenes de guerra... Mientras no existan instituciones internacionales con competencias y verdaderamente democráticas, el llamado orden internacional es simplemente el imperio del más fuerte o el resultado de un equilibrio siempre inestable de fuerzas; pero, al menos, no seamos hipócritas y no mantengamos un discurso moralizante y farisaico.

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