30 junio 2009
“Sigue siendo imprevisible lo que pueda ocurrir en el país”.
Carlos Montemayor.
I
Los informes de instancias mexicanas –como el Comité Ciudadano para la Reforma Electoral --conformado por varios entes civiles— e internacionales (como la Comisión Internacional de Derechos Humanos, de la ONU) acerca del país no son alentadores.
Cierto. En su informe más reciente (fechado el 10 de junio), el Comité Ciudadano consigna el fruto de sus pesquisas y análisis: el 90 por ciento del total de candidaturas fue designado por las cúpulas de los partidos, violándose el artículo 41 Constitucional.
Más no es eso todo. Las candidaturas de los partidos políticos no corresponden ni remotamente a la composición genérica de la población y la ciudadanía de México. Las candidatas (mujeres) son en número inferior a lo s candidatos (varones).
Esos informes aquí citados son de importancia suma en el contexto de anormalidades dentro del cual la ciudadanía ha sido convocada para ejercer un derecho que, como tal, tiene el atributo de optativo –votar o no— y que se plantea como la democracia misma.
Votar no es la democracia en sí, sino sólo uno de sus ejercicios, entre muchos otros, tales como juicio político, revocación de mandato, plebiscito, referendo, consulta popular, tribunal de cuentas, tribunal constitucional, no reelección de ninguna guisa, etc.
A sólo unos días de las elecciones convocadas para renovar, en lo federal, la Cámara de Diputados, y los poderes locales en algunos de los 31 Estados Unidos Mexicanos, el sentir ciudadano de inconformidad acerca del poder político acusaría creciente verismo.
Véase:
Uno, la inconformidad es un sentimiento generalizado, aunque en gradación variopinta dependiendo de la naturaleza ideológica y morfología política y, ergo, la cosmovisión, de los estratos y clases societales y sus intereses materiales inmediatos.
II
Otro, esa inconformidad parece sustentarse, si no es que inspirarse, en la convicción, así mismo generalizada, de que los personeros panistas, priístas, perredistas, etc., del poder político del Estado mexicano han fallado.
Esos dos componentes del verismo son ubicuos, pues discièrnese doquiera en los puntos cardinales de la geografía mexicana que éste escribidor visita. En ciertos Estados rige un dinosaurismo electorero sin pendón partidista identificador.
Carlos Montemayor.
I
Los informes de instancias mexicanas –como el Comité Ciudadano para la Reforma Electoral --conformado por varios entes civiles— e internacionales (como la Comisión Internacional de Derechos Humanos, de la ONU) acerca del país no son alentadores.
Cierto. En su informe más reciente (fechado el 10 de junio), el Comité Ciudadano consigna el fruto de sus pesquisas y análisis: el 90 por ciento del total de candidaturas fue designado por las cúpulas de los partidos, violándose el artículo 41 Constitucional.
Más no es eso todo. Las candidaturas de los partidos políticos no corresponden ni remotamente a la composición genérica de la población y la ciudadanía de México. Las candidatas (mujeres) son en número inferior a lo s candidatos (varones).
Esos informes aquí citados son de importancia suma en el contexto de anormalidades dentro del cual la ciudadanía ha sido convocada para ejercer un derecho que, como tal, tiene el atributo de optativo –votar o no— y que se plantea como la democracia misma.
Votar no es la democracia en sí, sino sólo uno de sus ejercicios, entre muchos otros, tales como juicio político, revocación de mandato, plebiscito, referendo, consulta popular, tribunal de cuentas, tribunal constitucional, no reelección de ninguna guisa, etc.
A sólo unos días de las elecciones convocadas para renovar, en lo federal, la Cámara de Diputados, y los poderes locales en algunos de los 31 Estados Unidos Mexicanos, el sentir ciudadano de inconformidad acerca del poder político acusaría creciente verismo.
Véase:
Uno, la inconformidad es un sentimiento generalizado, aunque en gradación variopinta dependiendo de la naturaleza ideológica y morfología política y, ergo, la cosmovisión, de los estratos y clases societales y sus intereses materiales inmediatos.
II
Otro, esa inconformidad parece sustentarse, si no es que inspirarse, en la convicción, así mismo generalizada, de que los personeros panistas, priístas, perredistas, etc., del poder político del Estado mexicano han fallado.
Esos dos componentes del verismo son ubicuos, pues discièrnese doquiera en los puntos cardinales de la geografía mexicana que éste escribidor visita. En ciertos Estados rige un dinosaurismo electorero sin pendón partidista identificador.
Y es que, cabría abundar, la práctica política en México es, de sí, reptiliana, fueren cuales sean las banderas que enarbolan los partidos políticos y sus candidatos, pues unos y otros son sospechosos de espuriedad y, vero es, de simulación aviesa e inicua.
El sentir ciudadano tiene visos de convicción. Las elecciones se realizarán, para empezar, en un contexto de excepción cuyo atuendo constitucional es sin duda muy ligero –leguleyo--, pero establecido en términos de la realidad de la coacción armada.
Dígase de otro estilo, caro leyente, que el poder político panista y priísta sobre todo (y, obsequiosa e indignamente, perredista también) del Estado mexicano usa a discreción del interés partidista faccioso para prevalecer.
Así, el Ejército, día a día con menor gloria y caído en impopularidad, ocupa más ciudades, depone por la fuerza –inconstitucionalmente— a autoridades civiles, allana domicilios bajo pretexto sanitario, impide con retenes el tránsito libre y además asesina.
III
Sí. Comete asesinatos en agravio de civiles. Ese comportamiento es congruente con la lógica de la guerra, en la que las reglas de civilidad y, sí, también de civilismo, en la convivencia comunitaria, son ignoradas, conculcadas y violadas con flagrancia.
Y como en una guerra –éste escribidor ha estado en cinco guerras como corresponsal del diario Excélsior de 1962 a 1987--, todo es aceptable y, por lo mismo, aceptado. La lógica de la guerra tiene, paradójicamente, su moral macabra: todos son el enemigo.
En el caso, el enemigo es el pueblo de México, por la simplísima razón de que los jefes civiles y comandantes militares del Ejército y la Armada y las fuerzas policíacas –paramilitares, de hecho-- no tienen alta opinión de la condición cívica.
Éste es el basamento filosófico –si lo hay— de la fuerza armada como enser mayor y principal en el ejercicio del poder político, lo cual cancela, por definición, cualesquier anhelos democráticos, aun aquellas, como en México, de práctica simulada.
Éste desprecio de los personeros del poder político del Estado mexicano por el pueblo tiene génesis compleja, pero comprensible, por sus manifestaciones, a la sensibilidad ciudadana. El pueblo sabe cuándo se le oprime y busca cómo desasirse de esa opresión.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezpontecom
Glosario:
Artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: fracción primera, párrafo segundo consigna que los partidos políticos tienen, entre otras funciones, las de hacer posible la participación de los ciudadanos en el ejercicio del poder político.
Comisión Internacional de Derechos Humanos (u Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos) es una entidad inserta en la estructura de la ONU cuyas funciones son, entre otras, las de “reaccionar ante violaciones graves de los derechos humanos” y “adoptar medidas preventivas” en la materia. Su sede está en Ginebra, Suiza.
Enser: instrumento. Herramienta. Medio. “Enseres de cocina”: ollas, sartenes, etcétera.
ONU: Organización de las Naciones Unidas.
Pretexto sanitario: aun continúa vigente el decreto presidencial del 24/25 de abril de 2009, mediante el cual el Poder Ejecutivo del Estado mexicano tiene facultades para allanar moradas so pretexto de buscar a afectados por el virus A/H1N1.
El sentir ciudadano tiene visos de convicción. Las elecciones se realizarán, para empezar, en un contexto de excepción cuyo atuendo constitucional es sin duda muy ligero –leguleyo--, pero establecido en términos de la realidad de la coacción armada.
Dígase de otro estilo, caro leyente, que el poder político panista y priísta sobre todo (y, obsequiosa e indignamente, perredista también) del Estado mexicano usa a discreción del interés partidista faccioso para prevalecer.
Así, el Ejército, día a día con menor gloria y caído en impopularidad, ocupa más ciudades, depone por la fuerza –inconstitucionalmente— a autoridades civiles, allana domicilios bajo pretexto sanitario, impide con retenes el tránsito libre y además asesina.
III
Sí. Comete asesinatos en agravio de civiles. Ese comportamiento es congruente con la lógica de la guerra, en la que las reglas de civilidad y, sí, también de civilismo, en la convivencia comunitaria, son ignoradas, conculcadas y violadas con flagrancia.
Y como en una guerra –éste escribidor ha estado en cinco guerras como corresponsal del diario Excélsior de 1962 a 1987--, todo es aceptable y, por lo mismo, aceptado. La lógica de la guerra tiene, paradójicamente, su moral macabra: todos son el enemigo.
En el caso, el enemigo es el pueblo de México, por la simplísima razón de que los jefes civiles y comandantes militares del Ejército y la Armada y las fuerzas policíacas –paramilitares, de hecho-- no tienen alta opinión de la condición cívica.
Éste es el basamento filosófico –si lo hay— de la fuerza armada como enser mayor y principal en el ejercicio del poder político, lo cual cancela, por definición, cualesquier anhelos democráticos, aun aquellas, como en México, de práctica simulada.
Éste desprecio de los personeros del poder político del Estado mexicano por el pueblo tiene génesis compleja, pero comprensible, por sus manifestaciones, a la sensibilidad ciudadana. El pueblo sabe cuándo se le oprime y busca cómo desasirse de esa opresión.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezpontecom
Glosario:
Artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: fracción primera, párrafo segundo consigna que los partidos políticos tienen, entre otras funciones, las de hacer posible la participación de los ciudadanos en el ejercicio del poder político.
Comisión Internacional de Derechos Humanos (u Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos) es una entidad inserta en la estructura de la ONU cuyas funciones son, entre otras, las de “reaccionar ante violaciones graves de los derechos humanos” y “adoptar medidas preventivas” en la materia. Su sede está en Ginebra, Suiza.
Enser: instrumento. Herramienta. Medio. “Enseres de cocina”: ollas, sartenes, etcétera.
ONU: Organización de las Naciones Unidas.
Pretexto sanitario: aun continúa vigente el decreto presidencial del 24/25 de abril de 2009, mediante el cual el Poder Ejecutivo del Estado mexicano tiene facultades para allanar moradas so pretexto de buscar a afectados por el virus A/H1N1.
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