09 junio 2009
Y sí… perdimos. Una vez más. Como ya se nos va haciendo costumbre. El Tri contribuyendo de modo deprimente al desánimo nacional. El país entero o buena parte de él en el deporte de la autodenigración. La derrota en San Salvador como onda expansiva por ciudades y pueblos; igual en las casas que en todos los lugares públicos. Eso nos pasa por panaderos, globeros, bicicleteros y futboleros.
Y es que el futbol, junto con la nación, se ha venido deteriorando en los últimos tiempos: ya no somos el gigante sino uno más de los enanos; en la economía también somos los peores de todo el continente; ya ni el consuelo de ganarle en algo a algunos de los otros; no hay equipo para hacer frente a la crisis; pa’ colmo nos cayó el chahuistle de la influenza y nos goleó la ignorancia.
Así que el Tri tiene ya tarjeta amarilla y está a punto de ser expulsado del Mundial de Sudáfrica. Un equipo de papel. Donde lo que importan son las cifras de las más recientes transferencias de sus jugadores. En el que el extranjerismo malinchista de sus directivos y técnico privilegia a los que entrenan en Europa aunque en sus equipos no los pongan ni siquiera en la banca. Muchos nombres y pocos hombres. Total, un fracaso en la cancha y también fuera de ella.
Porque se ve difícil que algo pueda aportar a la estrategia gubernamental de montarse en sus triunfos: ¿cuáles? Así que en lugar de cumplir con propósitos electoreros presidenciales y blanquiazules, sólo contribuirá a prolongar más la agonía de aquí a octubre cuando termine el suplicio de tener que verlos jugar, o más bien que jueguen con ellos. De aquí a entonces vamos a ver quién se deslinda primero: si la Presidencia de ellos o ellos de la Presidencia, por aquello del mal fario. Ya el público que es el gran árbitro les mostró tarjetas preventivas a unos y a otros.
Por lo pronto vamos a ver si no les sacan de una vez la roja este miércoles cuando enfrenten al modestísimo cuadro de Trinidad y Tobago. Igual van pocos al estadio y la mayoría opta por la abstención. El voto en blanco, pues.
Muy parecido a lo que ocurre con el hartazgo ciudadano de todos los partidos políticos. Un sentimiento que crece con la posibilidad de un abstencionismo histórico. Que junto con una cantidad inusitada de votos en blanco o invalidados represente a la vez un inédito rechazo a esa democracia interesada y mercantilista según la ven candidatos y partidos. Tarjeta roja de expulsión, por acumulación de amarillas. Es lo mismo que pasa en el futbol cuando los infractores no hacen caso.
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