Ricardo Andrade Jardí
“¡Vive México!”, vocifera la propaganda del desgobierno usurpador. “¡Vive el México de alto impacto!”, debería decir, en realidad, la publicidad turística oficial. Impacto que puede recibir cualquier ciudadano, gobernado u oriundo del país o cualquier turista, si una noche se le ocurre salir de madrugada de algún antro en la “paradisíaca bahía de Acapulco” para terminar impactado por las balas de la pretendida guerra contra el crimen organizado, lo mismo en Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Tabasco, Zacatecas, Durango, Nuevo León, etc.
¡Vive México!, reza, la nueva propaganda de la Secretaría de turismo del gobierno usurpador.
¡Vive México!, pero usa chaleco contra las balas. ¡Vive México!, pero ponte, literalmente, un tapabocas, aunque algunos, en particular los usurpafuncionarios, deberían utilizar también bozal.
¡Vive México!, pero si eres mujer medianamente joven, no vivas, por supuesto, en Ciudad Juárez. Y si eres maestro en disidencia o periodista altermundista, y no quieres ser asesinado, ni se te ocurra visitar Oaxaca. Y si te da una marcial gastritis en Veracruz, atribuida a autoridad (in)competente, no acudas a la CNDH, no sea que terminen diagnosticando aguda violación de fuerza pública —¿o es que era al revés?
Y si el interés, es el de un turismo más campirano, de convivencia con la naturaleza, digamos, visita la Riviera Maya, si es extranjero. El turismo sin dólares es mejor que se abstenga. Corre el riesgo de hacer el ridículo con su pobreza.
Si no le gustan las “emociones extremas”, no visite las retobadas tierras de San Salvador Atenco, no sea que los tres niveles de gobierno estén de humor y terminen por expulsarlo (a) (si es turista extranjero/a), previa penetración (íntima), de fuerza pública. Si es turista local, en cambio, y tiene la “la fortuna” de que un proyectil de los fuegos artificiales, de la fiesta de la santa represión, no le reviente la cabeza, puede hacerse acreedor a una nada envidiable suite, compartida, con todos los gastos pagados, durante al menos 113 años, en una cárcel a modo del sistema, para lo que es necesario no haber asesinado a nadie ni ser narcotraficante. En caso contrario la oferta se reduce, “justamente”, a tan sólo unos 40 años, en el máximo y seguro hotel/reclusorio, pensado para la ocasión.
Ahora, si usted es un poco más cínico y no tiene el menor interés en la verdad histórica de México, puede hacer una visita al polémico Centro Fox, complejo de inferioridad privado pagado con dinero público, en el conservador y colonial Guanajuato. La experiencia extraordinaria de ese lugar demuestra como, en tan sólo seis años y con un poco de “amor” entre un imbécil (ex gerente de caca-cola) y una ambiciosa lumpen con sueños de aristócrata, se puede pasar de un rancho en quiebra a un mega foxilandia, con tan sólo encargarle el changarro presidencial al chupacabras (CSG) y su cofradía de bandidos.
Si su interés está en la arqueología y visita la zona maya de Yucatán, recuerde que en este tropical Estado puede vivir la adrenalina de las nuevas (y viejas) mayorías, traducida, entre otras cosas, en ser uno de los primerísimos lugares en muertes por accidentes automovilísticos, sin que ningún discurso, ni siquiera demagógico, busque una solución peatonal pues parece ser que en el atrasado imaginario el automóvil es signo de “poder, competitividad y progreso”.
¡Vive México! Le garantizamos que si lo sobrevive: la experiencia será extraordinaria, sin duda, se trata de los vestigios de lo que fue un gran país…
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