Jorge Lara Rivera
De veras que el panismo pone a prueba la capacidad de asombro. Cuando uno cree que ya ha descendido al subsuelo, que ya fue demasiado y, por fin, tocó fondo en el lodazal de sus bajezas, de alguna manera se las arregla para demostrar que todavía es capaz de batir su propia marca e imponer un nuevo registro en la abyección.
Sólo así se explica su descaro, su cinismo, por lo increíble de dos sucesos acaecidos esta misma semana que por enésima vez hacen trizas sus baños de pureza y pretensiones de integridad.
No obstante las numerosas acusaciones de corrupción y rapacidad que pesan contra ese ejemplo de “político chapulín” que es Beatriz Zavala Peniche, ella acaba de representar un enorme involuntario ridículo, con ese su sainete en el Congreso de la Unión, precisamente en la Comisión Permanente, a la cual solicitó un Punto de Acuerdo para “exigir al gobierno de Ivonne Ortega permanecer al margen del proceso electoral y solicitar a las autoridades electorales se investigue el asunto”.
De veras, qué poca... o mejor expresado: cuánta desvergüenza. Todavía no se desvanece la indignación pues fue designada senadora por la cúpula de su partido para cubrirla con el fuero, por si las dudas..., ya que resultó el suyo –como titular de la SEDESOL (gracias a una de esas licencias que tanto critica el PAN pero bien que de las usa y a granel)– un desempeño manchado continuamente por cuestionamientos de todos los otros partidos acerca del manejo faccioso y clientelar que auspició en la asignación y reparto de los recursos públicos a su cargo de funcionaria.
Tampoco ha caído en el olvido cómo el alias zoológico con que se la moteja no es debido al tamaño de unos dientes frontales en una linda sonrisa patentada por dentrífico, sino por ciertas mañas que comparte con su parentela –como en el caso del primito Carlos Cabal Peniche, quien estuvo acusado de un megafraude al Banco Unión y con el que Bety estuvo relacionada por un asunto, nunca esclarecido del todo, de un extraño préstamo que recibió, cuyo monto rebasaba los 80 millones de pesos los cuales, desde luego, paga ahora la nación gracias a los arreglitos del FOBAPROA, y por –a decir de algunos articulistas– cierta propensión suya al dinero fácil.
Acaso Betina Zavala tema que le apliquen a su partido la misma receta que ella no desdeñó usar cuando intentó cerrarle el paso a la voluntad ciudadana e impedir que el pueblo acabara por desterrar la soberbia panista del palacio de gobierno en Yucatán.
Pero no se apure senadora, no tiene que armar alharacas; no hay ninguna necesidad de ello: de por sí, los votantes están hartos de gente y prácticas como las suyas ¿o no lo malicia aún ni por iniciativas de voto en blanco o de sólo por quien se comprometa ante notario?
El otro acontecimiento de pasmo fue la reciente visita a Mérida de ese fiasco que resultó ser el “senador” plurinominal Santiago Creel Miranda, entronizado por la impunidad hasta primer coordinador de la bancada panista, a inicios de sexenio.
¿Habrá alguien que no recuerde cómo tuvo que ser despedido del encargo en medio de la ignominia, ya que mientras Santiago Creel Miranda gustaba de hacerse pasar por íntegro, era una sima de inmoralidad y contradicciones.
¿Se acuerda que Creel Miranda, el muy “devoto católico” y “defensor de la familia” era al mismo tiempo ese pillo que, mientras alardeaba de un “estricto apego a la ley” desde su prepotencia como titular de Gobernación durante el foxiato, concesionó jugosas autorizaciones a sus familiares para lucrar con juegos de azar y casinos, y se alió con las televisoras para tratar de hacerse con la candidatura presidencial del panismo?, ¿y de cómo sólo hasta que fue del conocimiento público su adulterio con una de las “Aventureras” y más que evidente la paternidad –fuera de matrimonio– de una pequeña tras ¡cuatro años!, cayó en la cuenta de que “era un deber” reconocerla?
De veras que el PAN desprecia igual a ciudadanos comunes como a sus militantes, pues parece considerarlos cretinos, pacientes con Alzheimer o perplejos y les falta al respeto además a éstos en las creencias de las que se jacta cuando le parece conveniente para la publicidad. Cómo, si no, es posible que envíe a Santiago Creel para ¿respaldar? a los candidatos de ese partido a diputados yucatecos al Congreso de la Unión.
Con esta clasecita de “apoyos” la verdad es que sus candidatos no alcanzan ni reintegro (para darle algo de crédito al apego delictivo mostrado por la Lotenal a la campaña panista).
Estos hechos son elocuentes respecto a la catadura de dirigencias partidistas como la del bufonesco Germán Martínez C. y exhiben ante el pueblo el verdadero talante de su agrupación política. Mucho bla bla bla de valores, pero nula congruencia.
Desde que tuve uso de razón y eso fue hace ya mucho, jamás he pensado que el PAN es una opción política, ni por la cabeza me ha pasado que tienen valores ni nada de eso que mucha gente de izquierda les echa en cara por su incongruencia. Siempre he sabido que el PAN representa a la derecha hipócrita, clasista, racista e inmoral y además ni siquiera lo esconden. El Che decía que "a la derecha no hay que confiarle ni tantito así..." Pero coincido con el autor en que el PAN llega a asombrar con el nivel de su bajeza y el lodazal infame en el que se mueve. Me tildan de intolerante cuando a veces me niego a cruzar palabra con un panista pero lo que pasa es que me entra una náusea que temo vomitármele encima, sería una descortesía.
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