Sique
Las movilizaciones en Honduras continúan cada vez con más fuerza. En las imágenes de Telesur se puede observar el enorme repudio de los hondureños al golpe de Estado exigiendo la restitución inmediata de su presidente Zelaya.
Una gran concentración se encuentra ahora frente a la sede del Ministerio Público a quien la multitud le grita "¡Asesinos!" y le reclaman el no haberse presentado en el aeropuerto para registrar las violaciones a los derechos humanos y los disparos que cobraron víctimas fatales. Los testimonios de los manifestantes acusan la corrupción y nombran a los funcionarios delincuentes que se han coludido con los golpistas.
Las concentraciones que apoyan al presidente Zelaya han desafiado el fuerte operativo militar que está en toda la ciudad. Las marchas continúan siendo multitudinarias a pesar de que ya han pasado diez días del golpe de estado y de que los medios, aliados al gobierno de facto, ocultan la situación que viven los hondureños, ya sea omitiendo información o bien esgrimiendo argumentos de esos analistas que abundan en México justificando el golpe y defendiendo a los gorilas opresores.
Una vuelta por internet da cuenta de la invasión cibernética de los que apoyan a Micheletti. Siendo Honduras un pueblo tan pobre la mayoría que tiene acceso a este medio son los ricos y los pitiyankis. A pesar de estar acostumbrada al discurso de los disociados panistas mexicanos que exhiben su ignorancia y su inmoralidad, me he quedado atónita con el lenguaje coprolálico de los simpatizantes de los golpistas y de los pocos defienden a Zelaya . Es escandalosa la forma en que se insultan y los contenidos ofensivos de carácter sexual y racial. Sin embargo, el discurso de los entrevistados que están en las calles que sin usar palabras soeces, muestra información, lógica, ética y fluidez. Da la impresión de que, paradójicamente, los derechistas mexicanos son menos soeces que los hondureños pero que los hondureños de izquierda están mejor informados y tienen mayor conciencia. Es sólo una impresión.
Una concentración vestida de blanco, color que usa la derecha para hipócritamente hablar de paz cuando genera la violencia, se encuentra apoyando al gobierno de facto. La concentración apenas alcanza a llenar una plaza y emite consignas débiles y automatizadas en función de "la paz".
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