03 agosto 2009
"Felipe Calderón ha perdido el rumbo".
The Washington Post.
I
Lo que há dádose en llamar la "rebelión eléctrica" --causada por alzas en las tarifas del abasto de electricidad-- convoca imágenes de un ataque del poder político del Estado mexicano al pueblo. Ataque avieso, calificaríase.
El ataque es, dicho coloquialmente, de "descontón": inesperado, sorpresivo y con todas las peculiaridades criminógenas e inmorales dado por un poder político al servicio, por ministerio constitucional, del pueblo.
En efecto. Adviértense características que tipifican un asalto a la ley y a la moral e incluso a la ética del gobierno --la vertiente ejecutiva del poder político del Estado-- como la premeditación, la alevosía y la ventaja.
A esos atributos obvios de criminogenia e incluso criminalidad inequívica bien podríansele añadir otros: la usurpación de su función constitucional: ese poder político se ha erigido de mandatario en mandante. Mutación monstruosa.
Y más: de la usurpación de funciones constitucionales --el pueblo es el mandante y el poder político el mandatario-- la vertiente ejecutiva (el gobierno pues) incurre en la comisión adicional de otros delitos veros.
Ese poder político --el gobierno-- asalta por sorpresa, con fines de robo, además de defraudar mediante el ejercicio abusador e inconstreñido de potestades que jamás el pueblo le ha subrogado.
Éstas reflexiones tienen un meollo denso y grueso de indisputable e incontrovertible primacía: el servicio de abasto de electricidad al pueblo es posible gracias al financiamiento que deviene del pago de impuestos.
De ello no hay duda. Los grandes (y pequeños) complejos para producir energía eléctrica son construidos con dinero del pueblo --ese impuesto del 15 por ciento al valor agregado y casi el doble al ingreso sobre la renta-- .
II
De esa laya fiscal, el pueblo financia las obras de infraestructura para producir energía (así como para construir carreteras, etc.) y a cambio recibe, inicuamente, un bien, la electricidad, que se ve forzado a comprar.
Y a comprar, agregaríase, a un precio tan alto que la electricidad en México es una de las más caras del mundo (como el servicio teléfonico, el peaje carretero, gas y gasolina, etc., financiado por el propio pueblo.
Esa paradoja tan macabra es, precisamente, la del saqueo organizado por un poder político del Estado mexicano que en realidad sirve a los intereses propios y los que representan, los de la élite de pudientes que manda aquí.
Fraude, robo, asalto, como expresiones teleológicas e idiosincrásicas de la naturaleza autoritaria --dotada de arbitraria infalibilidad-- y de la arrogancia típica de la prepotencia que no reconoce paridades y desprecia contrapesos.
Desde que en 1946 el neoconservadurismo ataviado con tocados postizos de lo revolucionario (emblematizado en el PRI) se instaló en el poder político del Estado, el pueblo ha sido expoliado sin cesar.
Empero, hágase la salvedad que esa expoliación no se inició en el alemanismo, el vero fundador del Partido Revolucionario Institucional-- , sino que deviene, como dá fe la historia, desde el virreinato.
Pero fue en ese sexenio alemanista donde a la expoliación se le dieron sus características ya proverbiales: simular que el poder político es democrático y que la corrupción es el agente de cohesión de dicho poder.
III
Y es que precisamente en el México virreinal --el de la Nueva España-- se ubica el génesis de la desintegración económica, política, social y cultural de lo que es, bajo la pátina de falso republicanismo, el Estado mexicano.
Dicho de otro estilo, la causa de la brutal megacrisis que azota, estruja y estrangula al pueblo de México no es de reciente cuño, sino añeja, aunque haya adquirido en su decurso modalidades atuendarias diferentes.
Así, la expoliación ha persistido desde la fase virreinal primero y luego independiente, con dos interregnos imperiales, una larga dictadura de 30 años y, hoy, una fase de perversa simulación neoconservadora.
Más hoy, esa expoliación, si bien acusa sofistería, carece de orfebrería y finura: es burda y diríase también que hasta grotesca, lo cual lleva, en periplo de ideas, al tema de la expoliación eléctrica y su rebelión secuenial.
La rebelión de los usuarios tiene, insoslayablemente, raígón filosófico, ideológico y político --rebelarse es, en sí, confirmatorio de la condición de animal político del humano-- y nos avisa de un estallido social en ciernes.
Un usurpario --el gobierno-- de un bien patrimonial de la nación le vende a ésta el producto derivado de su propiedad. Y no sólo eso: le vende ese producto --electricidad-- a precios muy onerosos.
Los usuarios se oponen al abuso delincuencial del poder político: primero la protesta organizada y, luego, si ésta no causa efectos, una huelga (llamada morosidad táctica) de pagos; al ser reprimida ésta, mayor ingobernabilidad.
Ese escenario prospectivo tiene un contexto general de desintegración del poder político, que urgido de recursos financieros exprime aun mas a la fuente cautiva de éstos. Ello intensificará el proceso desintegrador.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Alemanismo: referencia al sexenio de Miguel Alemán Valdés, Presidente de México de 1946 a 1952.
Partido Revolucionario Institucional: ésta formación política sustenta la falacia de haber sido fundado por Plutarco Elías Calles, creador del Partido Nacional Revolucionario, inspirado en una filosofía de corte socializador. Lázaro Cárdenas cambió el nombre de ese PNR por el de la Revolución Mexicana, pero en realidad ésta fue otra entidad totalmente distinta. Alemán fundó al PRI sin identificación filosófica con el PNR y el PRM, pero como una supuesta "continuidad" revolucionaria. Ver: "Análisis teórico del PRI", libro de Mario Ezcurdia.
The Washington Post.
I
Lo que há dádose en llamar la "rebelión eléctrica" --causada por alzas en las tarifas del abasto de electricidad-- convoca imágenes de un ataque del poder político del Estado mexicano al pueblo. Ataque avieso, calificaríase.
El ataque es, dicho coloquialmente, de "descontón": inesperado, sorpresivo y con todas las peculiaridades criminógenas e inmorales dado por un poder político al servicio, por ministerio constitucional, del pueblo.
En efecto. Adviértense características que tipifican un asalto a la ley y a la moral e incluso a la ética del gobierno --la vertiente ejecutiva del poder político del Estado-- como la premeditación, la alevosía y la ventaja.
A esos atributos obvios de criminogenia e incluso criminalidad inequívica bien podríansele añadir otros: la usurpación de su función constitucional: ese poder político se ha erigido de mandatario en mandante. Mutación monstruosa.
Y más: de la usurpación de funciones constitucionales --el pueblo es el mandante y el poder político el mandatario-- la vertiente ejecutiva (el gobierno pues) incurre en la comisión adicional de otros delitos veros.
Ese poder político --el gobierno-- asalta por sorpresa, con fines de robo, además de defraudar mediante el ejercicio abusador e inconstreñido de potestades que jamás el pueblo le ha subrogado.
Éstas reflexiones tienen un meollo denso y grueso de indisputable e incontrovertible primacía: el servicio de abasto de electricidad al pueblo es posible gracias al financiamiento que deviene del pago de impuestos.
De ello no hay duda. Los grandes (y pequeños) complejos para producir energía eléctrica son construidos con dinero del pueblo --ese impuesto del 15 por ciento al valor agregado y casi el doble al ingreso sobre la renta-- .
II
De esa laya fiscal, el pueblo financia las obras de infraestructura para producir energía (así como para construir carreteras, etc.) y a cambio recibe, inicuamente, un bien, la electricidad, que se ve forzado a comprar.
Y a comprar, agregaríase, a un precio tan alto que la electricidad en México es una de las más caras del mundo (como el servicio teléfonico, el peaje carretero, gas y gasolina, etc., financiado por el propio pueblo.
Esa paradoja tan macabra es, precisamente, la del saqueo organizado por un poder político del Estado mexicano que en realidad sirve a los intereses propios y los que representan, los de la élite de pudientes que manda aquí.
Fraude, robo, asalto, como expresiones teleológicas e idiosincrásicas de la naturaleza autoritaria --dotada de arbitraria infalibilidad-- y de la arrogancia típica de la prepotencia que no reconoce paridades y desprecia contrapesos.
Desde que en 1946 el neoconservadurismo ataviado con tocados postizos de lo revolucionario (emblematizado en el PRI) se instaló en el poder político del Estado, el pueblo ha sido expoliado sin cesar.
Empero, hágase la salvedad que esa expoliación no se inició en el alemanismo, el vero fundador del Partido Revolucionario Institucional-- , sino que deviene, como dá fe la historia, desde el virreinato.
Pero fue en ese sexenio alemanista donde a la expoliación se le dieron sus características ya proverbiales: simular que el poder político es democrático y que la corrupción es el agente de cohesión de dicho poder.
III
Y es que precisamente en el México virreinal --el de la Nueva España-- se ubica el génesis de la desintegración económica, política, social y cultural de lo que es, bajo la pátina de falso republicanismo, el Estado mexicano.
Dicho de otro estilo, la causa de la brutal megacrisis que azota, estruja y estrangula al pueblo de México no es de reciente cuño, sino añeja, aunque haya adquirido en su decurso modalidades atuendarias diferentes.
Así, la expoliación ha persistido desde la fase virreinal primero y luego independiente, con dos interregnos imperiales, una larga dictadura de 30 años y, hoy, una fase de perversa simulación neoconservadora.
Más hoy, esa expoliación, si bien acusa sofistería, carece de orfebrería y finura: es burda y diríase también que hasta grotesca, lo cual lleva, en periplo de ideas, al tema de la expoliación eléctrica y su rebelión secuenial.
La rebelión de los usuarios tiene, insoslayablemente, raígón filosófico, ideológico y político --rebelarse es, en sí, confirmatorio de la condición de animal político del humano-- y nos avisa de un estallido social en ciernes.
Un usurpario --el gobierno-- de un bien patrimonial de la nación le vende a ésta el producto derivado de su propiedad. Y no sólo eso: le vende ese producto --electricidad-- a precios muy onerosos.
Los usuarios se oponen al abuso delincuencial del poder político: primero la protesta organizada y, luego, si ésta no causa efectos, una huelga (llamada morosidad táctica) de pagos; al ser reprimida ésta, mayor ingobernabilidad.
Ese escenario prospectivo tiene un contexto general de desintegración del poder político, que urgido de recursos financieros exprime aun mas a la fuente cautiva de éstos. Ello intensificará el proceso desintegrador.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Alemanismo: referencia al sexenio de Miguel Alemán Valdés, Presidente de México de 1946 a 1952.
Partido Revolucionario Institucional: ésta formación política sustenta la falacia de haber sido fundado por Plutarco Elías Calles, creador del Partido Nacional Revolucionario, inspirado en una filosofía de corte socializador. Lázaro Cárdenas cambió el nombre de ese PNR por el de la Revolución Mexicana, pero en realidad ésta fue otra entidad totalmente distinta. Alemán fundó al PRI sin identificación filosófica con el PNR y el PRM, pero como una supuesta "continuidad" revolucionaria. Ver: "Análisis teórico del PRI", libro de Mario Ezcurdia.
Teleológica: relativo a la teleología. Doctrina de las causas finales o definitivas.
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