Ricardo Andrade Jardí
La rapiña como norma de la usurpación es lo que revelan los informes financieros de Luz y Fuerza del Centro (LyFC). Ayuntamientos, instituciones, grandes empresas, televisoras comerciales, son parte de la larga lista de deudores de Luz y Fuerza. Seguramente muchos de los deudores son los mismos que engrosan la larga lista del FOBAPROA. Ese atraco a la nación que hoy nos cuesta millones de pesos que podrían ser aplicados al pretendido y falso combate a la pobreza. Invertidos en investigación y en educación, en seguridad pública y en prevención contra las adicciones. Pero detrás del intento de extinguir a LyFC sólo hay rapiña y en esa rapiña no va solo el PAN con el usurpador en turno como su cabeza. En el golpe al SME y a la empresa pública están también las grandes y monopólicas telebasuras que son uno de los mayores lastres del México del retroceso y están también las corruptas empresas españolas, están los senadores del PRI, del PAN y los genéricos y similares, está, pues, una absoluta desfachatez empresarial de la que no se salva casi nadie, entre la clase política y la oligarquía local, el interés es el robo de un bien público para convertirlo en un bien privado que le costará a todos los mexicanos quinientas veces más de lo que se pretende nos costaba la Luz y Fuerza del Centro.
Y, peor aún, detrás de esa rapiña también hay una estrategia que va más allá del vulgar robo. Detrás de esta cobarde acción contra miles de trabajadores hay un objetivo más siniestro todavía que el robo a la nación. Con este golpe se descara abiertamente la mano dura de un desgobierno incapaz de convencer. Es la mano dura de la rapiña oligarca que ha vuelto a salir con todo su odio y todo su miedo para asumir el control político y económico de millones de ciudadanos, no sólo en México, sino en el continente. Los empresarios del miedo han visto los peligros, incluso de su democracia burguesa y no están dispuestos a seguir jugando ni siquiera bajo sus propias reglas.
El imperialismo yanqui no perdió el tiempo cuando abrió sus “universidades” para adiestrar a sus nuevos pinochos como los administradores de sus intereses impuestos en los gobiernos regionales; los grandes capitales mundiales no pueden permitir que México corra la suerte de Bolivia, Argentina, Brasil o Ecuador, el norteño vecino imperial no quiere sorpresas, quiere un control absoluto sobre los recursos naturales de sus avecinados y no está dispuesto a correr riesgos. No puede tolerar ninguna manifestación altanera de soberanía. Las manipulables oligarquías codiciosas del americano estilo de vida son pieza clave para frenar todo intento de cambio económico que no responda a la “economía libre de mercado” de la hamburcolademocracia. México debe ser un ejemplo del futuro del continente y en ese futuro los trabajadores sólo tienen obligaciones pero no derechos. Las naciones enteras del continente deben reflejarse en México y Honduras pues correrán la misma suerte. No importa cuantos millones de dólares se inviertan en desprestigiar gobiernos y en financiar golpes militares. El interés está en los recursos naturales y es por la expansión del control geopolítico del continente y el imperio los tomará por la buena (que es igual que por la mala) o por la mala (que es igual que por la mala)
La pregunta es: ¿Nos daremos cuenta? ¿O seguiremos creyendo que podemos cambiar el país sin tomar conciencia? ¿Cuántos sindicatos más serán destruidos antes de que los trabajadores tomen conciencia de que la gran burguesía ha iniciado ya un combate para someternos como esclavos o exterminarnos si es preciso?
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