lunes, noviembre 02, 2009

Cártel de Tijuana, complicidad oficial en el foxismo

Los miembros del cártel de Tijuana eran vigilados por agentes especiales de la Procuraduría General de la República: informaban al titular de la entonces Unidad Especializada en Delincuencia Organizada, José Luis Santiago Vasconcelos, de los pasos que daban en el trasiego de drogas de Colombia a Estados Unidos, de acuerdo con documentos contenidos en la averiguación previa 336/MPFEADS/2001, a los que Contralínea tuvo acceso, que revelan cómo la estructura militar-policiaca estaba, mediante sobornos, al servicio de la delincuencia organizada.
José Reyez

Un extenso informe del 29 de marzo de 2002, UEDO/TIJ/AF/2002, suscrito por Mateo Arrona Landa, Alfonso Román Lugo y Victoriano Neri Dorantes, agentes federales de investigaciones, adscritos a la Coordinación Técnica de la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada de la Procuraduría General de la República (PGR), da cuenta del cártel de Tijuana que encabezan los hermanos Arellano Félix y su complicidad con la estructura militar, policiaca federal, estatal y municipal que les brindaban protección en el trasiego de drogas hacia Estados Unidos.
El documento refiere los nexos de los principales líderes de la organización con los mandos del ejército y la policía, entre ellos Benjamín y Francisco Javier Arellano Félix, el Tigrillo, “responsable de organizar el arribo de avionetas clandestinas con cocaína procedentes de Colombia a Ensenada, quien tenía bajo su mando a excolaboradores de Efraín Pérez Pasuengo, el Efra, y de Carlos Francisco Cázares Beltrán”, el Quemado, líderes de las células del cártel.
Es precisamente Cázares Beltrán quien, a la postre, tras la detención de los hermanos Arellano Félix, encabezaría la organización delictiva y controlaría la plaza de Tijuana. El Quemado habría participado en el operativo para asesinar a Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, en el aeropuerto de Guadalajara, aquel 24 de mayo de 1993 en que perdió la vida el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.
Desde entonces, Cázares Beltrán, preso en el penal del Altiplano por el delito de delincuencia organizada y por el diverso contra la salud en la modalidad de tráfico de cocaína y marihuana, destacó como uno de los principales cabecillas del cártel de Tijuana. Hacía entregas de dinero producto del narcotráfico a Benjamín Arellano Félix, y recibía personalmente cargamentos de cocaína en la zona de La Bufadora, al sur de Ensenada, procedentes de Colombia.
Contaba con su propia escolta, conformada por Alejandro Diezmartínez Félix, Ernesto Gutiérrez, el Guti, quien también se desempeñaba en la policía ministerial del estado, y Mario Alberto Ituarte Camacho. También con su propio abogado: Arturo Rayle Cárdenas, el Rayle.
Marco Antonio López Benavides, adscrito al departamento de Homicidios en la Delegación de Rosarito, quien, dice el parte informativo, es considerado como uno de los viejos colaboradores del Quemado.
El informe de los investigadores de la PGR hace referencia al enjuiciado Francisco Carlos Cázares Beltrán:
“(…) Después de efectuar intensas investigaciones en el estado de Baja California, hemos podido detectar que: Dentro de la organización delictiva que aún encabezan los hermanos Arellano Félix, participa muy activamente Carlos Francisco Cázares Beltrán, el Quemado, a quien se identifica como un operador del trafico ilícito de drogas junto con Efraín Pérez Pasuengo, el Efra, el que también es sujeto de investigación en la presente indagatoria. También se le conoce con los alias de Carlos Cázares Solano, Ernesto Angulo Hernández, el Quemado, el Comandante, el Chicharrón, el Neto, el Ruco, el Jaibo y Zeta. Media filiación: tez morena, complexión obesa, estatura 1.65 a 1.70; seña particular: quemadura severa en la cara y acento norteño.
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