José Steinsleger
La tiranía mediática silencia las grandes verdades porque no son relativas: cuando el terremoto del 12 de enero pasado arrasó con Haití, los médicos cubanos llevaban más de 10 años allí. Y cuando el show de la ayuda humanitaria apague sus luces, los médicos cubanos seguirán estando allí.
Veamos ahora qué entiende la enciclopedia virtual Wikipedia por ayuda extranjera en Haití: Los Estados Unidos solos han proporcionado mil 500 millones de dólares (1990-2003). Venezuela y Cuba también (sic) contribuyen con algunas (sic) ayudas a la economía de Haití.
Los perezosos del intelecto aseguran que Wikipedia es tan libre, que cualquiera puede meterle mano. Metámosle. Desde diciembre de 1998 han circulado por Haití 6 mil 94 médicos cubanos. Tareas realizadas: 14 millones de consultas médicas, más de 225 mil cirugías, más de 100 mil partos, 47 mil 273 operaciones de la vista, 570 haitianos graduados en medicina y 541 que aún cursan la carrera en Cuba.
Cálculos módicos: si Cuba cobrase 10 dólares por consulta, podría juntar 140 millones; a 100 por cirugía, más de 22 millones; a 50 por parto, 5 millones; a 25 por operaciones de la vista, un millón; a 5 mil por graduado en especialidades médicas, 5 millones y medio, a 500 mensuales por 11 años de salarios, 41 millones. Total aproximado: 215 millones de dólares.
¿A Cuba le sobran 215 millones de dólares, o la idea es compartir lo que se tiene? En 2008 la isla fue arrasada por tres huracanes consecutivos y los precios mundiales del níquel (uno de sus principales ingresos) cayeron en picada. No voy a tocar el bloqueo yanqui (condenado por todos los países, con excepción de Israel y dos islotes independientes de Oceanía), flagelo que a su economía le representó pérdidas por 100 mil millones de dólares desde 1962.
La inquietud, más bien, gira en torno a los que se preguntan qué pasará en Cuba después de Fidel, y frente a los obispos de todas las ideologías que nos explican el socialismo o la democracia pensada por los clásicos. ¿Hay muchas dudas? Si “después de…”, Cuba hace a un lado la ley primera, el futuro de todos (sin necesidad de terremotos y huracanes) se dibujará en cuadros infinitamente más desoladoras que los de Haití.
¿Qué es la ley primera? En un texto intitulado Haití y el paradigma cubano de solidaridad, el profesor Ernesto Wong Maestre recuerda que las páginas de la Constitución cubana se abren con unas palabras de Martí: Yo quiero que la ley primera de la República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
Ideales del romanticismo, dirán algunos. Posiblemente. Pero el 5 de noviembre de 1797 (14 de brumario del año VI), en un informe al Directorio, el ex esclavo y ex cochero Toussaint L’Ouverture (precursor de la independencia de Haití) le tomó la palabra a los sabios de la revolución francesa: “… cualquier retorno a la esclavitud, cualquier compromiso de los principios, sería imposible. Una declaración de libertad es irreversible: ¿Piensan ustedes que los hombres que han disfrutado la bendición de la libertad verán con calma que les es arrebatada?...”
Al igual que las primeras juntas emancipadoras en América española, L’Ouverture no aspiraba a la total independencia de Haití. Esto vino después, cuando el progresista Napoleón restauró la esclavitud en las colonias y los imperios de Europa (junto con la naciente democracia estadunidense) congelaron momentáneamente sus diferencias para sofocar y dividir a los revolucionarios haitianos.
Otros datos para los chicos libres de Wikipedia: el trabajo esclavo en las colonias americanas hizo posible el capitalismo en Europa. Al final del siglo XVIII, los productos del trabajo esclavo representaban un tercio del valor del comercio europeo. Por tanto, las potencias de la civilización no tenían interés alguno en abandonarlo.
Libertad, igualdad y fraternité para los white only. L’Ouverture pagó cara la osadía de globalizar en su patria los ideales universales de la revolución francesa. Y si a la postre el capitalismo abandonó el modo de producción esclavista, no fue por razones económicas. La rebelión política de los esclavos haitianos se había convertido en contrapoder y en referente de las masas explotadas.
A más de la exclusión física y territorial, sólo cabía excluir a los haitianos desde el punto de vista del pensamiento y los valores. O sea, el racismo. Y ahí radican las causas profundas y reales de la pobreza y el subdesarrollo crónico de Haití, y de ahí la solidaridad racional de Cuba con Haití.
En oda “A Touissant L’Ouverture”, el inglés William Wordsworth (1770-1850) avizoró las dimensiones de la tragedia haitiana, anunciándonos el único porvenir posible:
Aunque te han derribado, para que no vuelvas a alzarte,
vive y anímate. Porque has dejado detrás de ti
poderes que trabajarán por ti; aire, tierra y cielos;
no habrá ni un soplo del viento común
que te haya olvidado; tienes grandes aliados;
tus amigos son las exultaciones, las agonías,
y el amor, y la mente inconquistable del hombre.
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