Laura Itzel Castillo
Existe una campaña permanente en los medios de comunicación masiva que busca hacernos creer que empresas públicas como Pemex, Comisión Federal de Electricidad (CFE) o Luz y Fuerza del Centro son ineficientes e improductivas por el sólo hecho de ser paraestatales. La falacia derechista tiene por objeto que la opinión pública nacional acepte como “necesaria” la participación de empresas privadas extranjeras en materia energética, no obstante que ese estratégico sector está reservado de manera exclusiva por la Constitución al Estado mexicano.
Las empresas públicas nos son ineficientes por sí mismas, sino como consecuencia de decisiones ideológicas, contradictorias con el interés nacional y francamente ilegales, tomadas por la actual y por anteriores administraciones públicas. La coincidencia de todos estos gobiernos, a pesar de su origen partidario diverso, es su afiliación al neoliberalismo globalizador, en oposición al Estado nacional. Como consecuencia el daño patrimonial al país ha sido enorme y creciente.
El Informe de resultados sobre la cuenta pública 2008, que presentó recientemente la Auditoría Superior de la Federación, es bastante ilustrativo. En el sector energético, por ejemplo, la fiscalización arroja poco más de 500 millones de pesos probables de recuperarse, de los cuales a Luz y Fuerza corresponden alrededor de 200 millones y a Pemex Exploración y Producción (PEP) más de 150 millones. Esta última cifra es relevante, pues la misma instancia reconoce que el yacimiento de Chicontepec, ubicado en Puebla y Veracruz, no es rentable debido a que sólo se recuperan 2.5 centavos por cada peso invertido antes de impuestos.
¿Cómo es posible que las recuperaciones probables sean menores para un proyecto de la magnitud de Chicontepec? ¿Acaso no se revisaron las condiciones en que se contrató la perforación de pozos? ¿Es admisible que se perfore indiscriminadamente sin que se conozca en términos geológicos la declinación esperada?
¿Acaso esto no es ceder la renta petrolera? Si la propia Auditoría Superior de la Federación admite que no existe la tecnología en el mundo para la extracción, ¿por qué no se exige la suspensión del proyecto?
Más aberraciones: Pemex envió a la atmósfera diariamente más de 1,300 millones de pies cúbicos de gas natural durante 2008. La quema de gas es, literalmente, un robo a la nación, que busca satisfacer la demanda de crudo de Estados Unidos. Existe la tecnología para poder aprovechar el gas que viene asociado con el petróleo. Éste no debe seguirse desperdiciando en la atmósfera.
Desde hace décadas se ha demandado el aprovechamiento de este valioso recurso, no obstante las autoridades, sexenio tras sexenio, han actuado con la mayor irresponsabilidad.
Heberto Castillo Martínez escribió en 1977 en la revista Proceso un artículo titulado “¡Cómo deseo estar equivocado!”. En él relata la entrevista que tuvo, siendo dirigente del extinto Partido Mexicano de los Trabajadores, con el entonces Presidente de la República, José López Portillo. Cito: “Respecto del petróleo, el Presidente nos explicó que el gas brotaba con el petróleo, que no se le podía separar y que una vez en explotación había sólo una alternativa con el gas: quemarlo o venderlo”. Hasta aquí la cita.
El pasado lunes 5 de abril el ingeniero Castillo cumplió 13 años de haber fallecido y casi 33 de haber escrito el texto citado. Pregunto: ¿cómo es posible que después de tantos años, se siga diciendo que no se puede aprovechar el gas? En el informe entregado a la Cámara de Diputados recientemente la Auditoría Superior de la Federación afirma que en la actualidad no se cuenta con la infraestructura para el aprovechamiento del gas.
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